LAS VARIEDADES DE LA EXPERIENCIA RELIGIOSA
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abandonasen su Ser en aquellos dos estados diferentes. En primer lugar, en su estado de condenación y<br />
después en su estado de liberación y felicidad.»<br />
Estas citas expresan bastante bien para nuestro propósito la interpretación doctrinal de estos<br />
cambios. Sea cual sea la parte que la sugestión y la imitación hayan tenido en la transformación de<br />
hombres y mujeres, en innumerables casos individuales, ha constituido a pesar de todo una experiencia<br />
original y genuina. Si escribiésemos la historia de la mente, sin ningún tipo de interés religioso, desde<br />
el punto de vista de la historia natural, tendríamos -todavía que explicar la facilidad del hombre para<br />
convertirse de repente y por entero como una de sus peculiaridades más cariñosas.<br />
Ahora bien, ¿qué debemos pensar de todo esto? ¿Se trata de una conversión instantánea, de un<br />
milagro en el que Dios -está presente como no sucede en ningún otro cambio anímico menos<br />
impresionantemente abrupto? ¿Hay dos clases de seres humanos incluso entre los aparentemente<br />
regenerados, una de las cuales comparte la naturaleza de Cristo y la otra sólo produce esta impresión?<br />
O por el contrario, ¿puede ser el fenómeno completo de la regeneración, hasta en los casos más<br />
sorprendentes, puede, repito, ser un proceso estrictamente natural, de resultados divinos, pero en un<br />
caso más y en el otro menos, y nunca más o menos divino en su causa y en su mecanismo que cualquier<br />
otro proceso superior o inferior de la vida interior del hombre?<br />
Antes de pasar a contestar esta pregunta quiero solicitaros que escuchéis otras apreciaciones<br />
psicológicas. En la última conferencia expliqué el cambio de los centros de energía en los hombres y el<br />
estallido de nuevas crisis de emoción. Expliqué los fenómenos debidos en parte a procesos<br />
explícitamente conscientes del pensamiento o la voluntad y, en parte, también a la incubación<br />
subconsciente y la maduración de motivos que sedimentan las experiencias de la vida. Cuando están<br />
maduros los resultados, florecen. Hablaré a continuación de la religión subconsciente donde ocurren<br />
estos procesos de floración de manera un poco menos vaga; sólo lamento que los límites de tiempo me<br />
obliguen a ser breve.<br />
La expresión «ámbito o campo de la conciencia» hace poco que está de moda en los libros de<br />
psicología. Hasta hace bien poco tiempo, la unidad de la vida mental se expresaba con el término<br />
«idea» y se consideraba algo definitivamente esbozado. Actualmente, los psicólogos tienden, primero,<br />
a admitir que la unidad real es probablemente el estado mental total de conciencia, o el conjunto de<br />
objetos presentes en el pensamiento en cualquier momento; y en segundo lugar, a afirmar que es<br />
imposible esbozar la ondulación, el campo, de manera precisa.<br />
A medida que los campos mentales se suceden, cada uno presenta su centro de interés, por<br />
medio del cual los objetos de los que somos menos conscientes desaparecen, estableciéndose un<br />
margen tan tenue que casi no podemos precisar los límites. Normalmente nos alegramos cuando<br />
poseemos un amplio campo porque entonces observamos los conjuntos de verdades y vemos<br />
fácilmente las relaciones, o más bien las adivinamos, ya que nos transportan más allá del campo a<br />
regiones de objetividad todavía más remotas, regiones que más bien estamos a punto de percibir que<br />
realmente percibimos. En otros casos de aturdimiento, de cansancio o enfermedad, nuestros campos se<br />
reducen casi hasta un punto y nos encontramos contrariados y oprimidos.<br />
Individuos diversos presentan diferencias constitucionales en cuanto a la amplitud del campo.<br />
Los grandes genios organizadores son hombres con amplios campos de visión mental en la que un<br />
programa de acciones futuras aparece de inmediato estructurado y los rayos se dirigen lejos en<br />
direcciones definidas. En la gente común nunca se produce esta magnífica visión inclusiva de un<br />
problema; tropiezan continuamente, tantean el camino punto por punto y se detienen con frecuencia. En<br />
algunas condiciones de enfermedad la conciencia es sólo un vestigio, sin memoria del pasado ni<br />
pensamiento del futuro y con el presente restringido a alguna emoción somera o sensación corporal.<br />
El hecho importante que recuerda esta fórmula del «ámbito o campo» es la indeterminación del<br />
margen. Aunque la materia que contiene el margen la percibamos con descuido, sin embargo nos ayuda<br />
a orientar nuestro comportamiento y a determinar el movimiento siguiendo nuestra atención. Está<br />
alrededor nuestro como «el campo magnético», dentro del que nuestro centro de energía gira como la<br />
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