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LAS VARIEDADES DE LA EXPERIENCIA RELIGIOSA

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vida; 11 el nombre de «estado de fe» con que el profesor Leuba lo designa es bastante apropiado. 12 Se<br />

trata de una condición tanto biológica como psicológica, y Tolstoi es del todo preciso al clasificar la fe<br />

entre las fuerzas por medio de las cuales viven los hombres. 13 La total ausencia de la misma -<br />

anhedonía- 14 significa hundimiento.<br />

El estado de fe puede manifestar un mínimo de contenido intelectual; vimos ejemplos<br />

pertinentes en aquellos éxtasis repentinos provocados por la presencia divina o por los arrebatos<br />

místicos que describe el doctor Burke. 15 Puede ser también un simple entusiasmo vago, medio<br />

espiritual y medio vital, una conciencia y un sentimiento de que cosas grandes y maravillosas están en<br />

el aire. 16<br />

Sin embargo, cuando un contenido intelectual positivo queda asociado con un estado de fe<br />

aparece indeleblemente grabado en la creencia, 17 lo que explica la apasionada lealtad de las personas<br />

religiosas con respecto a los más pequeños detalles de sus diferentes credos. Si tomamos juntos los<br />

credos y los estados de hecho, formando «religiones», y los tratamos como a fenómenos puramente<br />

subjetivos, sin importarnos la cuestión de su «verdad», estamos obligados, en razón de su<br />

extraordinaria influencia sobre la acción, a clasificarlos entre las funciones biológicas más importantes<br />

de la humanidad. Su efecto estimulante y anestésico es tan grande que el profesor Leuba, en un reciente<br />

artículo 18 se atreve a ir aún más lejos y afirma que en tanto los hombres puedan utilizar su Dios les<br />

importa muy poco quién sea, e incluso si es. «La verdad del problema puede exponerse de esta forma -<br />

dice Leuba- Dios no es conocido, no es comprendido, es simplemente utilizado, a veces como<br />

proveedor material, a veces como soporte moral, a veces como amigo, a veces como un objeto de amor.<br />

Si demuestra su utilidad la conciencia religiosa no exige nada más. ¿Existe Dios realmente? ¿Cómo<br />

existe? ¿Qué es?, son preguntas irrelevantes; no es a Dios a quien encontramos en el análisis último del<br />

fin de la religión, sino la vida, mayor cantidad de vida, una vida más larga, más rica, más satisfactoria.<br />

El amor a la vida, en cualquiera y en cada uno de sus niveles de desarrollo, es el impulso religioso.» 19<br />

11 Compárense, por ejemplo, las páginas dedicadas a al «Conversión y santidad».<br />

12 «American Journal of Psychology», VII, p. 345.<br />

13 Véase la conferencia XI.<br />

14 Véase el capítulo dedicado a la conversión.<br />

15 Véase la última conferencia.<br />

16 Ejemplo: Heon Perreyve escribe a Gratry: «No sé cómo afrontar la felicidad que me descubriste esta mañana. Me aturde,<br />

quiero actuar como todo el mundo, pero ni puedo ni sé hacer nada. De buena gana haría grandes cosas.» Después de una<br />

entrevista estimulante, escribe de nuevo: «Me fui a casa, intoxicado de alegría, de esperanza. Quería alimentarme de mi<br />

felicidad en soledad, lejos de los hombres; era muy tarde, pero sin pensarlo seguí un sendero del bosque como si estuviese<br />

loco, buscando el cielo, sin importarme en absoluto este mundo. Súbitamente, el instinto me hizo volver hacia atrás de prisa,<br />

estaba al borde del precipicio, un paso más y habría caído. Me horroricé y abandoné el paseo nocturno.» A. GRATRY,<br />

Henri Perreyve, Londres, 1872, pp. 89, 92.<br />

La primacía, en todo estado de fe. del vago impulso expansivo sobre la direccionalidad queda perfectamente<br />

expresada en las líneas de Walt WHITMAN (Leaves of Grass, 1872, p. 190).<br />

«¡Oh, tomad la noche, las tempestades, el hambre, el ridículo, los accidentes, las renuncias como hacen los<br />

animales y los árboles [...]. querido Camerado! Confieso que te empujé delante de ml, y todavía lo hago, sin saber cuál es<br />

nuestro destino, o si venceremos o seremos absolutamente derrotados.,<br />

Esta disposición para las grandes cosas y este sentimiento de que el mundo, por su importancia, etc., es propenso a<br />

su producción, parecería ser el germen indiferenciado de cualquier fe más elevada. la confianza en nuestros sueños o en la<br />

expresión de los destinos de nuestra patria, como la fe en la providencia divina, poseen su génesis en el ímpetu de nuestras<br />

pulsiones esperanzadas y en este sentido exceden lo real.<br />

17 Comparad con LEUBA, citado anteriormente.<br />

18 The Contens of Religious Consciousness, en «The Monist», XI, p. 536, julio de 1901.<br />

19 Loc cit. Véase también la crítica extraordinariamente acertada de este escritor de la idea según la cual la religión buscarla<br />

en primer lugar resolver el misterio intelectual del mundo. Compárese con lo que afirmaba W. BEN<strong>DE</strong>R (en su Wessen der<br />

Religion, Bonn, 1888, pp. 38, 85): «No fomentan religión olla pregunta sobre Dios ni la búsqueda del origen y el propósito<br />

del mundo, sino la pregunta sobre el hombre. Todos los puntos de vista religiosos sobre la vida son antropocéntricos.» «La<br />

religión constituye la actividad del impulso humano hacia la auto-conservación por medio de la cual el hombre busca<br />

conseguir sus propósitos vitales básicos frente a la presión adversa del mundo, alzándose libremente hacia los poderes que<br />

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