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Descargar libro - Manuel Requena

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lema de que la mejor defensa es un ataque, para desviar la atención de Caifás, se abalanzó a<br />

Jesús y fue el primero en escupirle a la cara y en darle bofetadas y arañazos, poniéndose de<br />

puntillas para llegar al rostro. La soldadesca y los testigos falsos le siguieron, y para disimular<br />

la grotesca situación del juez, también se dirigieron al reo de muerte, aumentando la pena<br />

impuesta con salivazos y golpes a destajo. Nadie se preocupó ya de si aquella condena era justa<br />

o injusta. El resto de la noche solo se buscó como ejecutar enseguida al blasfemo Maestro<br />

Nazareno. Y sabiendo que esa misma mañana estaba programada la ejecución en cruz de dos<br />

bandidos, llevaron a Jesús ante Pilatos para que se cumpliera con Él también aquel supremo<br />

castigo.<br />

Excitados por las risas y los golpes, temerosos por el olor a sangre, las aves de Luccino no<br />

dejaron de cantar, graznar, y piar hasta pasada el alba. Pedro, el pescador, tampoco pudo dejar<br />

de llorar.<br />

26.- SIMON, EL DE CIRENE y otros<br />

Muy temprano salió la comitiva. Viendo el estado del reo, el centurión y los soldados,"obligaron<br />

a uno que pasaba, un tal Simón de Cirene que volvía del campo, -el padre de Alejandro y Rufo-, a que<br />

llevara la cruz...." (Mc 15,21) Rara hora para volver del campo. Se supone que serían las ocho o<br />

nueve de la mañana porque "a la hora de tercia", -sobre las diez-, ya estaban en el monte<br />

Calvario y lo crucificaron. Los campesinos solo vuelven a esa hora, o porque están enfermos, o<br />

después de una noche en vela aprovechado la tanda del agua para riego. También es raro,<br />

porque si Simón era judío, ese día no debían trabajar. Podría pensarse que no era judío, o<br />

simplemente que había ido a recoger un canasto de hierbas amargas de las que se usaban para<br />

la comida de Pascua,.... De cualquier forma, y fuese lo que fuese, un campesino que vuelve del<br />

campo a las nueve de la mañana, es un campesino probablemente cansado o enfermo. Y así lo<br />

reclutaron, con su propio cansancio acuestas, para que llevara sobre el suyo, el cansancio de<br />

toda la humanidad, con el que Jesús apenas si podía ya. Había mucha gente en las calles porque<br />

era fiesta grande ese día. Incluso había por allí muchos amigos de aquel reo de muerte que<br />

llevaba a cuestas su cruz, que hubieran estado dispuestos a ayudarle de mil amores. Pero no<br />

quiso el centurión, y la Providencia de Dios Padre tenía otros planes. Cada suspiro de su Hijo<br />

era redentor. Cada gota de su sangre era una fuente de vida eterna, y la tarea de la Iglesia y de<br />

todo su sacerdocio nuevo, ya para siempre, iba a ser alimentar al pueblo con aquella sangre que<br />

estaba derramándose por las estrechas calles de Jerusalén. ¡Y allí no se veía ni un apóstol, ni un<br />

discípulo, ni un amigo! Si estaban por allí, -y estaban- fue tan solo mirando, sufriendo por<br />

dentro seguro, pero sin poder hacer nada, asombrados de aquel misterio de entrega total en<br />

soledad. Seguro que hubieran estado dispuestos a ayudar, y alguno incluso a dar su vida, pero<br />

ni los llamaron, ni les hubiese sido posible hacerlo voluntariamente. Tuvo que ser alguien<br />

nuevo, un campesino cansado de su propio trabajo, impregnado de sudor y de tierra, con las<br />

únicas ganas que le quedaban dentro, de llegar a su casa, lavarse y descansar, el que colaborase<br />

de cerca con la obra redentora de la humanidad. Dios no quiso asociar a su fuente de gracia<br />

primigenia, solo al hombre que habla, sino al hombre que trabaja y gana el pan con el sudor de<br />

su frente. Un campesino humilde fue asociado, --obligado y a la fuerza, pero asociado al fin--, a<br />

la obra de Dios sobre la tierra. El nuevo Adán estaba dando al trabajo un sentido nuevo: a pesar<br />

del cansancio, y de ser obligatorio, termina en redención. Esa mañana de pascua, la vida de un<br />

hombre sin otra historia que su propio trabajo, se hizo uno de los personajes más identificados<br />

de todo el Evangelio, Simón el de Cirene, el padre de Alejandro y de Rufo, porque cargó sobre<br />

sus hombros la medicina de la humanidad, la semilla del árbol del paraíso nuevo. Después se<br />

hablaría mucho sobre eso, se escribirían evangelios, historias, cuentos, <strong>libro</strong>s de todas clases,

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