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LAS VARIEDADES DE LA EXPERIENCIA RELIGIOSA

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experiencia; la divinidad está realmente presente, dice la religión, y entre ella y nosotros las relaciones<br />

de dar y recibir son reales. Si determinadas percepciones no pueden mantenerse en pie, seguramente el<br />

razonamiento abstracto no puede darles el soporte que necesitan. Los procesos conceptuales pueden<br />

clarificar hechos, definirlos, interpretarlos, pero no los producen, ni pueden reproducir su<br />

individualidad. Siempre hay un plus, un aquello, del que sólo el sentimiento puede responder. Así,<br />

pues, la filosofía en esta esfera tiene una función secundaria que no puede garantizar la veracidad de la<br />

fe, y vuelvo así a la tesis que anuncié al principio de esta conferencia.<br />

Con triste sinceridad, me parece que hemos de sacar la conclusión de que el intento por<br />

demostrar, a través de procesos puramente intelectuales, la verdad de las intuiciones liberadoras de la<br />

experiencia religiosa directa es absolutamente desesperanzador.<br />

Sería injusto para la filosofía, de cualquier modo, terminar con esta frase negativa. Permitidme,<br />

pues, concluir enumerando brevemente lo que todavía puede hacer por la religión. Si abandona la<br />

metafísica y la deducción por el criticismo y la inducción, y se transforma francamente de teología en<br />

ciencia de las religiones 1 puede llegar a ser enormemente útil.<br />

La inteligencia del hombre define espontáneamente la divinidad que percibe a través de formas<br />

que armonicen con sus predisposiciones intelectuales temporales. La filosofía puede, por comparación,<br />

eliminar lo local y accidental de estas definiciones. Puedo eliminar las incrustaciones históricas del<br />

dogma y la devoción Comparando las doctrinas religiosas espontáneas con los resulta. dos de la ciencia<br />

natural, la filosofía puede suprimir aquellas doctrinas que ahora resultan científicamente absurdas e<br />

incongruentes.<br />

Tamizando de esta manera las formulaciones inútiles, puede dejar un residuo de concepciones<br />

que cuando menos sean posibles. Entonces puede tratarlas como hipótesis, verificándolas de todas las<br />

formas, positivas y negativas, por las que siempre se comprueban las hipótesis. Puede reducir su<br />

número ya que muchas están abiertas a la objeción. Quizá pueda llegar a ser el portavoz o representante<br />

de una que considere la más verificable o verificada. Puede mejorar la definición de estas hipótesis<br />

distinguiendo lo que es sobrecreencia inocente y expresión simbólica, de lo que ha de tomarse<br />

literalmente. Como resultado, puede ofrecer su mediación entre creencias diversas y ayudar a lograr un<br />

consenso de opiniones. Puede conseguir esto con mayor éxito cuanto mejor distinga lo común y<br />

esencial de lo individual, y de los elementos locales de las creencias religiosas que compara.<br />

No veo por qué una crítica de la Ciencia de las Religiones de este tono no podría merecer<br />

eventualmente de forma general una adhesión pública como la que merece una ciencia física. Incluso<br />

los personalmente no religiosos aceptarían sus conclusiones sobre la fe, al igual que las personas ciegas<br />

aceptan los hechos de la óptica -resultaría absurdo no aceptarlos. Así como la óptica ha de alimentarse<br />

en primera instancia de hechos que experimenten personas que vean, también la ciencia de las<br />

religiones dependería, en su materia original, de hechos de experiencia personal, pero habría de<br />

ajustarse a través del proceso de las reconstrucciones críticas. Nunca podría huir de la vida concreta, o<br />

trabajar en un vacío conceptual. Habría de confesar, como lo hace toda ciencia, que las sutilezas de la<br />

naturaleza escapan y que las fórmulas son sólo aproximaciones. La filosofía vive de palabras, pero la<br />

verdad y la realidad fluyen en nuestras vidas de formas que exceden la mera formulación verbal. En el<br />

acto viviente de la percepción hay siempre algo que se vislumbra y se apaga y no puede apresarse<br />

nunca, y por esto la reflexión siempre llega demasiado tarde. Nadie conoce todo eso tan bien como el<br />

filósofo. Debe disparar su salva de nuevos vocablos con su escopeta conceptual, ya que su profesión le<br />

condena a esta tarea, pero conoce secretamente el vacío y la irrelevancia. Sus fórmulas son como fotografía<br />

estereoscópicas o cinetoscópicas vistas fuera del instrumento idóneo; les falta profundidad,<br />

movimiento, vitalidad. En la esfera religiosa, en particular, la creencia de que las fórmulas son<br />

verdaderas nunca puede ocupar por entero el lugar de la experiencia personal.<br />

En la próxima conferencia intentaré completar la tosca descripción de la experiencia religiosa, y<br />

en la que seguirá a ésta, que será la última, intentaré formular conceptualmente la verdad de la que es<br />

testimonio.<br />

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