Descargar libro - Manuel Requena

En la vida de la gracia, necesariamente desde ese momento, hay que tomar la dirección de ser el
último, el servidor de todos. Marcos hace una proclamación muy 'sui géneris' del mandato, y de
la finura de Jesús al proclamarlo. Dice exactamente: “el que quiera ser el primero, que sea el
último...." Es decir, Jesús acepta que los discípulos tengan el estímulo de querer ser los
primeros, pero les da su propia y original técnica para llegar a serlo: ser los últimos. Quizás el
acento de todo el pasaje, no sea ser el primero o el último, sino servir o no servir, acoger a todos,
con preferencia por los pequeños, o tratar de formar una cúpula de los que se piensan grandes,
los elegidos, y aún entre ellos tener como objetivo ser el primero, el 'primus inter pares'.
Jesús, en el estilo sencillo de Marcos, se manifiesta claro como el agua. No hay otra prerrogativa
ni alternativa en el Reino: La grandeza y primacía está en servir a los sencillos, a los pobres, a
los que son como niños, a los que ni siquiera se preguntan como ser los primeros, porque les
basta con saber que son, que son de la vida, que le importan a los que tienen delante, y lo
descubren porque reciben un abrazo sentados en sus rodillas. Aunque no sepan siquiera que el
Reino es suyo, que los ‘grandes’ están a su servicio, o que son el signo visible de Dios entre
nosotros, porque recibir a los pobres a los sencillos, a los niños, es el sacramento en el que se
recibe al hijo y al Padre.
Quizás nos cueste aún después de dos mil años, entender esta forma de ser que Jesús quiso para
‘los primeros’, pero al que quiera serlo, le cuesta servir a los que el mundo tiene por últimos.
Después de todo, lo prudente será no querer ser el primero, sino solamente ser de Él, y que sea
Él quien ponga donde quiera, donde sirva, y a ser posible, y aunque solo sea en un momento
cumbre de la vida, me ponga sobre sus rodillas y me abrace, sintiéndome en ese tiempo mágico,
recibido por El y por el Padre. Definitivamente, ser como un niño es lo más seguro en el Reino.
2.- INDEPENDIENTES
15.-EXORCISTA EN SU NOMBRE
Es el auténtico paradigma de la gente extraña en su sencillez, de la gente que busca y que
probablemente ni siquiera sabe que cree en Jesús, ni la utilidad que tiene en sus vidas esa fe
para las cosas de cada día. Está vinculado el personaje con un niño en las rodillas de Jesús y con
la confianza en su nombre. Jesús defendió su búsqueda y su técnica, que también producía
fuerza curativa. No son cosas grandes las que Él pidió a esa ‘gente’, sino el uso del nombre de
Jesús. Un simple vaso de agua dado ‘por ser de Cristo’ el que lo pide, tendría enorme
recompensa. Lo que importa es la confianza en el que se hace presente por su nombre, y
aprender a servir ese nombre. Sin eso, ni siquiera la salud de los hombres concretos, ni la
justicia de los pobres, tendría sentido. La plenitud del hombre ‘sano’ que con una cruz se hace
san-t-o, no tiene sentido sin el conocimiento experimental del nombre. Ahí está la vida, pero los
discípulos no lo sabían aún. ¿Hemos perdido nosotros la confianza en el nombre de Jesús?
Recuperémosla. El Evangelio nos provoca a ello con estos pasajes.
* * *
Juan dijo a Jesús: "Maestro, hemos visto a uno que echaba los demonios en tu nombre se lo
hemos prohibido, porque no anda con nosotros, (literalmente: " no nos sigue" "No nos acolita"
"ouk akouluzei")
Jesús dijo:
- "No se lo prohibáis, porque nadie que haga un milagro (literalmente: "haga realidad la