LAS VARIEDADES DE LA EXPERIENCIA RELIGIOSA
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o samádhi... Así como la actividad inconsciente se produce por debajo de la conciencia, hay otra<br />
actividad por encima de la conciencia misma que no está acompañada del sentimiento de egoísmo... No<br />
existe ningún sentido del yo, y la mente actúa sin deseos, libre de desazones, sin objeto, sin cuerpo. La<br />
verdad entonces brilla en todo su fulgor y nos conocemos -ya que el samádhi es potencial en todos<br />
nosotros- tal como somos verdaderamente, libres, inmortales, omnipotentes, liberados de lo finito y de<br />
sus contrastes entre el bien y el mal e idénticos con el Abtman o Alma Universal.» 20<br />
Los vedantas afirman que se puede alcanzar la superconsciencia esporádicamente, sin disciplina previa;<br />
pero que entonces es impura; su prueba de pureza, como la muestra del valor de la religión, es<br />
empírica: sus consecuencias han de ser positivas para la vida. Cuando un hombre sale del samádhi nos<br />
aseguran que permanece «ilustrado, convertido en un sabio, un profeta, un santo, todo su carácter ha<br />
cambiado, también su vida ha cambiado, se ha iluminado». 21<br />
Los budistas, como los hindúes, utilizaban la palabra samdhi, pero su expresión específica para<br />
los estados superiores de contemplación es dhyána. El primer estado ocurre mediante la concentración<br />
de la mente en un punto determinado; excluye el deseo, pero no el criterio ni el discernimiento: todavía<br />
es intelectual. En la segunda fase la función intelectual se disuelve y queda satisfecho el sentido de<br />
unidad. En la tercera fase desaparece la satisfacción y comienza la indiferencia, junto con la memoria y<br />
la autoconciencia. En la cuarta fase la indiferencia, la autoconciencia y la memoria alcanzan la<br />
perfección (lo que «memoria» y «autoconciencia» significan en este contexto es dudoso. No pueden ser<br />
las facultades que nos resultan tan familiares en la vida inferior). Incluso se mencionan estados<br />
superiores de contemplación -una región en la que no existe nada y donde el mediador exclama: «No<br />
existe absolutamente nada»-, y se detiene. Entonces alcanza una nueva región donde afirma: «No hay<br />
ideas ni ausencia de ideas», y vuelve a parar. Después otra región donde «habiendo alcanzado el fin de<br />
la idea y de la percepción, definitivamente se detiene». Esto parecería cuando menos el Nirvana o una<br />
aproximación tan completa como la vida permite. 22<br />
En el mundo mahometano la secta sufí y varias escuelas derviches son los poseedores de la<br />
tradición mística. Los sufis existieron en Persia desde los tiempos más antiguos, y como su panteísmo<br />
es tan diferente del cálido y rígido monoteísmo de la mentalidad árabe, se ha sugerido que el sufismo<br />
debe haber sido inoculado al Islam por influencias hindúes. Los cristianos sabemos pocas cosas del<br />
sufismo, ya que sus secretos sólo se revelan a los iniciados. Para otorgarle cierta vitalidad a su<br />
existencia citaré un documento musulmán y dejaremos el tema por el momento.<br />
Al-Ghazzali, teólogo y filósofo persa que vivió y floreció en el siglo XI y que es uno de los<br />
doctores del islamismo, ha dejado una de las pocas autobiografías que encontrarse pueden fuera de la<br />
literatura cristiana. Sorprende que un género de libro tan abundante entre nosotros esté tan poco<br />
representado en otros lugares; la ausencia de confesiones estrictamente personales constituye la<br />
dificultad más grande para el estudioso escrupulosamente literario que quiere conocer las interioridades<br />
de otras religiones que no sean la cristiana.<br />
Schmölders ha traducido una parte de la autobiografía de Al-Ghazzali al francés: 23<br />
«La ciencia de los sufis -dice el autor musulmán- aspira a desligar el corazón de todo lo que no<br />
20 Las citas son de VIVEKANANDA, Raja Yoga, Londres, 1896. La más completa fuente de información sobre el yoga es<br />
la obra que tradujo Vihari Lala Mitra, Yoga Vasista Maha Ramayana. 4 vols., Calcuta, 1891-1899.<br />
21 Un testigo europeo, después de comparar cuidadosamente los resultados del yoga con aquellos que los estados hipnóticos<br />
o fantásticos pueden producir artificialmente, dice: «Hace de sus verdaderos discípulos hombres buenos, sanos y felices [...].<br />
Por el dominio que el yogui alcanza de sus pensamientos y de su cuerpo, te convierte en un "carácter". Por la sujeción de<br />
sus impulsos y propensiones a su voluntad y la fijación de ésta en el ideal de bondad, llega a ser una "personalidad" que los<br />
Otros no pueden perturbar, y es casi lo opuesto de lo que nosotros imaginamos que ha de ser un "médium" o un sujeto<br />
hipnotizante"». Karl KELLMER, Yoga: Eine Skizze, Munich, 1986, p. 21.<br />
22 Sigo el relato de C. F. KOEPPEN, Die Religion des Buddha, Berlín, 1857, I, p. 585, y II.<br />
23 Para un relato completo, véase B. MACDONALD, The Life of Al-Ghazzadi, y Journal of the American Orientat Society,<br />
1899, vol. XX, p. 71.<br />
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