LAS VARIEDADES DE LA EXPERIENCIA RELIGIOSA
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Dios... Ahora Cristo, mi Cabeza, mi Virtud y Vida; y la tierra por mi persona, el cuerpo... Cristo fue un<br />
Cristo inapreciable para mi alma aquella noche, apenas podía continuar en la cama por la alegría y la<br />
paz, y el triunfo a través de Cristo”.<br />
Bunyan se hizo ministro del Evangelio, y a pesar de su constitución neurótica y de los doce<br />
años que pasó en prisión por inconformista, su vida se volvió útil y activa. Era un pacificador y un<br />
instrumento del bien, y la alegoría inmortal que escribió vino a recordar el espíritu de la paciencia<br />
religiosa a los corazones ingleses.<br />
Pero ni Bunyan ni Tolstoi podían transformarse en lo que se denomina individuos de una<br />
mentalidad sana; habían bebido demasiado en la copa de la amargura para olvidarse nunca de su sabor,<br />
y su redención se efectuó en un universo de doble fondo. Cada uno de ellos dio cuenta de un bien que<br />
rompió la extremidad efectiva de su tristeza; con todo, la tristeza persistía como un ingrediente menor<br />
en el cuerpo de la fe por la cual fue superada. El hecho que nos interesa es que, en efecto, pudiésemos<br />
encontrar, y encontrásemos alguna cosa que surgiese del interior de su conciencia y por la que esa<br />
tristeza interna se pudiese superar. Tolstoi hace bien en decir aquello que hace vivir al hombre, ya que<br />
es exactamente eso, un estímulo, una excitación, una fe, una fuerza que reinfunde el deseo positivo de<br />
vivir, incluso en presencia de las percepciones desagradables que un poco antes habían hecho que la<br />
vida pareciera insoportable. La percepción del mal apenas quedó alterada en su ámbito; sus últimos<br />
trabajos lo muestran implacable con todo el sistema de valores oficiales: la ignominia de la vida<br />
elegante, la infamia del imperio la falsedad de la Iglesia, la presunción vana de las profesiones, la<br />
vileza y crueldad que van unidas al éxito, y todas las restantes instituciones criminales y engañosas de<br />
este mundo. Su experiencia le había enseñado que ser indulgente con todo eso era aceptar el mal.<br />
Bunyan también dejó este mundo al enemigo. 12<br />
“En primer lugar debo pronunciar una sentencia de muerte - dice - sobre todo lo que puede ser<br />
propiamente denominado cosa de esta vida; hasta considerarme yo mismo, mi esposa, mis hijos, mi<br />
salud, mis alegrías, como muertos para mí y yo muerto para ellos.<br />
“Creer en Dios a través de Cristo, por lo que atañe al mundo que ha de venir; en cuanto a este<br />
mundo considerar la tumba mi casa, yacer en la oscuridad y decir a la corrupción: tú eres mi padre, y al<br />
gusano, tú eres mi madre y mi hermana... Tener que separarme de mi esposa y de mis hijos era como<br />
separar la carne delos huesos, especialmente de mi pobre hijo ciego, que atesoraba junto a mi corazón.<br />
¡Pobre niño!, pensaba, ¡cuántas pensás sufrirás en este mundo! Te pegarán, tendrás que pordiosear,<br />
pasar hambre, frío, desnudez y mil calamidades, y yo no podré soportar que el viento sople contra ti.<br />
Sin embargo, debéis arriesgaros con Dios, aunque me estremece abandonaros”.<br />
Apuntan aquí indicios de resolución, pero parece que el torrente de la liberación mística nunca<br />
inundó la pobre alma de John Bunyan.<br />
Estos ejemplos pueden ser suficientes para informaros de manera general del fenómeno<br />
técnicamente llamado “Conversión”. En la conferencia próxima os invitaré a estudiar sus<br />
peculiaridades y paralelismos con detalle.<br />
12 En las citas de Bunyan, he omitido algunos fragmentos intermedios del texto.<br />
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