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LAS VARIEDADES DE LA EXPERIENCIA RELIGIOSA

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«Sentía que todo el mundo era mi amigo»; éstas son expresiones de los relatos que el profesor Starbuck<br />

recogió. 23<br />

«Cuando llegó la mañana del Sabbath - dice mister Edwards, siguiendo el relato que he citado<br />

hace un momento - sentí amor por toda la humanidad, muy peculiar en cuanto a su fuerza y suavidad,<br />

mucho más de lo que nunca había sentido. El poder de ese amor parecía inexpresable; pensaba que si<br />

estuviese completa. mente rodeada de enemigos que desearan volcar toda su maldad y crueldad sobre<br />

mí, todavía me sería imposible poder sentir hacia ellos sentimiento alguno que no fuese el del amor, la<br />

piedad y el deseo ardiente de su felicidad. Nunca me había sentido tan lejos de estar dispuesta a juzgar<br />

y censurar a los demás como aquella mañana. También me di cuenta, de manera insólita y viva, de qué<br />

aspecto tan importante del cristianismo interviene en la ejecución de nuestros deberes sociales y en<br />

nuestra relación con los demás. La misma sensación gozosa continuó durante todo el día, un amor<br />

dulce por Dios y la humanidad.»<br />

Sea cual sea la experiencia de la caridad, puede borrar todas las barreras humanas usuales. 24<br />

Aquí tenemos, por ejemplo, un caso de disponibilidad cristiana en la biografía de Richard Weaver.<br />

Weaver era minero, y en su juventud había sido un pugilista semiprofesional que se convirtió en un<br />

evangelista muy apreciado. Parece que el pecado al que su carne se sentía más inclinada era el de la<br />

pelea, particularmente después de la bebida. Después de su primera conversión tuvo una recaída aguda<br />

que consistió en golpear a un hombre que había insultado a una chica. Dándose cuenta de que lo<br />

condenarían si reincidía, habiéndolo hecho ya una vez, se emborrachó y rompió la mandíbula de otro<br />

hombre que recientemente lo había retado a una pelea acusándole con sorna de cobarde, cuando había<br />

rehusado a fuerza de cristiano. Menciono tales incidentes para mostrar el genuino cambio de<br />

sentimientos que implica su conducta posterior que describe de la manera siguiente:<br />

«Bajé al fondo de la galería y encontré al muchacho que lloraba porque un compañero de<br />

trabajo intentaba quitarle la vagoneta a la fuerza. Le dije:<br />

«”Tom, no debes coger esta vagoneta."<br />

»Me insultó y me llamó demonio metodista; yo le dije que Dios no me exigía que le permitiese<br />

robarme; volvió a maldecir y afirmó que empujaría la vagoneta contra mí.<br />

»"Bien - le dije - veamos si el demonio y tú sois más fuertes que el Señor y yo."<br />

a Como el Señor y yo demostramos ser más fuertes que él, y el demonio se quitó de en medio porque<br />

en caso contrario la vagoneta le habría atropellado; la devolví al muchacho y Tom me dijo:<br />

»"Estoy decidido a pegarte." "Bien - le contesté - si eso te hace bien, hazlo!", y me pegó en la<br />

cara. Puse la otra mejilla diciendo: "Vuelve a pegar", y golpeó de nuevo hasta cinco veces. Puse la<br />

mejilla dispuesto para el sexto golpe, pero se volvió maldiciendo, le grité: "El Señor te perdone como<br />

yo lo hago, y el Señor te salve."<br />

23 . Citado en el capítulo VI (conferencias VI-VII).<br />

24 También la barrera entre hombres y animales. Leyendo a Towianski, un eminente patriota y místico polaco: «Un día un<br />

amigo suyo le encontró, mientras llovía, acariciando un perro inmenso que saltaba a su alrededor llenándolo de fango. Al<br />

preguntarle por qué permitía que el animal le manchar» la ropa, Towians. El contestó: "Este perro, que he visto ahora por<br />

primera vez, se ha sentido en seguida mi amigo y al mismo tiempo ha manifestado grao alegría por mi aceptación y<br />

reconocimiento de sus manifestaciones afectuosas. Si lo echar», heriría sus sentimientos y le provocaría un daño moral;<br />

seria una ofensa no sólo para él sino para todos los espíritus del Otro mundo que están a su mismo nivel. El deterioro de mi<br />

abrigo no es nada comparado con el que yo le baria si me mantuviese in. diferente a sus manifestaciones de amistad.<br />

Deberíamos aliviar la Condición de los animales, siempre que pudiéramos, y al mismo tiempo facilitar en nosotros la unión<br />

del mundo de los espíritus que el sacrificio de Cristo posibilité.",, André TOWIANSKI, Traduction de l'ítalien, Turín, 1897<br />

(impreso privadamente). Debo el conocimiento de este libro y de Towianski a mi amigo el profesor W. LUTOS<strong>LA</strong>WSKI,<br />

autor de La lógica de Platón.<br />

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