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LAS VARIEDADES DE LA EXPERIENCIA RELIGIOSA

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obra de Cristo, aunque frecuentemente es eficaz y premonitoria, es en realidad accesoria e inesencial, y<br />

que la «gozosa convicción» también puede llegar por canales muy diferentes. Es a esta gozosa<br />

convicción en sí, a la seguridad de que todo en uno mismo está bien, a la que daría el nombre de fe par<br />

excellence.<br />

«El sentimiento de alienación – escribe - que encierra al hombre en un yo estrechamente<br />

limitado se quiebra y el individuo se encuentra por entero de acuerdo con toda la creación. Vive en la<br />

vida universal; él y el hombre, él y la naturaleza, él y Dios son uno. Este estado de confianza, esperanza<br />

de unión con todas las cosas, que persigue la consecución de la unidad moral, es el estado de fe.<br />

Diversas creencias dogmáticas, con el advenimiento del estado de fe, toman un carácter de certeza,<br />

asumen una nueva realidad, se convierten en un objeto de fe. Ya que el ámbito de esta seguridad no es<br />

racional la argumentación resulta irrelevante. Pero por el hecho de que esta convicción constituye un<br />

simple esqueje casual del estado de fe, parece un grave error imaginar que el valor práctico más<br />

importante del estado de fe es su poder para estampar el sello de realidad a determinadas concepciones<br />

teológicas particulares. 14 Por el contrario, su valor se sitúa en el hecho de que es el correlato psíquico<br />

de un crecimiento biológico, que reduce los deseos opuestos en una sola dirección, un crecimiento que<br />

se expresa en nuestros estados afectivos y nuevas reacciones, de manera más amplia y noble, en<br />

actividades más parecidas a las de Cristo. El ámbito de la seguridad específica en los dogmas religiosos<br />

es entonces una experiencia afectiva. Los objetos de fe pueden, a pesar de todo, ser absurdos; la<br />

corriente afectiva los hará prosperar y les investirá de una certeza inquebrantable. Cuanto más<br />

sorprendente resulta la experiencia afectiva, más inexplicable parece y más fácilmente puede hacerse<br />

portadora de nociones insustanciales.» 15<br />

Las características de la experiencia afectiva que, por evitar ambigüedades, pienso que debe<br />

llamarse el estado de certeza y no estado de fe, se pueden enumerar fácilmente, aunque resulte difícil<br />

darse cuenta de su intensidad, a menos que se haya experimentado.<br />

La característica central es la pérdida de toda preocupación, la sensación de que todo esta bien<br />

en uno mismo, la paz, la armonía, el deseo de ser, a pesar de que las condiciones exteriores sean las<br />

mismas; la certeza de la «gracia», la «justicia», la «salvación» de Dios es una creencia objetiva que<br />

normalmente suele acompañar el cambio en los cristianos, pero puede ocurrir que eso nos falte<br />

completamente y, sin embargo, que la paz afectiva sea la misma - recordaréis el caso del graduado de<br />

Oxford - y se podrían dar muchos otros en los que la seguridad de la salvación personal sólo es un<br />

resultado tardío. Una pasión de buena voluntad, de aquiescencia, de admiración, es el centro luminoso<br />

de este estado de ánimo.<br />

La segunda característica es la sensación de percibir verdades desconocidas. Los misterios de la<br />

vida se hacen claros - como dice el profesor Leuba - y con frecuencia más sutiles normalmente, la<br />

solución casi siempre imposible de traducir a palabras. Pero estos fenómenos marcadamente<br />

intelectuales pueden posponerse hasta que hablemos del misticismo.<br />

“¿qué es lo que está consumado?" Y respondió ella misma: "Una expiación perfecta del pecado; se ha satisfecho<br />

completamente, el Sustituto ha pagado la deuda. Cristo ha muerto por nuestros pecados, no sólo por loa nuestros sino por<br />

los de todos los hombres. Entonces, si la obra está acabad», ti la deuda ha sido saldada, ¿qué nos queda por hacer?" En otro<br />

momento, el Espíritu Santo proyectó la luz en mi mente y me dio la gozosa convicción de que no debía hacer nada más que<br />

arrodillarme, aceptar al Salvador y su amor y alabar a Dios para siempre.' Autobiography of Hudson Taylor. Ya que no es<br />

accesible el original, vuelvo a traducir al inglés de la traducción francesa de Chelland (Ginebra, sin fecha).<br />

14 El caso de Tolstoi sería un buen comentario a estas palabras. En su conversión apenas cupo la teología; su estado de fe<br />

constituyó el retorno del sentimiento de que la vida tenía un valor infinito en su significado moral.<br />

15 «American Journal of Psychology», VII. PP. 345-347, versión resumida.<br />

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