Descargar libro - Manuel Requena

Jesús se movió en un “ambiente de familia”, y los que tuvieron la suerte de que pasara por sus
vidas y los llamara a descubrir esa familia, sintieron pronto el cambio, la conversión real, la
metamorfosis que se produjo en ellos. Ya nunca fueron iguales antes y después de experimentar
la presencia viva de Jesús.
S. Marcos, para contar la ‘historia’ de Jesús, para proclamar la verdadera “historia de su
familia” y comprometer a sus lectores en ella, utiliza dos centros geográficos sobre los que van
pivotando todos los acontecimientos. Uno es el norte del Lago de Galilea, especialmente
Cafarnaúm y Bethsaida, (Mc 1-10,17) y el otro es Jerusalén y Betania (Mc 11 a final). En ellos
transcurre la historia que nos cuenta. Entre esos dos puntos, que para él son más estados de
conciencia que lugares geográficos, recrea un breve espacio-tiempo de nexo que el llama “el
camino” (Mc 10,17-52)
La historia comenzó en Cafarnaúm. Allí tuvieron sede gran parte de lo episodios de su vida
pública, y fue centro de su actuación, para Jesús fue ‘su casa’.
Llama la atención en S. Marcos las contradicciones de Jesús. Sale para que todos le conozcan, y
prohíbe a los discípulos, y a los demonios hablar de El. Incluso a los que han tenido una
experiencia profunda de su fuerza, a algunos de los que ha curado, les prohíbe seguirle y hablar
de el. Quizás porque aún faltaba realizar lo más importante y difícil de entender de su obra, su
muerte y su resurrección. El camino que supone la presencia del reino, no lleva a lo
extraordinario de los milagros, sino a lo extraordinario de la muerte y la resurrección del
Mesías, del REY. No es un reino de éxito inmediato, aunque la apoteosis de las multitudes
parecía presagiarlo, sino un reino que se inaugura con la resurrección, y llegará plenamente con
la venida definitiva de Jesús. Ni los discípulos ni el pueblo por supuesto, estaban preparados
para eso. Ni siquiera nosotros después de veinte siglos, estamos seguros de lo que significa
pasar por la muerte, para llegar al reino. La presencia plena de Jesús en lo invisible, en la
seguridad del corazón en fe, solo es cognoscible para los que están preparados, solo es visible
para los que tienen 'ojos que ven' y audible para los que tienen 'oídos de oír'.
Jesús está vivo, cercano, y llega como una onda sonora, o luminosa que recibe directamente el
corazón, y la traduce o decodifica cada uno a vida de su siglo. Pero siempre han de tener unas
notas comunes nuestras traducciones o exégesis de Dios, y esas son las notas del Reino
enseñadas por Jesús. Una vez que uno sabe que él es el Mesías, el Hijo de Dios vivo, empieza lo
difícil: traducir a vida de hombres los pensamientos de Dios, como los tradujo Jesús. El Hijo del
hombre, dice S. Marcos, debe padecer mucho, ser rechazado por todos los estamentos, morir y
resucitar. Y esos son los pensamientos de Dios para cualquier hijo de hombre, discípulo, que
quiera entrar al reino. No puede seguir a Jesús, quien no renuncie a sí mismo y su vida, quien
no cargue con su cruz y vaya tras de el. Ese es el gran criterio de la presencia del reino, señal
inequívoca de que el reino ha llegado con el esplendor de su fuerza.
¿Como explicar en nuestra sociedad del confort y bienestar que el dolor, el rechazo por conocer
y necesitar de la justicia, la pobreza del Espíritu, la mansedumbre…… son las notas que mas se
ven aquí, del reino de la vida?
Marcos encuadra el camino, el seguir a Jesús, entre el anuncio de la pasión y la transformación
de luz que experimentó su cuerpo en el monte Tabor, seis días después, inmediatamente del
primer anuncio de la Pasión.