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LAS VARIEDADES DE LA EXPERIENCIA RELIGIOSA

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pero cada vez que deseaba rogar de nuevo aquella mano invisible me agarraba el cuello y apretaba. Al<br />

final alguien dijo: "Arriésgate a expiar tu culpa porque si no lo haces morirás igualmente." Todavía con<br />

la presión y el ahogo hice un último esfuerzo por llamar a Dios en mi socorro, decidido a terminar la<br />

plegaria de misericordia aunque me ahogara y muriese, y lo último que recuerdo es que caí al suelo con<br />

la misma mano invisible en el cuello. No sé el tiempo que permanecí allí ni lo que pasó, no había<br />

compañero alguno y cuando volví en mí una multitud estaba a mi alrededor rogando a Dios. No fue<br />

sólo un momento, durante todo el día y la noche más bien ríos de luz y gloria parecían filtrarse en el<br />

interior de mi alma y, ¡oh, cómo había cambiado!, pareciéndome distintas todas las cosas: mis caballos,<br />

los cerdos, todo parecía distinto.»<br />

El caso de este hombre introduce la característica de automatismo que en individuos<br />

sugestionables ha sido tan sorprenden. te desde que, en tiempos de Wesley, Edwards y Whitfield,<br />

llegaron a ser instrumentos regulares de propagación del Evangelio. Al principio, se creía que<br />

constituían pruebas semimilagrosas de «poder» por parte del Espíritu Santo, pero pronto surgió fuerte<br />

divergencia de opiniones sobre el tema. Edwards, en Thoughts on the Revival of Religion in New<br />

England, las defiende frente a sus críticos, aunque su valor fue discutido durante mucho tiempo incluso<br />

dentro de la secta revivalista. 19 Indudablemente, no tienen un significado espiritual esencial y a pesar<br />

de que su presencia hace que la conversión sea más impresionante para los conversos, nunca quedó<br />

probado que aquellos que las experimentaron sean más perseverantes o fértiles en sus frutos que<br />

aquellos otros que realizaron el cambio interior con acompañamientos menos vio lentos. En conjunto,<br />

la inconsciencia, las convulsiones, las visiones, el hablar involuntariamente y la sofocación se deben<br />

adscribir simplemente al hecho de que el individuo posee una región subliminal dilatada que implica<br />

inestabilidad nerviosa. Con respecto al sujeto que la experimenta, ésta es la visión que conserva<br />

después; uno de los confidentes de Starbuck escribe, por ejemplo:<br />

«He pasado por la experiencia llamada conversión. Esta es mi explicación del hecho: el sujeto<br />

lleva sus emociones hasta el limite y al mismo tiempo resiste sus manifestaciones físicas como la<br />

aceleración del pulso, etc., que repentinamente dejan de ejercer su influencia sobre mí. La distensión es<br />

maravillosa y los placenteros efectos de las emociones se experimentan hasta el más agudo nivel.»<br />

Existe una forma de automatismo sensorial que posiblemente merece atención particular a causa<br />

de su frecuencia. Me refiero a los fenómenos lumínicos alucinadores o pseudoalucinadores, phillsmes,<br />

por usar el término psicológico. La visión cegadora de san Pablo parece ser un fenómeno de este tipo y<br />

también la cruz: en el cielo de Constantino. El último caso citado menciona raudales de luz y gloria;<br />

Henry Alline habla de una luz, de cuya exteriorización no está seguro; el coronel Gardiner ve una<br />

brillante luz; el presidente Finney dice:<br />

«Súbitamente la gloria de Dios brilló encima y a mi alrededor de manera maravillosa [...]. Una<br />

luz perfectamente inefable brilló en mi alma y casi me arrastró a tierra [...]. Luz: que asemejaba la<br />

claridad del sol en todas direcciones. Era demasiado intensa para los ojos [...]. Me pareció saber<br />

entonces, por experiencia, algo de la luz que postró a san Pablo cuando se dirigía a Damasco. Era tal la<br />

luz que no pude soportarla demasiado tiempo.» 20<br />

Estos informes de fotismos no son inusuales. Aquí presentamos otro de la recopilación de<br />

Starbuck, en el que la luz apareció evidentemente del exterior:<br />

19 Consúltese William B. SPRAGE, Lectures on Revivals of Religion, Nueva York, 1832, en el largo apéndice donde<br />

aparecen las opiniones de múltiples clérigos.<br />

20 Memoirs, p. 34.<br />

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