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LAS VARIEDADES DE LA EXPERIENCIA RELIGIOSA

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Cuando consideramos todas las cosas en Dios y a Él las referimos, leemos expresiones de<br />

significado superior en las cosas comunes. 19 La inercia con que la costumbre cubre lo familiar desaparece,<br />

y la existencia entera queda transfigurada; el estado mental que despierta así del entumecimiento<br />

aparece bien expresado en estas palabras que tomo de la carta de un amigo:<br />

«Si nos entretenemos en sumar todas las mercedes y bondades que recibimos, quedamos<br />

abrumados por su número (tan grande que podemos imaginarnos incapaces de que nos dé tiempo<br />

incluso para empezar a considerar las cosas que podemos pensar que no tenemos). Las sumamos y nos<br />

damos cuenta que la bondad de Dios nos abruma, que estamos rodeados de bondades sobre bondades<br />

sin las cuales todo se derrumbaría. ¿No hemos de amarle, no nos sentiremos sostenidos por los Brazos<br />

Eternos?»<br />

Algunas veces el darnos cuenta cabal de que estos hechos los envía la divinidad, en vez de ser<br />

habitual es casual, como una experiencia mística. El padre Gratry nos ofrece un buen ejemplo de su<br />

período de melancolía juvenil:<br />

«Un día tuve un momento de consuelo porque tropecé con una cosa que me pareció idealmente<br />

perfecta. Era un pobre tamborilero que tocaba por las calles de París. Caminé detrás de él volviendo de<br />

la escuela en el atardecer de un día festivo. Su tambor sonaba de tal manera que, en aquel momento al<br />

menos, por más quisquilloso que fuera, no podía encontrar ningún pretexto para censurarle. Era<br />

imposible concebir más nervio o espíritu, mejor tiempo o medida, mayor riqueza o limpieza que las que<br />

habla en este redoble. El deseo no podía ir más allá; estaba encantado y consolado, la perfección de este<br />

acto mínimo me hizo bien. El bien es al menos posible, dije, ya que el ideal a menudo es un hecho.» 20<br />

En la novela Obermann, de Sénancours, se relata una revelación similar. En las calles de París,<br />

un día de marzo, encontrar una flor, un simple junquillo:<br />

«Era la expresión más fuerte del deseo, era el primer perfume del año y sentí la felicidad<br />

completa destinada al hombre. Esa inexplicable armonía anímica, el fantasma del mundo ideal, surgió<br />

en mí completamente. Nunca había sentido nada tan gran. de e instantáneo; no sé qué forma, qué<br />

analogía, qué relación concreta era la que me hacía ver en esta flor una belleza sin límites. Nunca<br />

incluiré en un concepto esta capacidad, esta inmensidad que nada expresa; esta forma que nada<br />

contendrá, este ideal de un mundo mejor que uno siente pero que, según parece, la naturaleza no ha<br />

hecho real.» 21<br />

En otras conferencias hablamos del rostro vivificado del mundo según puede presentarse a los<br />

conversos cuando despiertan a una nueva vida; 22 como norma, las personas religiosas piensan<br />

generalmente que sean cuales sean los hechos naturales que les relacionen de alguna manera con su<br />

19 «Dios mío - escribió Epicteto-, cualquier cosa de la creación es suficiente para demostrar la Divina Providencia a un<br />

espíritu humilde y agradecido. La simple posibilidad de obtener leche de la hierba, queso de la leche y lana de las pieles,<br />

¿quién lo estableció y propuso? Tanto si roturamos como si aramos o comemos, ¿no hemos de entonar este himno a Dios?<br />

Dios es grande, porque nos ha provisto de estos instrumentos para labrar la tierra; grande es Dios, porque nos ha dado<br />

manos e instrumentos para la digestión, porque nos ha dado el crecer insensiblemente y respirar cuando dormimos. Estas<br />

cosas las habríamos de celebrar siempre [...]. Pero porque la mayoría de vosotros» sois ciegos e insensibles, ha de izober<br />

alguien que ocupe ese lugar y eleve, en nombre de todos esos hombres, el himno a Dios. ¿Qué otra cosa puedo hacer, viejo<br />

y cojo, sino entonar himno» a Dios? Si fuese un ruiseñor haría el papel del ruiseñor, si fuese un Cisne, el papel de cisne.<br />

Pero ya que soy una criatura racional, mi deber es alabar a Dios [...]. Y os invito a que os unáis a la misma canción., Works,<br />

libro I, Cap. XVI, traducción inglesa de Carter-Higginson.<br />

20 Souvenirs de ma Jeunesse, 1897, p. 122.<br />

21 Op. cit., carta XXX.<br />

22 Compárese con la falta de expresión del mundo para los melancólicos.<br />

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