LAS VARIEDADES DE LA EXPERIENCIA RELIGIOSA
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
Conferencia III.<br />
La realidad de lo no visible<br />
Si nos pidiesen que caracterizásemos la vida de la religión por medio de los términos más<br />
amplios y generales posibles, podríamos decir que consiste en creer en un orden no visible y que<br />
nuestra felicidad estriba en ajustarnos armoniosamente a él; la actitud religiosa del alma consiste en<br />
afirmar esta doble creencia.. En esta conferencia desearía atraer la atención sobre algunas de las<br />
particularidades psicológicas de tal actitud, de la creencia en un objeto que no podemos ver.<br />
Nuestras actitudes morales, prácticas, emocionales y religiosas se deben a los “objetos” de<br />
nuestra conciencia, a aquellas cosas que creemos que existen, sea real o idealmente. Estos objetos<br />
pueden estar presentes ante nuestros sentidos o bien únicamente en nuestro pensamiento, en cualquiera<br />
de los dos casos reaccionamos frecuentemente con fuerza tanto en un caso como en otro, con<br />
independencia de que el objeto sea o no accesible a nuestros sentidos. Incluso, a veces, la reacción<br />
frene a los objetos accesibles tan sólo al pensamiento es más fuerte que la que percibimos frente a los<br />
objetos accesibles a los sentidos; el recuerdo de un insulto nos puede irritar más que el insulto mismo<br />
en el momento de recibirlo; con frecuencia nos avergonzamos en mayor medida de nuestros disparates<br />
después de cometerlos que en el momento de realizarlos. En general, nuestra vida prudente y nuestra<br />
moral más elevada se fundamenten en el hecho de que las sensaciones materiales presentes pueden<br />
tener menor influencia en nuestra conducta que la idea de hechos remotos; por ello los objetos más<br />
concretos de la religión de la mayoría de los hombres, las deidades que adoran, sólo las perciben en<br />
forma de idea. Por ejemplo, son muy escasos los creyentes cristianos a quienes se les ha concedido<br />
tener una visión sensitiva de su salvador, aunque hay constancia de bastantes apariciones de este tipo,<br />
como excepciones milagrosas, que más tarde merecerán nuestra atención. Así, pues, la fuerza de la<br />
religión cristiana, en cuanto la creencia en los personajes divinos es la que determina la actitud<br />
prevalente del creyente, se ejerce, en general, mediante la instrumentalidad de las ideas puras, para las<br />
cuales ninguna experiencia pasada del individuo sirve como modelo.<br />
Pero además de las ideas de los objetos religiosos más concretos, la religión está saturada de<br />
objetos abstractos que demuestran tener un poder semejante. Los atributos de Dios como tales, su<br />
santidad, su justicia, su misericordia, su carácter absoluto, su trinidad, su infinitud, su omnisciencia, los<br />
diversos misterios del proceso de redención, la función de los sacramentos, etc., han sido fuentes<br />
fértiles para estimular la meditación de los creyentes cristianos. 1 Más adelante veremos que las<br />
autoridades místicas de todas las religiones insisten en la ausencia de imágenes sensitivas definidas,<br />
como condición de las verdades divinas superiores. Se espera que esta contemplación (y veremos que<br />
la espera se ve recompensada con harta frecuencia) incluya fuertemente en la actitud del creyente hacia<br />
el bien.<br />
Inmanuel Kant sostenía una curiosa doctrina sobre tales objetos de creencia, como Dios, el<br />
mundo, el alma, su libertad y la otra vida. Para Kant, todo esto no es objeto de conocimiento; nuestras<br />
concepciones requieren siempre un contenido sensible para ejercitarse, y como las palabras “ala”,<br />
“Dios”, “inmortalidad” o incluyen un contenido sensible distintivo de ningún tipo, se deduce que<br />
hablando teóricamente carecen de significado. Pese a ello, y es bastante curioso, poseen un significado<br />
definido para nuestra práctica. Podemos actual como si hubiese un Dios, sentir como si fuésemos<br />
libres, considerar la naturaleza como si estuviese llena de designios especiales, hacer planes como si<br />
fuésemos inmortales, y encontramos entonces que estas palabras estimulan una vida moral<br />
genuinamente diferente. Nuestra fe en la existencia real de estos objetos ininteligibles demuestran que<br />
1 Ejemplo: “Últimamente me he sentido muy confortado meditando sobre pasajes que muestran la personalidad del Espíritu<br />
Santo, y sus diferencias con el Padre y el Hijo. Es un tema que requiere estudio para llegar a conocerlo; pero cuando se<br />
entiende proporciona un sentido más verdadero y vivo de la plenitud de la divinidad y de su acción en nosotros y para<br />
nosotros que cuando únicamente pensamos en el efecto del Espíritu en nosotros”. AUGUSTE HARE, Memorials, I, p. 244,<br />
“Maria Hare a Lucy H. Hare”.<br />
28