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LAS VARIEDADES DE LA EXPERIENCIA RELIGIOSA

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en cada uno de estos dos puntos para tratar, en principio, nuestros juicios espirituales y el sentido del<br />

valor en general.<br />

Resulta notorio que los hechos sean compatibles con comentarios emocionales opuestos, ya que<br />

el mismo hecho inspirará sentimientos completamente diferentes en personas diferentes y en diferentes<br />

momentos en las mismas personas. No existe conexión alguna deducible racionalmente entre cualquier<br />

hecho exterior y los sentimientos que pueda provocar; éstos tienen su fuente en otra esfera de la<br />

existencia, en la región instintiva y espiritual del ser humano. Imaginaos, si podéis, privados<br />

súbitamente de todas las emociones que ahora os inspira el mundo, e intentad imaginarlo tal como es,<br />

puramente, solo, sin vuestro comentario favorable o desfavorable, esperanzado o aprensivo. Casi os<br />

será imposible percibir tal situación de negatividad y muerte, ninguna parcela del universo tendría<br />

entonces mayor importancia que otra, y las cosas sagradas y los acontecimientos diversos carecerían de<br />

importancia, carácter, expresión o perspectiva. Cualquier valor, interés o sentido que otorguemos a<br />

nuestros respectivos mundos son simples presentes de la mente del espectador. La pasión amorosa es el<br />

ejemplo más extremo y familiar de este hecho: si ocurre, ocurre, y si no ocurre ningún proceso de<br />

razonamiento puede suscitarla; transforma el valor de la criatura amada como la salida del sol<br />

transforma el Mont-Blanc de un gris cadavérico en un rosa fascinante, y pone al mundo entero en una<br />

nueva armonía, proporcionando a la vida una efusión nueva. Lo mismo ocurre con el miedo, la<br />

indignación, los celos, la ambición, la veneración. Si se presentan la vida cambia, y que existan o no<br />

depende casi siempre de condiciones ideológicas, a menudo inorgánicas. Y así como el interés excitado<br />

que despiertan estas pasiones en el mundo es nuestra contribución al mismo, también las mismas<br />

pasiones son regalos de fuentes ora superiores ora inferiores, pero siempre ilógicas y fuera de nuestro<br />

control. ¿Cómo puede el viejo moribundo reconsiderar el romance amoroso, el misterio atrayente, la<br />

inminencia de cosas grandes con las que nuestro mundo se estremecía aquellos días en que era joven y<br />

estaba sano? Obsequios del cuerpo o del espíritu. Los materiales del mundo ceden pasivamente su<br />

espacio a todos estos obsequios, como el escenario recibe indiferente cualquier juego de luces de<br />

colores que le proyecten desde el foco de la tribuna.<br />

Mientras tanto, el mundo real, práctico para cada uno de nosotros, el mundo efectivo del<br />

individuo, es el mundo compuesto, donde los hechos físicos y los valores emocionales están<br />

combinados de manera indiscernible; retirad o alterad cualquier factor de este complejo y obtendrías el<br />

tipo de experiencia llamada patológica.<br />

En el caso de Tolstoi, la sensación de que la vida poseía algún significado desapareció por<br />

completo durante largo tiempo y el resultado fue una transformación en la expresión total de la<br />

realidad. Cuando estudiemos el fenómeno de la conversión o regeneración religiosa, veremos que una<br />

consecuencia frecuente del cambio operado en el sujeto es una transfiguración de la imagen que la<br />

naturaleza presente a sus ojos: le parece que un cielo nuevo brilla sobre una tierra nueva. En los<br />

melancólicos se produce normalmente un cambio similar, sólo que en dirección opuesta. Ahora el<br />

cambio parece remoto, extraño, siniestro, misterioso: desaparece el color y su aliento; su hálito es<br />

gélido, en los ojos con que mira ya no hay brillo.<br />

“Es como si viviese en otro siglo”, dice un paciente del manicomio. Y otro: “Lo veo todo a<br />

través de una nube, he cambiado y las cosas ya no son lo que eran”; un tercero afirma: “Veo, palpo,<br />

pero las cosas no se me hacen patentes porque un velo espeso altera el color y aspecto de las mismas”.<br />

“Las personas se mueven como sombras y el sonido parece provenir de un mundo lejano”. “Para mí ya<br />

no existe el pasado, la gente me resulta muy extraña, es como si no pudiese ver realidad alguna, como<br />

si estuviese en el teatro, como si las personas fuesen los actores y todo fuese el escenario. Ya no me<br />

encuentro a mí mismo, camino, pero ¿por qué? Flota todo ante mí, pero no deja ninguna impresión”.<br />

“Lloro con falsas lágrimas, tengo manos irreales, lo que veo no es real”. Éstas son las expresiones que,<br />

de forma natural, surgen de los labios de sujetos melancólicos al describir su cambiante estado. 14<br />

14 Tomo estos ejemplos de la obra de G. DUMAS, La Tristesse et la Joie, 1900.<br />

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