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LAS VARIEDADES DE LA EXPERIENCIA RELIGIOSA

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es que tales argumentos tan sólo obedecen las sugerencias combinadas de los hechos y nuestro<br />

sentimiento. No prueban nada rigurosamente. Sólo corroboran nuestras parcialidades preexistentes.<br />

Si la filosofía puede hacer tan poca cosa por establecer la existencia de Dios, ¿cómo se explican<br />

sus esfuerzos por definir sus atributos? Vale la pena estudiar las tentativas de la teología sistemática en<br />

esta dirección.<br />

Ya que Dios es la Causa Primera, sostiene esta ciencia de las ciencias, difiere de todas las otras<br />

criaturas en el hecho de poseer una existencia a se. De esta cualidad de a se de Dios, la teología<br />

deduce, por simple lógica, la mayoría de sus otras perfecciones. Por ejemplo, ha de ser necesario y<br />

absoluto, no puede no serlo y de ninguna manera puede ser determinado por otra cosa. Esto lo hace<br />

absolutamente ilimitado desde fuera y, también, ilimitado desde dentro, puesto que la limitación es no<br />

ser y Dios es ser en sí. Esta ausencia de limitación hace a Dios infinitamente perfecto. Aún más, Dios<br />

es Uno, y Único, porque lo infinitamente perfecto no admite par. Él es Espiritual ya que, si estuviera<br />

compuesto de partes físicas, algún otro poder las habría combinado en el todo y esto contravendría su<br />

condición de a se. Es, por tanto, de naturaleza simple y no física. Es simple metafísicamente, es decir,<br />

su naturaleza y su existencia no pueden ser diferentes, ya que están presentes en infinitas sustancias que<br />

comparten sus naturalezas formales y sólo son individuales en su aspecto material. Como Dios es uno y<br />

único, su essentia y su esse deben darse de una sola vez. Esto excluye de su ser todas aquellas<br />

distinciones, tan familiares en el mundo de las cosas finitas, entre la potencialidad y la realidad, entre<br />

sustancia y accidente, entre ser y actividad, entre existencia y atributos. Podemos hablar, es verdad, de<br />

actos de Dios y de atributos precisos, pero estas distinciones sólo son «virtuales» y establecidas desde<br />

el punto de vista humano. En Dios todas estas perspectivas forman parte de una identidad del ser<br />

absoluta.<br />

Esta ausencia de toda potencialidad en Dios, le obliga a ser inmutable. Es actualidad de los pies<br />

a la cabeza. Si hubiese algo potencial en Él, con su actualización o bien perdería o bien ganaría, y<br />

entonces o la pérdida o la ganancia contravendrían su perfección. Por consiguiente, no puede cambiar.<br />

Aún más, es inmenso, ilimitado, pues si pudiera ser dibujado en el espacio, sería compuesto y<br />

contravendría así su indivisibilidad. Por lo tanto, es omnipresente, indivisible en cada punto del<br />

espacio. También esté presente en cada instante temporal; en otras palabras, es eterno. Porque si<br />

tuviese origen en el tiempo, necesitaría una causa anterior, y eso negaría su cualidad de a se. Si fuese<br />

finito, contravendría su necesidad. Si pasara por cualquier sucesión, negaría su inmutabilidad.<br />

Tiene inteligencia y voluntad y todas las otras perfecciones de las criaturas, puesto que nosotros<br />

las poseemos y eflectus nequit superare causam. De cualquier modo, en Él están absoluta y eternamente<br />

en acto, y su objeto, dado que Dios no puede ser limita. do por nada externo, no puede ser<br />

tampoco, primariamente, nada más que Dios mismo. Así, pues, Él se conoce a si mismo en un acto<br />

eterno indivisible y se desea con un deleite infinito. 8 Ya que por necesidad lógica ha de amarse y<br />

estimarse así, no le podemos llamar «libre» ad intra, con la libertad de discrepancia que caracteriza a<br />

las criaturas finitas. Ad extra, sin embargo, o con respecto a su creación, Dios es libre. No puede<br />

necesitar crear, siendo ya perfecto en ser y felicidad. Desea crear, entonces, por un acto de libertad<br />

absoluta.<br />

Siendo una sustancia dotada de intelecto, voluntad y libertad, Dios es una persona, y una<br />

persona viva ya que es el objeto y el sujeto de su propia actividad, y ser así es lo que distingue a los<br />

vivientes de los que carecen de vida. En consecuencia, es absolutamente autosuficiente: su amor y su<br />

llena nuestras enciclopedias. Sin embargo. mientras tanto, entre y alrededor de ellas hay un caos infinito y anónimo de<br />

objetos en los que nadie ha pensado nunca; de relaciones que nunca han llamado nuestra atención, los hechos de orden de<br />

los que parte el argumento físico-teológico son así fácilmente susceptibles de ser interpretados como productos humanos<br />

arbitrarios. Siempre que éste sea el caso, aunque no haya ningún argumento contra la existencia de Dios, se sigue que el<br />

argumento a favor de Dios no constituirá una prueba contundente de su existencia. Sólo será convincente para quienes ya<br />

creen en él por otros argumentos.<br />

8 Para los escolásticos, la facultas appetendi abarca el deseo y la voluntad.<br />

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