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Descargar libro - Manuel Requena

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1,35 Muy de madrugada se levantó, salió y se fue a un lugar solitario,(donde no había gente)<br />

y allí estuvo rezando.<br />

1,37 lo encontraron y le dijeron: "Todos te están buscando".<br />

1,45 ......Ya no podía Jesús entrar públicamente en ciudad alguna, sino que andaba fuera de<br />

poblado, en lugares solitarios, y acudían a él gentes de todas partes.<br />

2,1-2 Entró de nuevo en Cafarnaún después de algunos días, y se supo que estaba en casa.<br />

Acudieron tantos que ni a la puerta cabían; y él les dirigía la palabra.<br />

Es la técnica de amor entre Jesús y el Pueblo, entre Dios y la gente, como la técnica del amor<br />

humano. Acercarse y separarse, para volver a juntarse con más fuerza, más profundamente. Le<br />

gustase o no al hombre Jesús, ese fue el camino que le marcaron el Padre y la propia gente. Él lo<br />

aceptó y caminó por él, haciendo de esa técnica el modo de expresar el amor que estaba<br />

sembrando en su pueblo nuevo. La soledad con Dios, y la gente con Dios. El silencio con Dios, y<br />

el ruido de la gente también con Dios. “Entrar y salir del rebaño…” dirá S. Juan (Jn 10)<br />

La fama de Jesús, su nombre, sus cosas, su palabra, corre sola entre el pueblo llano como la<br />

levadura fermenta la masa, o como el río que baja de la nieve de la alta montaña en un arroyo, y<br />

llega hasta el mar en un caudal inmenso.<br />

El estado que produce en la gente tiene unas notas muy características.<br />

Todos (toda la gente) se quedaron sobrecogidos y glorificaron a Dios, diciendo: "Jamás<br />

hemos visto cosa igual". (Mc, 2,1)<br />

Lo que hace la gente en el Evangelio de Marcos, no es realizar una forma especial o particular<br />

de conducta que tenga un premio o un castigo, no es cumplir unos mandamientos, sino que<br />

simplemente acude a un encuentro y se queda admirada, boquiabierta, extasiada contemplando<br />

aquella enorme fuerza (dínamis) de palabra y de salud que salía de Él. Ahí pone Marcos el<br />

resumen de todas las bienaventuranzas de los otros Evangelios.<br />

Fue de nuevo a la orilla del lago; toda la gente acudía a él, y él les enseñaba.(Mc 2,13)<br />

Jesús se retiró con sus discípulos hacia el lago, y mucha gente de Galilea lo siguió. Otros muchos<br />

de Judea, de Jerusalén, de Idumea, de Transjordania y de los alrededores de Tiro y Sidón, al oír las<br />

cosas que hacía, acudieron a él. Dijo entonces a sus discípulos que le prepararan una barca, pues<br />

la gente lo estrujaba. Había curado a tantos, que todos los que tenían alguna enfermedad se<br />

echaban sobre él para tocarlo.<br />

(Mc 3,7-10)<br />

Cuando volvieron a casa, se reunió de nuevo tanta gente que no podían ni comer. (Mc 3,20)<br />

Esa es la estructura central del segundo Evangelio, el encuentro de Jesús con un pueblo en<br />

marcha. Un encuentro apasionado, en torbellino, que quiebra incluso sus propios planes de<br />

pedagogía con los discípulos elegidos. La gente no tiene otro objetivo ni otro mandamiento: lo<br />

sigue, lo oye, lo escucha, lo rodea, lo toca, se echa sobre Él, lo estruja, lo atosiga, no le deja ni<br />

comer…. Y así ocurrió lo que tenía que ocurrir.

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