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LAS VARIEDADES DE LA EXPERIENCIA RELIGIOSA

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manera un escritor platónico, como Emerson, puede tratar la divinidad abstracta de las cosas, la<br />

estructura moral del universo, como un hecho que merece reverencia. En las diversas iglesias sin Dios,<br />

que actualmente se están entendiendo por el mundo bajo el nombre de sociedades éticas, encontramos<br />

otro símil de la divinidad abstracta; se cree en la ley moral como objeto último.<br />

En la mente de muchos la “ciencia” está ocupando el lugar de la religión. Cuando es así, el<br />

científico trata las “leyes de la naturaleza” como hechos objetivos que han de ser venerados. Una<br />

excelente escuela de interpretación de la mitología griega afirma que los dioses griegos en su origen,<br />

tan sólo eran personificaciones medio metafóricas de aquellas grandes esferas de ley y orden abstractas<br />

en las que se divide el mundo natural - la esfera celeste, la esfera oceánica, la esfera terrestre, etc. -, así<br />

como ahora podemos hablar de la sonrisa de la mañana, el beso de la brisa o la punzada del frío, sin<br />

querer decir con ello que estos fenómenos tengan verdaderamente faz humana. 3<br />

En relación al origen de los dioses griegos no necesitamos en este momento buscar opinión<br />

alguna, pero nuestra lista de ejemplos nos lleva a una conclusión semejante a ésta: Es como si en la<br />

conciencia humana existiese un sentido de la realidad, un sentimiento de presencia objetiva, una<br />

percepción de lo que podemos llamar “algo” más profundo y general que cualquiera de los “sentidos”<br />

especiales y particulares mediante los cuales la psicología actual supone que se revelan originalmente<br />

las realidades existentes. Si fuese así, podemos suponer que los sentidos desvelan nuestras actitudes y<br />

conducta tal como lo hacen habitualmente, excitando en primer lugar este sentido de la realidad. Pero si<br />

otra cosa, por ejemplo una idea, pudiese estimularlo de manera similar, tendría la misma prerrogativa<br />

de parecer real que poseen normalmente los objetos sensibles. Siempre que las concepciones religiosas<br />

pudiesen despertar este sentido de la realidad serían creídas en lugar de ser criticadas, aunque fuesen<br />

tan vagas y remotas que resultasen casi inimaginables, aunque no fuesen entidades por su propia<br />

condición, como Kant hace que sean los objetos de su teología moral.<br />

Las pruebas más curiosas de la existencia de este sentido de la realidad se encuentran en<br />

experiencias de alucinación. Frecuentemente ocurre que una alucinación se desarrolla imperfectamente,<br />

y la persona afectada sentirá una “presencia” en la habitación, localizada de una manera bien<br />

determinada, orientada de una forma particular, real en el sentido más enfático de la palabra, que a<br />

menudo llega de repente y parte de repente, y sin embargo no es ni vista, ni sentida, ni tocada, ni<br />

conocida ni ninguna de las formas “sensitivas” normales. Dejadme poneros un ejemplo antes de pasar a<br />

aquellos objetos cuya presencia preocupa más peculiarmente a la religión.<br />

Un amigo íntimo, una de las inteligencias más agudas que conozco, ha tenido diversas<br />

experiencias de este tipo. Como respuesta a mis preguntas escribe:<br />

“Durante los pasados años, he sentido varias veces lo que se llama “conciencia de una<br />

presencia”. Las experiencias en las que estoy pensando se distinguen claramente de otro tipo de<br />

experiencia que a menudo he experimentado e imagino sería también denominada por mucha gente<br />

“conciencia de una presencia”. Pero, para mí, la diferencia entre las dos clases de experiencia es tan<br />

grande como la diferencia que media entre sentir un ligero calor del que no se conoce su procedencia y<br />

encontrarse en el centro de una conflagración con todos los sentidos alerta.<br />

“Hacia el mes de septiembre de 1884 tuve la primera experiencia. La noche anterior había<br />

tenido, en la cama de la habitación de la Universidad, una tan vívida alucinación táctil de ser cogido<br />

por el brazo que me hizo levantarme y buscar un intruso en la habitación; pero la sensación de<br />

presencia propiamente dicha ocurrió la noche siguiente; después de apagar la vela y meterme en la<br />

cama, estuve despierto pensado en la experiencia de la noche anterior.<br />

“De repente noté que algo entraba en la habitación y se quedaba cerca de la cama. Sólo<br />

permaneció allí un minuto o dos. No lo reconocí por medio de ningún sentido ordinario, y sin embargo<br />

tenía una “sensación” horriblemente desagradable conectada con aquello. Ese hecho sacudió con mayor<br />

fuerza las raíces de mi ser que cualquier otra percepción normal. La sensación tenía en alguna medida<br />

3 Ejemplo: “La Naturaleza es siempre tan interesante, bajo cualquiera de sus aspectos, que cuando llueve me parece ver una<br />

bonita mujer llorando. Cuando más afligida está, más bonita me parece”. B. <strong>DE</strong> S. PIERRE.<br />

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