LAS VARIEDADES DE LA EXPERIENCIA RELIGIOSA
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En otras personas el problema es más profundo. Hay hombres insensibles con respecto a la<br />
religión, deficientes en esta categoría de la sensibilidad; como organismos sin sangre, nunca pueden, a<br />
pesar de toda la buena intención, llegar al temerario “espíritu vital” de que disfrutan los temperamentos<br />
optimistas; la naturaleza espiritualmente estéril no dejará de admirar y envidiar la fe de los demás, pero<br />
nunca podrá comprender el entusiasmo y la paz de que gozan aquellos que tienen un temperamento<br />
predispuesto a la fe. De cualquier modo, todo esto puede constituir una cuestión de inhibición temporal<br />
y que, a pesar de todo, al final de la vida se produzca un deshielo, cierta liberación; se puede romper el<br />
cerrojo del pecho más árido y el corazón duro puede suavizarse y estallar de sentimiento religioso.<br />
Estos casos, más que ningún otro, sugerirán que la conversación repentina fue un milagro. Mientras<br />
existan, no debemos imaginarnos luchando con categorías cerradas de manera irreparable.<br />
Existen dos formas de desenvolvimiento mental en los seres humanos que conducen a una<br />
sorprendente diferencia en el proceso de conversión, una diferencia sobre la cual el profesor Starbuck<br />
llama nuestra atención. Sabéis qué pasa cuando intentáis recordar un nombre olvidado; normalmente<br />
ayudaréis al recuerdo trabajándolo, pensando mentalmente en los lugares, las personas y las cosas con<br />
las que la palabra estaba relacionada, pero a veces este esfuerzo falla y entonces sentís como si cuanto<br />
más lo intentarais menores esperanzas alcanzaseis, como si la palabra estuviese embozada y por<br />
presión que le hiciésemos sólo sirviera para dificultar todavía más que apareciese. El expediente<br />
opuesto frecuentemente obtiene éxito; no hacéis ningún esfuerzo, pensáis en una cosa totalmente<br />
diferente y al cabo de media hora la palabra perdida acude a vuestra cabeza, como dice Emerson, con<br />
toda despreocupación, como si nunca hubiese sido estimulada. Algún proceso escondido había<br />
comenzado a funcionar por el esfuerzo inicial después de que el esfuerzo mismo acabara, haciendo que<br />
el resultado aparezca como si fuese espontáneo. Cierto profesor de música, cuenta el doctor Starbuck,<br />
dice a sus alumnos, cuando ya ha explicado bien la tarea y ninguno sabe todavía realizarla, “no insistáis<br />
y saldrá solo”. 11<br />
Existe una forma inconsciente e involuntaria y otra consciente y voluntaria de llevar a término<br />
los resultados mentales y ambas las encontramos ejemplificadas en la historia de la conversión,<br />
ofreciendo dos tipos que Starbuck denomina el tipo volitivo y el tipo de autorendición respectivamente.<br />
En el volitivo, el cambio regenerativo es normalmente gradual y consiste en la construcción, poco a<br />
poco, de un nuevo conjunto de hábitos espirituales y morales. Pero siempre hay puntos críticos en los<br />
que el movimiento hacia adelante parece mucho más rápido; el hecho psicológico es ilustrado por el<br />
profesor Starbuck. Nuestra educación en cualquier realización práctica actúa por sobresaltos y<br />
sacudidas, igual que el crecimiento del cuerpo físico.<br />
“Un atleta... a veces despierta bruscamente a la comprensión de los puntos sutiles del juego y<br />
alcanza su disfrute real, como el converso despierta a una apreciación religiosa. Si continúa<br />
dedicándose al deporte, puede llegar un día que el juego prosiga sólo a través de él cuando se encuentre<br />
perdido en una gran competición. De la misma manera, un músico puede alcanzar un punto en el que se<br />
pierde totalmente el sentido de la técnica del arte, y en algún momento de inspiración se transforma en<br />
el instrumento a través del cual la música fluye; yo mismo puede escuchar a dos personas casadas, la<br />
vida de las cuales fue hermosa desde el principio, afirmar que sólo al cabo de un año o más de estar<br />
casados se dieron cuenta de la dicha de la vida matrimonial. Así sucede con la experiencia religiosa de<br />
las personas que estamos estudiando”. 12<br />
De ahora en adelante oiremos ejemplos todavía más curiosos de procesos de maduración<br />
subconsciente que ofrecen resultados de los que nos damos cuenta repentinamente. Sir William<br />
Hamilton y el profesor Laycock de Edimburgo fueron los primeros en llamar la atención sobre esta<br />
clase de efectos; pero el doctor Carpenter, si no me equivoco, fue el primero en introducir el término<br />
“cerebración inconsciente”, que desde entonces constituye una frase explicativa popular. Nosotros<br />
ahora conocemos los hechos de manera mucho más extensiva de lo que él los pudo conocer, y<br />
11 Psychology of Religion, p. 117.<br />
12 Psychology of Religion, p. 385. También las pp. 137-144 y 262.<br />
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