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LAS VARIEDADES DE LA EXPERIENCIA RELIGIOSA

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Mientras tanto, las sectas protestantes más usuales no dieron tanta importancia a la conversión<br />

instantánea. Para ellos, como para la iglesia católica, la sangre de Cristo, los sacramentos y los deberes<br />

religiosos ordinarios del individuo son suficientes en teoría para su salvación, aunque no experimenten<br />

ninguna crisis aguda de desesperación seguida por el alejamiento. Para los metodistas, por el contrario,<br />

la salvación sólo les es ofrecida, y no efectivamente recibida, a menos que haya habido una crisis de<br />

este tipo, y hasta ese momento, el sacrificio de Cristo es incompleto. El metodismo sigue en esto si no<br />

la religión de mentalidad sana, al menos en conjunto, el instinto espiritual más profundo. Los modelos<br />

individuales que establece como típicos y dignos de imitación no son sólo los más dramáticamente<br />

interesante, sino también los psicológicamente más completos.<br />

En el revitalismo religioso desarrollado completamente en Gran Bretaña y América tenemos,<br />

por decirlo así, el codificado y estereotipado procedimiento que comportó esta manera de pensar. A<br />

pesar del hecho incuestionable de que los santos del tipo nacidos-una-vez existiesen, de que debe darse<br />

un crecimiento gradual en la santidad sin rupturas ni cataclismos, a pesar de la filtración de abundante<br />

bondad natural en el esquema de la salvación, la revitalización asumió siempre que sólo ese tipo de<br />

experiencia religiosa propia puede ser perfecta; primero ha de ser clavado en la cruz del desespero y la<br />

agonía naturales, y después, en un abrir y cerrar de ojos, resultar milagrosamente liberado.<br />

Es perfectamente natural que aquellos que atraviesan personalmente por una experiencia como<br />

ésta experimenten la sensación de que se trata más que de un proceso natural de algo milagroso.<br />

Frecuentemente se sienten observados, ven luces o presencian visiones, ocurren extraños fenómenos y<br />

siempre parece, después de la rendición de la voluntad personal, que un extraño poder superior haya<br />

penetrado y tomado posesión del hombre. Más aún, la sensación de renovación, de seguridad, de<br />

limpieza, de rectitud puede ser tan sorprendente y jubilosa que garantice la creencia en una naturaleza<br />

substancial radicalmente nueva.<br />

«La conversión - escribe el purista de Nueva Inglaterra Joseph Alline - no consiste en alcanzar<br />

un pedazo de felicidad; en la auténtica conversión la santidad está entretejida de todos sus poderes,<br />

principios y prácticas. El cristiano sincero es un edificio nuevo, desde los cimientos a la última piedra;<br />

es un hombre nuevo, una nueva criatura.»<br />

Jonathan Edwards afirma, en el mismo sentido: «Esas influencias enajenadoras que constituyen<br />

el espíritu divino son sobrenaturales; son bien diferentes de todo lo que experimentan los hombres no<br />

regenerados. Son lo que nunca podrá conseguir mejora alguna ni composición de las cualidades<br />

naturales o principios, porque no sólo se diferencian de aquello que es natural y de todo lo que los<br />

hombres naturales experimentan, y no sólo en grado y en circunstancia, sino también en tipo, y son de<br />

naturaleza mucho más excelente. De esto se deduce que en las afecciones enajenadoras existen<br />

(también) percepciones nuevas y sensaciones completamente diferentes en su naturaleza de cualquier<br />

cosa experimentada por los mismos santos antes de ser santificados... Las concepciones que los santos<br />

tienen del amor de Dios y el tipo de fruición que experimentan son sensiblemente peculiares y por<br />

completo diferentes de todo lo que los hombres naturales poseen o puedan formar noción adecuada.»<br />

Edwards demuestra, en otro fragmento, que esta transformación gloriosa habría necesariamente<br />

de verse precedida del desespero.<br />

«No puede ser irracional que porque Dios nos libere de un estado de pecado y de la carga del<br />

dolor eterno, nos dé una sensación considerable del mal del que nos libera, de manera que podamos<br />

saber y sentir la importancia de la salvación y podamos apreciar el valor de lo que Dios pretende hacer<br />

por nosotros. Así como aquellos que son redimidos pasan sucesivamente por dos estados<br />

extremadamente diferentes, primero por un estado de condenación y después por otro de justificación y<br />

bendición, y así como Dios, en la salvación de los hombres, los trata como a criaturas inteligentes y<br />

racionales, parece que estaría de acuerdo con su sabiduría que, antes de ser salvados, los hombres<br />

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