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LAS VARIEDADES DE LA EXPERIENCIA RELIGIOSA

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y Madame de Chantal se encuentran repletas de una especie de delectación por purulencias de hospital<br />

desagradables de leer y que nos provocan admiración y estremecimientos.<br />

Todo lo anterior, por lo que atañe al amor humano como estímulo del estado de fe; ahora<br />

hablaré de la ecuanimidad, la resignación, la fortaleza y la paciencia que comporta. «Un paraíso de<br />

íntima tranquilidad» parece ser el resultado usual de la fe, incluso sin ser religioso es fácilmente<br />

comprensible. Hace un instante, al hablar de la sensación de la presencia de Dios, señalé el inaprensible<br />

sentimiento de seguridad que puede proporcionar y de cómo podía tranquilizar los nervios, bajar la<br />

fiebre y apagar el desasosiego si el hombre es consciente de que, sin que importen cómo puedan<br />

presentarse las dificultades en aquel momento, la vida se encuentra en manos de un poder en el que es<br />

posible confiar plenamente. En hombres profundamente religiosos el abandono del yo a Dios es<br />

apasionante. El que no sólo dice sino que siente: «Que se haga la voluntad de Dios», se sitúa por encima<br />

de cualquier flaqueza, y la entera sucesión histórica de mártires, misioneros y reformadores<br />

religiosos no es más que una prueba de la tranquilidad del espíritu bajo circunstancias naturalmente<br />

angustiosas que conducen a la autor rendición. El estado de tranquilidad mental difiere, obviamente,<br />

según sea la constitución de la persona: de temperamento triste o alegre. En el triste participa más la<br />

resignación y la sumisión; en el alegre se consiente gozosamente. Como ejemplo del primer<br />

temperamento cito el fragmento de una carta del profesor Lagneau, un respetado profesor de filosofía<br />

que murió hace poco, inválido total, en París:<br />

«Mi vida -tú deseas que me vaya muy bien- será lo que sea capaz de ser. No le pido nada, no<br />

espero nada. Hace muchos años que existo, pienso y actúo y valgo lo que valgo sólo a través de la<br />

desesperación, que constituye mi única fuerza y mi único fundamento. Espero conservar, a pesar de<br />

estas últimas pinebas por las que paso, el valor de actuar sin el deseo de liberación. No pido nada de la<br />

Fuente de donde proviene toda la fuerza, y si es así, tus deseos se cumplirán.» 27<br />

Hay algo de fatalista y patético en esto, pero el poder persuasivo del tono, como protección<br />

contra impresiones exteriores, es manifiesto. Pascal es otro francés de temperamento natural pesimista<br />

y todavía expresa más ampliamente el espíritu resignado de la autor rendición:<br />

«Libérame, Señor, de la tristeza por el propio sufrimiento que puede llevar al amor propio, y<br />

dame una tristeza como la tuya. Deja que mis sufrimientos apacigüen tu cólera. Presenta una ocasión<br />

para mi conversión y salvación. No te pido salud ni enfermedad, ni vida ni muerte, sino que dispongas<br />

de mi salud y mi enfermedad, de mi vida y de mi muerte para tu gloria, para mi salvación y para tu<br />

Iglesia y tus santos, de los que yo podría ser uno por tu gracia. Sólo Tú sabes lo conveniente para mí,<br />

eres el Señor soberano, haz de mí según tu voluntad. Dame o quítame, conforma mi voluntad según la<br />

tuya. Sólo sé una cosa, Señor, que es bueno seguirte y es malo ofenderte. Aparte de eso, no sé lo que es<br />

bueno o malo en cada caso. No sé qué es mejor para ml, si la salud o la enfermedad, la riqueza o la<br />

pobreza, ni ninguna otra cosa del mundo. Este discernimiento está más allá del poder de los hombres o<br />

de los ángeles, escondido entre los secretos de tu Providencia, que yo adoro, pero que no intento<br />

penetrar.» 28<br />

Cuando encontramos temperamentos más optimistas es menos pasiva la resignación. Los<br />

ejemplos se encuentran tan al alcance que podríamos muy bien prescindir de ellos; me atengo al<br />

primero que me pasa por la cabeza. Madame Guyon, una criatura física. mente frágil y de una<br />

disposición innata a la alegría, pasó por multitud de peligros con una presencia de ánimo admirable.<br />

Después de ser encarcelada por herejía escribe:<br />

27 «Bulletin de l'Union puor l'Action Morale», septiembre de 1694.<br />

28 B. PASCAL, Priéres pour Zes Malades, caps. XIII, XIV, resumidos<br />

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