Descargar libro - Manuel Requena

simplemente la gente maravillosa de Marcos, que aquí aparece escogida por Jesús para instruir
a sus Apóstoles sobre la realidad mistérica del reino. Los Doce, de alguna forma se creían ya
distintos, únicos e imprescindibles en ese reino de los cielos, y empezaban a tomar posiciones
para ver quien sería el mayor cuando se instituyera oficialmente (Mc 9,33 y ss). Algunos incluso
pidieron directa y descaradamente sentarse uno a su izquierda y otro a su derecha (Mc 10,35 y
ss). Pero la etapa del camino entre Galilea y Jerusalén del segundo evangelio, (Mc 8,27-10,52) es
una cátedra que está llena de gente, de la que afloran enseñanzas y personajes concretos,
curiosos, que son como los niños de todos los tiempos.
El santero giróvago, Shemá, ni siquiera se acercó a Jesús, pero este hizo relación a él teniendo un
niño en sus rodillas abrazado:
El que acoge a un niño como este, en mi nombre, a mí me acoge, y el que me acoge a mí, no es a mí
a quien acoge, sino al que me ha enviado"
Shemá nunca supo que Jesús lo había defendido ante Juan y los otros discípulos. Los sencillos
pescadores, ahora superapòstoles, no llegaron a enzarzarse en discusión con él, pero cuando
Shemá, -que ya era un experto del camino-, vio a dos de los enviados a predicar en los pueblos
cercanos, -eran Juan y Andrés-, caminando sin alforjas, con una sandalias ya gastadas, sin ni
siquiera una cantimplora para llevar el agua, tuvo lástima de ellos, y pronunciando una retahíla
de los nombres de Dios, les ofreció su pellejo para apagar la sed “¿Por qué haces esto?” le
preguntó el joven Juan. “Es por MAYIM HAYIM, el Dios de “Las Aguas Vivientes”. La fuente
de toda energía y gloria creativa. El agua no es mía, es para vosotros”. “¿Y para qué más te
sirven el agua y el nombre?” Repreguntó Juan, que había oído contar los milagros que hacía
aquel extraño personaje en nombre de su Jesús. Y Shemá contestó: “Ya lo sabréis vosotros que
también lo usaréis. Los espíritus del mal se le someten a Él. Del agua y del Espíritu está
naciendo la nueva fuerza de la humanidad para siglos de siglos”
Cuando volvieron al grupo, Juan dijo a Jesús: "Maestro, hemos visto a uno que echaba los
demonios en tu nombre y se lo hemos prohibido, porque no anda con nosotros. Jesús dijo: "No
se lo prohibáis, porque nadie que conozca la fuerza de mi nombre, hablará mal de mí; el que no
está en contra de nosotros, con nosotros está". Y "El que os dé de beber un vaso de agua por ser
del Mesías, os aseguro que no se quedará sin recompensa". Los discípulos callaron, porque del
agua que les dio Shemá ellos no habían contado nada, y comprendieron que el Maestro conocía
todas sus cosas, cuando caminaban en su nombre por el camino.
Aquella tarde, la alegría de Shemá fue inmensa, y lo que no había hecho en muchos años,
comenzó a practicarlo aquella misma noche. A los nombres de Dios, les agregó el canto de un
salmo, porque supo que su camino también era la casa de Dios.
Pero yo como verde olivo en la casa de Dios
Confío en la misericordia de Dios
Por siempre jamás
Te daré siempre gracias porque has actuado
proclamaré delante de tus fieles
¡tu nombre es bueno!(Salmo 51)
¡Os bendecimos en el nombre del Señor Jesús!
Y el propio Juan escribiría más tarde: “Este es el mandamiento de Dios: que creamos en el Nombre de
su Hijo Jesucristo!(1Jn 3,24) El extraño giróvago se había hecho adicto de ese nombre. No se le
caía de la boca. Inspiraba diciendo "Jesús", y expiraba silabeando con su suplo "ten misericordia