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LAS VARIEDADES DE LA EXPERIENCIA RELIGIOSA

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Entonces, pues, estamos de acuerdo en que la religión, al ocuparse de los destinos personales y<br />

mantenerse así en contacto con las únicas realidades absolutas que conocemos, ha de representar<br />

necesariamente un papel eterno en la historia humana. La segunda cosa a decidir es lo que revela sobre<br />

esos destinos particulares, o si de hecho revela algo lo bastante diferenciado como para ser considerado<br />

un mensaje general para la humanidad. Como bien veis, hemos concluido los preliminares, y puedo<br />

comenzar el resumen final.<br />

Me doy cuenta perfecta de que después de los palpitantes documentos citados y de todas las<br />

perspectivas de carácter emotivo y creencial que las anteriores conferencias postularon, el escueto<br />

análisis al que a continuación me dedicaré puede pareceros a muchos de vosotros un auténtico<br />

anticlímax, una merma y malversación del tema en lugar de un crescendo en intereses y resultados. Ya<br />

he advertido que la actitud religiosa de los protestantes resulta empobrecedora para la imaginación<br />

católica; me temo que mi último resumen del tema todavía os lo parecerá más. Al respecto os ruego<br />

recordéis este punto: en esta parte del tema estoy intentando expresamente reducir la religión a sus<br />

términos más elementales, a aquel mínimo, libre de excrecencias individualistas que, integrado por<br />

todas las religiones en su núcleo fundamental, nos permite suponer que todas las personas religiosas<br />

estarán de acuerdo. Una vez establecido este punto deberíamos alcanzar un resultado posiblemente<br />

pequeño, pero sólido al menos, alrededor del cual poder injertar las más audaces creencias adicionales<br />

a las que los individuos se arriesgan, que serán tan amplias como queráis. Aplaudiré mi propia<br />

superciencia (que será, lo confieso, algo pálida, como corresponde a un filósofo crítico) y espero que<br />

atiendáis las vuestras y de este modo nos encontremos de nuevo en el variado mundo de las<br />

construcciones religiosas concretas. De momento, permitidme proseguir austeramente la parte analítica<br />

del trabajo.<br />

Son determinantes de la conducta. tanto el pensamiento corno el sentimiento, y una misma<br />

conducta puede quedar determinada por el sentimiento o por el pensamiento. Cuando examinamos el<br />

campo de la religión nos encontramos con que gran variedad de pensamientos han prevalecido; pero los<br />

sentimientos, por una parte, y la conducta por la otra, fueron casi siempre los mismos ya que los santos<br />

estoicos, los cristianos y los budistas vivieron de forma prácticamente indiscernible y aunque la<br />

religión genera teorías variables éstas son secundarías, de manera que si queremos apropiarnos de su<br />

esencia tendremos que considerar los sentimientos y la conducta como elementos estables. Es siempre<br />

entre estos dos elementos donde se produce el cortocircuito en el que concluyen los asuntos<br />

fundamentales, mientras que las ideas, símbolos y demás instituciones establecen vías de<br />

circunvalación que pueden ser consideradas como mejoras y perfecciones -que incluso algún día<br />

podrán unirse al sistema armónico-, pero que no deben ser consideradas órganos con función<br />

indispensables y necesaria para que la vida religiosa continúe. Esta parece ser la primera conclusión<br />

que podemos obtener de los fenómenos recapitulados. El próximo paso consistirá en caracterizar los<br />

sentimientos. ¿A qué orden psicológico pertenecen?<br />

El resultado es siempre aquello que Kant denomina una afección «esténica»: una excitación de<br />

carácter gozoso, expansivo, «dinamogénico» que, como cualquier tónico, estimula nuestros poderes<br />

vitales. En casi todas mis conferencias, pero particularmente en las que tratan de la conversión y la<br />

santidad, vimos cómo toda emoción se sobreponía a la melancolía temperamental proporcionando<br />

pasividad al sujeto, entusiasmo, sentido o encantamiento y fascinación a los objetos comunes de la<br />

desaparición gradual del elemento emocional, tendiendo este último a entrar en los conjuntos de sentimientos puramente<br />

intelectuales. «Del llamado sentimiento religioso sobrevive solamente un vago respeto por lo desconocido. última reliquia<br />

del temor, y cierta atracción hacia el ideal, reliquia del amor que caracterizaron los primeros períodos del crecimiento<br />

religioso. Para decirlo más simplemente, la religión tiende a convenirse en filosofía religiosa. Todas estas cuestiones son<br />

psicológicamente diversas, ya que mientras una constituye una construcción teorética de la racionalidad, la otra es la obra<br />

viva de un grupo de personas o de un gran e inspirado cabecilla que incluye por completo el organismo intelectual y<br />

sensitivo del hombre.»<br />

Encuentro la misma dificultad para aceptar que el baluarte de la religión se encuentra en la individualidad, como<br />

aseguran el profesor BALDWIN (Mental Development, Social and Erbical ínterpretation. cap. X) y H. R. MARSHALL<br />

(Instinct and Reason, caps. VIII al XII), intentando convertirla en una «fuerza social conservadora».<br />

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