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LAS VARIEDADES DE LA EXPERIENCIA RELIGIOSA

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las necesidades materiales, abjurar de mentiras y vanidades, solucionar necesidades comunes, ser<br />

simple, creer en Dios, la facilidad consiste en eso.<br />

“Recuerdo - dice - un día al principio de la primavera, solo en el bosque, atendiendo ruidos<br />

misteriosos. Escuchaba, y el pensamiento volvió a lo que durante estos tres años lo había ocupado, la<br />

búsqueda de Dios. Pero la idea de Él, me preguntaba, ¿cómo la adquiriré?<br />

“Y de nuevo, con este pensamiento, surgieron gozosas expectativas respecto a la vida. Todo en<br />

mí despertó y recibió un significado... ¿Por qué busco más allá?, preguntaba una voz dentro de mí. Él<br />

está aquí, Él, sin el que no es posible vivir. Conocer a Dios y vivir es la misma cosa. Dios es lo que es<br />

la vida. Bien, así pues, ¡vive, busca a Dios, no habrá vida sin Él...!<br />

“Más tarde se me aclararon las cosas y la luz no ha desaparecido nunca por entero. Me había<br />

salvado del suicidio. No puedo decir exactamente cuándo se produjo el cambio. Pero de manera tan<br />

insensible y gradual como la fuerza de la vida había sido anulada en mí, y había rozado el umbral de la<br />

muerte moral ,así también, de manera gradual e imperceptible, la energía de la vida volvió. Y lo más<br />

extraño todavía, esta energía recuperada no era nueva; constituía la fuerza de mi fe juvenil, la creencia<br />

en que la única finalidad de mi vida era ser mejor. Abandoné la vida del mudo convencional<br />

reconociendo que no era vida, sino una parodia de la vida, cuyas superficialidades nos impiden<br />

comprender”. Y a partir de entonces Tolstoi adoptó la vida de los campesinos, sintiéndose auténtico y<br />

feliz. 11 Yo interpreto su melancolía no como un simple trastorno accidental del organismo, aunque<br />

también lo era. Lógicamente, la provocó el choque entre su carácter interno y sus actividades y<br />

aspiraciones externas. A pesar de que era un escritor, Tolstoi era también uno de esos hombres serios<br />

para quienes lo superfluo, insincero, codiciable, en fin, las complicaciones y crueldades de nuestra<br />

educada civilización resultaban del todo insatisfactorias y para quien las verdades eternas estaban en las<br />

cosas más naturales e instintivas. Su crisis sobrevino al poner en orden su alma, descubrir su entorno y<br />

vocación genuinos, limpiar de falsedades los caminos que conducían hacia la verdad. Fue un caso de<br />

personalidad heterogénea que encontró su unidad y equilibrio tardía y lentamente. Pese a que pocos de<br />

nosotros podemos imitar a Tolstoi, quizá porqué no tengamos bastante médula humana en los huesos,<br />

como mínimo, la mayoría podemos sentir que, sí acaso pudiésemos, más positivo sería para nosotros.<br />

La recuperación de Bunyan parece haber sido todavía más lenta. Durante muchos años le<br />

persiguieron textos de las Escrituras alternativamente optimistas y pesimistas, peor a la postre acabó<br />

por convencerse de su salvación a través de la sangre de Cristo:<br />

“Mi paz aparecía y desaparecía veinte veces al día, ahora confortado y después preocupado,<br />

ahora en paz y antes tan lleno de culpabilidad que era difícil de soportar”. Cuando tropezaba con un<br />

buen texto - escribe -: “Esto me estimulaba durante dos o tres horas”, o bien “ha sido un buen día para<br />

mí, espero no olvidarlo nunca”, o bien “el encanto de estas palabras era tan importante para mí, que<br />

estaba a punto de desmayarme en la silla, pero no de dolor y preocupación, sino de firme alegría y<br />

paz”. También: “Se apoderaba de forma extraña de mi espíritu, llevaba luz, y puso silencio en mi<br />

corazón a todos aquellos pensamientos tumultuoso que antes, como perros infernales sin amo,<br />

acostumbraban a ladrar y hacer un ruido espantoso dentro de mí. Me mostró que Jesucristo no había<br />

abandonado ni desamparado mi alma”.<br />

“Similares períodos se acumulan hasta que puede escribir: “Y ahora sólo quedaba la parte<br />

molesta de la tempestad, ya que el trueno se había alejado de mí, y apenas persistían algunas gotas que<br />

caían encima de mí de vez en cuando”, y finalmente: “Ahora las cadenas han caído, estoy liberado de<br />

hierros y aflicciones; también han desaparecido las tentaciones, así pues, desde ahora aquellas horribles<br />

Escrituras de Dios han dejado de ensordecerme, y vuelvo a casa alegre, por el amor y la gracia de<br />

11 En la traducción he resumido considerablemente las palabras de Tolstoi.<br />

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