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Descargar libro - Manuel Requena

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devacle cósmica, sin sol, sin luna, sin estrellas, y en medio de una conmoción hasta de los<br />

cimientos del orbe. (13, 24-25) ¡Pobre gente! Seguramente Dios se inventó la muerte como<br />

elemento liberatorio para que terminará así el tormento de su castigo.<br />

Pero será entonces, cuando ya no parezca haber salvación alguna, cuando se produzca la<br />

apoteosis final y el principio de otra era nueva y definitiva:<br />

"Verán venir al Hijo del Hombre entre las nubes, con gran poder y gloria”<br />

Y será entonces, cuando reunirá de los cuatro vientos a sus elegidos, a su gente, al género<br />

hombre, “desde el extremo de la tierra hasta el extremo del cielo”. La dispersión cósmica del hombre<br />

está anunciada, pero al objeto de la Palabra seguirá siendo el mismo, la gente, "su gente", son los<br />

elegidos y serán reunidos de los cuatro vientos.<br />

El destino de la gente, el sentido de su desarrollo y expansión por todo el universo, no es otro,<br />

según el anuncio que se contiene en este capítulo del Evangelio de Marcos, que en un acto de<br />

contemplación: “Verán llegar sobre las nubes al Hijo del Hombre” Al hijo de Dios y de la gente, al<br />

hijo del cielo y de la tierra, de la luz y de las sombras, del Creador y de su criatura.<br />

La postura del hombre, que vive sujeto a la sorpresa -porque nadie sabe ni el día ni la hora-, es<br />

vivir en vela, en vigilancia, con los ojos abiertos para ver la sucesión de los signos anunciados, y<br />

con las manos abiertas para aplaudir su aparición en cuanto aparezca. El lugar de esa<br />

contemplación queda claro, es ese lugar teológico que son “las nubes”. Sobre ellas verán las<br />

gentes todas venir al Hijo. Son esas nubes en las que el Padre habló, en las pocas teofanías del<br />

segundo Evangelio, en el bautismo de Jesús y en su transfiguración.<br />

A partir del capítulo 13, -del “discurso escatológico” como le llaman-, las referencias a la gente en<br />

S. Marcos, son solo de respeto y temor por parte de los dirigentes judíos y de los mismos<br />

discípulos, igual que por parte de Pilatos y de sus soldados. El propio Pedro se atemorizará ante<br />

el criterio de una simple criada, y Pilatos aceptará que se cumpla la sentencia de muerte que él<br />

no había dictado, por temor a desairar a `la gente' que gritaba en las afueras del palacio.<br />

14,1 Faltaban dos días para la fiesta de la pascua y los panes sin levadura. Los sumos sacerdotes y<br />

los maestros de la ley andaban buscando el modo de prenderlo con engaño y quitarlo de en medio.<br />

14,2 Pero decían: "Durante la fiesta no, para que el pueblo – la gente- no se alborote".<br />

Hay todavía en el segundo Evangelio, un tratamiento excepcional del misterio de ser GENTE,<br />

pero está tan unido al misterio del propio Jesús, que he preferido tratarlo en la parte final de<br />

este <strong>libro</strong> “LA ULTIMA SEMANA ENTRE LA GENTE”<br />

La conclusión del drama de Jesús de Nazaret en su etapa de encarnación, se realiza en medio<br />

de la gente sencilla de su pueblo. Aunque aparezcan de pronto entre esa gente personas muy<br />

concretas, que conoceremos como a su “alrededor” y muy cerca del Verbo de la Vida, (peri ton<br />

Logos tes zoes) el marco social de "la gente", del pueblo, de "todo Jerusalén", simplemente de<br />

"todos los que pasaban por el camino", o "todos los que habían ido a la fiesta", son el<br />

verdadero escenario donde se va a desarrollar la última parte del drama, y dentro de ese<br />

edificio que es teatro y templo, de ese escenario que es la propia "gente". Ella además es el

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