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LAS VARIEDADES DE LA EXPERIENCIA RELIGIOSA

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Los escasos céntimos constituían una pequeña salvaguarda económica, pero un obstáculo<br />

espiritual efectivo; hasta que no los abandonó su carácter no pudo asentarse completamente en el nuevo<br />

equilibrio.<br />

Además del misterio de la autor rendición, existen otros misterios religiosos en el culto a la<br />

pobreza, como el de la veracidad, por ejemplo: «Vine al mundo desnudo», etc., y el primero que afirmó<br />

tal cosa poseía este misterio. Ha de ganar la batalla mi propia verdad desnuda y no podrán salvarme los<br />

engaños. Existe también el misterio de la democracia o el sentimiento de la igualdad ante Dios de todas<br />

las criaturas. Sentimiento que (y en general parece estar más extendido entre los mahometanos que en<br />

tierras cristianas) tiende a anular la usual codicia del hombre. Aquellos que lo poseen rechazan<br />

dignidades y honores, privilegios y ventajas, y prefieren, como dije en una conferencia anterior,<br />

presentarse ante Dios en el estrato más humilde. No se trata exactamente del sentimiento de humildad,<br />

aunque en la práctica se le parezca mucho, se trata más bien de un sentimiento de humanidad que rechaza<br />

disfrutar nada que no compartan otros. Un profundo moralista al comentar la afirmación de<br />

Cristo: «Vended todo lo que poseáis y seguidme», dice lo siguiente:<br />

«Puede ser que Cristo quisiera decir: "Si amáis absolutamente a la humanidad no os importarán<br />

los bienes", y esto parece una afirmación bastante verosímil. Pero una cosa es creer que probablemente<br />

sea verdadera y otra es aceptarla como un hecho. Si amaseis a la humanidad como Cristo lo hacía,<br />

aceptaríais su inclusión como una realidad; venderíais obviamente las posesiones y esto no<br />

representaría pérdida alguna. Todas estas verdades, literales para Cristo y para cualquiera que sienta el<br />

amor de Cristo por la humanidad, se convierten en simples parábolas para naturalezas inferiores. Toda<br />

generación cuenta con personas que, aun comenzando inocentemente, sin intención predeterminada de<br />

ser santos, se encuentran envueltos en el torbellino por su interés en ayudar a la humanidad y por la<br />

serenidad que produce hacerlo. El abandono de su forma de vivir anterior es como el polvo en la<br />

balanza, se deposita gradualmente, incidentalmente, imperceptiblemente. De esta manera, todo el arduo<br />

problema del abandono de la lujuria consiste no en un problema, sino en un simple incidente hacia otra<br />

cuestión, o lo que es lo mismo, el grado en que nos abandonamos a la lógica de nuestro amor por<br />

nuestros semejantes sin remordimientos.» 55<br />

Sin embargo, en todas estas cuestiones que atañen a los sentimientos se ha de haber «estado»<br />

personalmente para entenderlas. Ningún norteamericano puede conseguir nunca entender la lealtad de<br />

un británico por su rey, ni la de un alemán hacia su emperador, y tampoco ningún británico o alemán<br />

puede entender la paz de espíritu de un norteamericano por no tener rey ni emperador ni tampoco<br />

intermediario espúreo alguno sin sentido entre él y el Dios común de todos. Si sentimientos tan simples<br />

como éste son misterios que debemos recibir como regalos de nacimiento, mucho más lo es con<br />

respecto a los sentimientos religiosos más sutiles que hemos considerado. No se puede penetrar una<br />

emoción o sus dictados divinos desde fuera. En la hora brillante de la emoción, sin embargo, todas las<br />

incomprensiones se resuelven y lo que desde fuera parecía enigmático se torna obvio y transparente.<br />

dejarla los Cuatrocientos dólares, que había ahorrado, al servicio del Señor y respondió que si, y el Señor le salvó. A<br />

continuación pensé que nunca habla consagrado realmente, ni a ml mismo ni nada que me perteneciera al Señor; aunque<br />

siempre habla intentado servir a Dios a su manera y ahora el Señor le solicitaba que lo sirviera a su manera saliendo solo y<br />

sin un céntimo si al lo ordenaba. Esta pregunta me llegó muy adentro y pensé que debía decidirme, abandonarlo todo y<br />

poseerlo a Él o poseerlo todo y perderlo a Él. Decidí poseerlo a al y me penetró la bendita seguridad de que me había<br />

convertido en su presa siendo completa mi felicidad. Volví a casa con los sentimientos de un niño. pensando que todo el<br />

mundo estaría contento de oír hablar de la alegría del Señor que me poseía y comenzó a explicar la historia, pero con gran<br />

sorpresa los clérigos se opusieron a la experiencia armando que se trataba de fanatismo y alguien conminó a los miembros<br />

de su iglesia para que evitasen a quienes aceptaban semejante creencia, con lo que encontré en mi misma casa a mis<br />

enemigos.»<br />

55 J. J. CHAPMAN, Political Nursery, vol. IV, p. 4, abril de 1940, versión resumida.<br />

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