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LAS VARIEDADES DE LA EXPERIENCIA RELIGIOSA

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vida de prosperidad mundana sin sospechar que mientras tanto quizá no este' realmente dentro del<br />

juego, puesto que le falta la gran iniciación.<br />

Pues bien, eso es exactamente lo que sostiene el ascetismo y toma la iniciación voluntariamente.<br />

La vida no es ni una farsa ni una comedia elegante, afirma, sino algo que hemos de contemplar con<br />

vestidos de luto, esperando que su sabor amargo nos purgará de nuestra locura. La insensatez y el<br />

heroísmo son partes de ella tan enraizadas que la mentalidad sana, pura y simple, con su optimismo<br />

sentimental, difícilmente puede ser contemplada por ningún hombre sensato como una solución seria.<br />

Las frases de consuelo elegantes y reconfortantes nunca pueden ser una respuesta al enigma de la<br />

esfinge.<br />

En estas observaciones me baso sencillamente en el común instinto de realidad de la humanidad<br />

que de hecho siempre ha mantenido que el mundo es esencialmente un teatro para el heroísmo. En el<br />

heroísmo percibimos que se oculta el supremo misterio de la vida. No toleramos a nadie que no tenga<br />

capacidad para el heroísmo en algún aspecto. Por otra parte, no nos importan las debilidades de un -<br />

hombre si está deseoso de arriesgarse hasta la muerte y aún más, si la padece heroicamente en la causa<br />

que ha elegido; este hecho lo consagrará para siempre. Aunque sea inferior a nosotros en este o en otro<br />

aspecto, cuando nosotros, sin embargo, nos aferramos a la vida y él puede «lanzarla como una flor»,<br />

como si no le importase nada, lo consideramos nuestro superior en el más profundo sentido. Cada uno<br />

de nosotros siente personalmente que la indiferencia magnánima hacía la vida expiaría todos sus<br />

defectos.<br />

El misterio metafísico, reconocido de esta suerte por el sentido común, por el cual quien se<br />

alimenta de la muerte que se nutre a su vez de los hombres posee la vida de manera eminente y conoce<br />

mejor los requerimientos secretos del universo, constituye la ver dad justa de la que el ascetismo ha<br />

sido propiamente el campeón. La locura de la cruz, tan inexplicable para el intelecto, tiene su<br />

significado vital indestructible.<br />

Representativa y simbólicamente, por lo tanto, y aparte de los caprichos por los que<br />

inteligencias poco instruidas de épocas anteriores lo pueden haber dejado divagar, creo que se ha de<br />

reconocer que el ascetismo va ligado con la manera más profunda de tratar el regalo de la existencia. El<br />

optimismo naturalista, en comparación, es mera palabrería, adulación y lisonja. Por consiguiente, el<br />

recurso a la línea práctica de conducta para nosotros, hombres religiosos, me parece que no debería ser<br />

simplemente dar la espalda al impulso ascético, tal como hacemos la mayoría, sino más bien estribaría<br />

en descubrirle alguna salida cuyos resultados, en forma de privación y dureza, fuesen objetivamente<br />

útiles. El ascetismo monástico de antes se ocupaba de futilidades patéticas o terminaba en el simple<br />

egoísmo del individuo aumentando su propia perfección. 21 Sin embargo, ¿no nos es posible descartar<br />

la mayoría de estas formas antiguas de mortificación y encontrar canales más sensatos para el heroísmo<br />

que las inspiraba?<br />

Por ejemplo, el culto del lujo material y de la riqueza, que constituye una porción tan amplia del<br />

«espíritu» de nuestra época, ¿no es en definitiva algo afeminado y poco viril? La manera exclusivamente<br />

despreocupada y evasiva de educar a la mayoría de los niños de hoy -tan diferente de la<br />

educación de hace cien años, especialmente en círculos evangélicos-, ¿no corre el peligro, pese a sus<br />

numerosos avances, de desarrollar una cierta inutilidad de carácter? ¿No emergen por -aquí algunos<br />

puntos de aplicación para una disciplina ascética renovada y corregida?<br />

Muchos de vosotros reconoceréis estos peligros, pero señalaríais el deporte, -el militarismo y la<br />

empresa, la aventura individual y nacional como remedios. Estos ideales contemporáneos son<br />

estimulantes por la energía con que estimulan los modelos heroicos de vida, como la religión<br />

contemporánea es notable por la manera en que los anula. 22 Es seguro que la guerra y la aventura<br />

21 «Las vanidades de todos los demás pueden extinguirse, pero la verdad de un santo, en cuanto atañe a su santidad, es<br />

difícil que se agote.» Ramakrishna, his Life and Sayings, 1899, p. 172.<br />

22 «Cuando una iglesia ha de ser conocida mediante Ostras, helados y diversión -leo en un periódico religioso<br />

norteamericano-, podéis estar seguros que esta alejándose de Cristo.» Si juzgamos por las apariencias, éste es el brete en que<br />

se encuentran muchas de las iglesias contemporáneas.<br />

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