LAS VARIEDADES DE LA EXPERIENCIA RELIGIOSA
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epletas de sentido e importancia, todas inarticuladas pero que permanecen y como norma general<br />
comportan una curiosa sensación de autoridad duradera.<br />
Estas dos características califican cualquier estado que pretenda ser llamado místico, en el<br />
sentido en que yo uso la palabra. Hay otras dos características menos acusadas, pero que habitualmente<br />
aparecen y que son:<br />
3. Transitoriedad. Los estados místicos no pueden mantenerse durante mucho tiempo. Salvo en<br />
caso de excepción, media hora o como máximo una hora o dos parece ser el límite más allá del cual<br />
desaparecen. Con frecuencia, una vez desaparecidos sólo de manera imperfecta pueden reproducirse,<br />
pero cuando se repiten se reconocen con facilidad y de una repetición a otra son susceptibles de<br />
desarrollo continuado en lo percibido como enriquecedor e importante interiormente.<br />
4. Pasividad. Aunque la llegada de los estados místicos puede estimularse por medio de<br />
operaciones voluntarias previas como, por ejemplo, fijar la atención, o con determinadas actividades<br />
corporales o de otras formas que los manuales de misticismo prescriben, sin embargo, cuando el estado<br />
característico de conciencia se ha establecido, el místico siente como si su propia voluntad estuviese<br />
sometida y, a menudo, como si un poder superior lo arrastrase y dominase. Esta última peculiaridad<br />
conecta los estados místicos con ciertos fenómenos bien definidos de personalidad desdoblada, como<br />
son el discurso profético, la escritura automática o el trance hipnótico. Cuando estas últimas<br />
características resultan muy pronunciadas, puede suceder que no quede ningún tipo de recuerdo del<br />
fenómeno y que no aporte significado alguno a la vida interior del individuo para la que, podríamos<br />
decir, constituye una simple interrupción. Los estados místicos, considerados estrictamente así, nunca<br />
son simplemente interruptivos. Siempre queda algún recuerdo de su contenido y un sentido profundo<br />
de su incidencia. Modifican la vida interior del sujeto durante los momentos en que suceden. Las<br />
divisiones tajantes, de cualquier modo, son difíciles de establecer en este ámbito y tropezamos con todo<br />
tipo de gradaciones e interferencias.<br />
Estas cuatro características son suficientes para definir un conjunto de estados de conciencia lo<br />
bastante peculiares como para merecer un enunciado especial y exigir un estudio cuidadoso. Así, pues,<br />
llamémosle conjunto místico.<br />
El siguiente paso debe ser el de conocer algunos ejemplos característicos. Los místicos grandes<br />
a cierta altura de su desarrollo han organizado con frecuencia, de forma muy elaborada, las propias<br />
experiencias y una filosofía basada en ellas. Sin embargo, recordad lo que sostuve en la primera<br />
conferencia: los fenómenos se entienden mejor cuando los integramos en sus series naturales, los<br />
estudiamos en el germen y en la decadencia de la madurez y los comparamos con su progenie<br />
exagerada y degenerada. La gama de la experiencia mística es muy amplia, demasiado para que<br />
podamos estudiarla por entero en el tiempo de que disponemos. No obstante, el método de estudio<br />
serial es tan importante para la interpretación que, si realmente queremos alcanzar conclusiones<br />
plausibles, debemos usarlo. Empezaré, por tanto, con fenómenos que no pretenden ningún significado<br />
religioso particular, y terminaré con aquellos cuyas pretensiones religiosas son extremas.<br />
El elemento más simple de la experiencia mística parece ser ese sentido profundo del<br />
significado de una máxima (o de una fórmula que a veces nos sobreviene). Decimos: «He oído esto durante<br />
toda mi vida pero hasta ahora nunca me había dado cuenta de su significado completo.» Lutero<br />
confesó: «Cuando un hermano de hábito repitió un día las palabras del Credo: "Creo en la redención de<br />
los pecados", vi la Escritura bajo una luz totalmente nueva y al instante sentí como si hubiera vuelto a<br />
nacer. Era como si hubiese encontrado la puerta del paraíso completamente abierta.» 1 Esta sensación<br />
de significado profundo no queda limitada a las proposiciones racionales; las palabras, 2 los efectos de<br />
1 Securus judicat orbis terrarum, de NEWMAN, es otro ejemplo.<br />
2 «"Mesopotamia" es el ejemplo cómico. Una entrañable vieja dama alemana, que en sus tiempos había viajado un poco.<br />
decía para describirme su Sehnsucht que debía visitar "Filadelfia", nombre que siempre estaba en su imaginación. Se dice<br />
que a John Foster siempre le habían fascinado palabras singulares (como calcedonio) o los nombres de héroes antiguos. En<br />
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