LAS VARIEDADES DE LA EXPERIENCIA RELIGIOSA
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como dijo el poeta, surge algo amargo, un toque de náusea, de desencanto, un hábito de melancolía,<br />
indicios de una muerte presentida que, por fugitivos que puedan ser, dan la sensación de venir de la<br />
región más profunda y a menudo ostentan un poder de convicción impresionante. El murmullo de la<br />
vida se detiene con su toque, como una cuerda de piano deja de sonar cuando la sordina la detiene.<br />
Naturalmente, la música puede comenzar de nuevo, a intervalos. Pero con ello, la conciencia de<br />
mentalidad sana queda con un sentimiento irremediable de precariedad. Es una campana resquebrajada<br />
que apenas puede, con gran esfuerzo y voluntad, coger el aire que precisa para tañer.<br />
Incluso si imaginamos un hombre tan poseído de mentalidad sana que jamás haya<br />
experimentado personalmente ninguno de esos serios intervalos, si es reflexivo, debe generalizar y<br />
clasificar su suerte con la de los demás, y al hacerlo verá que su singularidad sólo es una oportunidad<br />
afortunada sin ninguna diferencia esencial. En cuyo caso se produce la falsa seguridad de que se trata<br />
de la estructura natural de las cosas, y entonces ¡Adiós seguridad! ¿No es esa suerte una frágil ficción?<br />
¿Vuestra alegría no es muy semejante a la risa de un pícaro tras el éxito? ¡Si en realidad todo fuesen<br />
éxitos, aunque fuesen como éstos! Pero cojamos al hombre más feliz, el más envidiado del mundo, y<br />
nueve de cada diez veces su más íntima conciencia es de fracaso. O bien sus ideales sobre el éxito son<br />
mucho más elevados que los resultados obtenidos, o bien acaricia ideales secretos que el mundo no<br />
conoce, de los cuales sabe interiormente que carece.<br />
Cuando un optimista animoso como Goethe puede expresarse de esta forma, ¿qué será de los<br />
hombres menos afortunados?<br />
“No diré nada - escribe Goethe en el año 1824 - contra el curso de mi existencia. Pero en el<br />
fondo sólo ha habido dolor y pesadumbre, y puedo afirmar que durante todos estos 75 años no he<br />
disfrutado de cuatro semanas de auténtico bienestar. Mi vida ha sido un perpetuo rodar de la piedra que<br />
debe volver a subir”.<br />
¿Qué hombre fue jamás tan afortunado como Lutero? Pese a ello, cuando envejeció,<br />
consideraba su vida anterior como si hubiese sido un absoluto desastre.<br />
“Estoy completamente cansado de la vida, ruego que el Señor venga sin dilación y se me lleve<br />
de aquí. Que venga, sobre todo, con su Juicio Final. Aprestaré mi cuello, el trueno rugirá y yo<br />
reposaré”. Y con un collar de ágatas blancas en la mano añadió: “¡Oh Dios, asegúrame que vendrá sin<br />
tardar! Estoy dispuesto a comerme este collar hoy para que el Juicio sea mañana”. La princesa Electora,<br />
un día que Lutero cenaba con ella, le dijo: “Doctor, desearía que vivieseis cuarenta años más”. “Señora<br />
- respondió él -, antes que vivir cuarenta años más, preferiría perder la oportunidad de ir al Paraíso”.<br />
Así, pues, ¡fracaso, fracaso! son las palabras que el mundo nos reitera en cada momento.<br />
Nosotros las difundimos con nuestros errores, delitos, oportunidades perdidas, con todos los<br />
testimonios de nuestra incapacidad profesional. Con qué énfasis nos destruye. Ningún fácil castigo,<br />
ninguna excusa sencilla o expiación formal satisfarán las demandas mundanas, sino que cada libra de<br />
carne debida se arranca con toda su sangre. Las más sutiles formas de sufrimiento que conoce el<br />
hombre están entreveradas con las más venenosas humillaciones.<br />
Son experiencias humanas primeras; un proceso tan general y duradero es, evidentemente, una<br />
parte integral de la vida. “Existe, de hecho, un factor en el destino humano - escribe Robert Louis<br />
Stevenson - que la ceguera misma no puede controvertir. Cualquier cosa que nos propongamos hacer<br />
no prometemos acabarla con éxito; el fracaso es el destino añadido”. 6 Estando nuestra naturaleza tan<br />
enraizada en el fracaso, ¿es extraño que los teólogos lo hayan tomado como esencial y pensado que<br />
6 Y añade con una mentalidad sana característica: “Nuestra tarea es continuar errando con buen humor”.<br />
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