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LAS VARIEDADES DE LA EXPERIENCIA RELIGIOSA

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cabecillas anabaptistas; Cromwell alaba al Señor porque le ha brindado los enemigos para su<br />

«ejecución». En todos estos casos interviene la política, pero la piedad no encuentra antinatural la<br />

asociación. Así, cuando los librepensadores afirman que la religión y el fanatismo son gemelos, no<br />

podemos aducir una negación incondicional de la acusación.<br />

El fanatismo, entonces, debe inscribirse en el lado equivocado de la religión, siempre que el<br />

intelecto de la persona religiosa se sitúa en el estilo que satisface a un Dios despótico. Tan pronto como<br />

Dios se representa como menos celoso de su propio honor y gloria, deja de ser un peligro.<br />

El fanatismo sólo se encuentra allí donde el carácter personal es dominante y agresivo. En los<br />

caracteres moderados, en quienes la devoción es intensa y la inteligencia débil, observamos una<br />

absorción imaginativa en el amor de Dios tendente a excluir todos los intereses humanos prácticos que,<br />

aunque bastante inocente, es demasiado unilateral para ser admirable. Una mentalidad demasiado<br />

estrecha no tiene espacio sino para una clase de afecto. Cuando el amor de Dios toma posesión de esa<br />

mente, expulsa de inmediato todos los amores y prácticas humanas. No hay ninguna palabra para este<br />

lánguido exceso de devoción, por eso me referiré a ello como una condición teopática.<br />

La bienaventurada Margarita María Alacoque puede servir de ejemplo:<br />

«Ser amada aquí en la tierra - exclama un reciente biógrafo -, ser estimada por un ser noble,<br />

elevado, distinguido; ser amada con fidelidad, con devoción, ¡qué delicia! Pero ¡ser amada por Dios y<br />

que te ame hasta la locura (aimé jusqu'à la follie)! Margarita se derretía de amor pensándolo. Como san<br />

Felipe Nen en tiempos anteriores, o como san Francisco Javier, ella le decía a Dios: "¡Refrena, oh<br />

Señor mío, estos torrentes que me inundan o de lo contrario aumenta mi capacidad para su recepción." 5<br />

»Las pruebas más significativas del amor de Dios que Margarita recibió fueron sus<br />

alucinaciones visuales, de tacto y de oído, y de ellas las más significativas asimismo fueron las<br />

revelaciones del Sagrado Corazón de Jesús, "rodeado de rayos más brillantes que el Sol y transparentes<br />

como el cristal. La herida que recibió en la cruz se veía claramente. Había una corona de espinas<br />

alrededor de este divino corazón y una cruz encima". Al mismo tiempo la voz de Cristo le dijo que,<br />

incapaz de contener las llamas de su amor por la humanidad, la había elegido a ella para difundir su<br />

conocimiento. Inmediatamente sacó su corazón mortal, lo puso dentro del suyo propio y lo inflamó;<br />

después lo volvió a poner en el pecho de la santa diciendo: "De ahora en adelante has tomado el<br />

nombre de esclava mía, y serás llamada la discípula bien amada de mi Sagrado Corazón."<br />

»En una visión posterior el Salvador le reveló detalladamente el "gran designio" que quería<br />

establecer por su mediación: "Te pido que consigas que cada primer viernes después de la semana del<br />

Corpus Christi sea una fiesta especial para honrar mi Corazón con la comunión general y ejercicios<br />

destinados a reparar las indignidades que ha recibido. Y te prometo que mi corazón se dilatará para<br />

derramar en abundancia la influencia de su amor sobre todos aquellos que le rindan estos honores o<br />

estimulen que otros hagan lo mismo."»<br />

«Esta revelación -dice M. Bongand- es indudablemente la más importante de todas las<br />

revelaciones que han iluminado a la Iglesia desde la de la Encarnación y la de la Cena del Señor...<br />

Después de la Eucaristía, el supremo esfuerzo del Sagrado Corazón.» 6 Ahora bien, ¿cuáles fueron los<br />

frutos para la vida de Margarita? Aparentemente poca cosa más que sufrimientos, plegarias, ausencias<br />

mentales, desmayos y éxtasis. Se fue volviendo cada vez ir más inútil en el convento; su absorción en<br />

el amor de Cristo, «que cada día crecía en ella, la volvía cada vez más y más incapaz de cumplir sus<br />

deberes exteriores. La pusieron en la enfermería sin demasiado éxito aunque su bondad, su celo y su<br />

devoción no tenían límites, y su caridad llegó hasta actos de un heroísmo tal que nuestros lectores no<br />

podrían soportar su relación. Intentaron ponerla en la cocina, pero se vieron obligados a abandonar sin<br />

esperanza -todo se le caía de las manos. La admirable humildad con que se arrepentía por su poca maña<br />

5 BOUGAUD, Historie de la Bienheureuse Marguerite Maria, París, 1894, p. 145.<br />

6 BOUGAUD, Histoire de la Bienheureuse Marguerite Marie, París, 1894, pp. 241, 365.<br />

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