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Descargar libro - Manuel Requena

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delante de su pueblo en silencio, haciendo que broten ríos de alegría y vida en los que le<br />

aceptan por la fe, y paradójicamente acrecentando el odio y la inquina de los que se sienten<br />

amenazados en sus posiciones de orgullo y falsa seguridad, por un carpintero subido en un<br />

humilde burro.<br />

* * *<br />

Al mismo cruzar la puerta dorada para salir de la ciudad, Jesús se bajó del pollino, y se lo<br />

devolvió al muchacho que iba junto a Él. Cuando puso el ronzal en su mano, lo miró, y le dijo<br />

'abre bien los ojos porque has de escribir todo lo que veas y oigas en toda esta semana', y siguió<br />

su camino hasta Betania con los doce y con otros, hasta casa de Lázaro, de Marta y de María,<br />

donde se hospedaron. Marcos también lo siguió, con el burro cogido de la jáquima y pegado a<br />

su cuello como si fuera un amigo. El animal estaba sudando, y despedía un olor y un calor<br />

extraño de su cuerpo. Hasta su andar era extraño para un asno, porque no iba con la cabeza<br />

agachada, sino con el cuello empinado y las orejas tiesas. Parecía que llevara dentro el orgulloso<br />

brío de un caballo. Desde ese día quedó totalmente domado, y cuando llegó a su desarrollo<br />

total, más parecía un mulo fino que un borrico. De hecho acompañó al muchacho por todos los<br />

caminos del Señor hasta que ya muy hombre, llegó con Pedro a Roma.<br />

* * *<br />

Llegado aquí, amigo lector, te pido perdón adelantado por lo que voy a relatar, pero no he<br />

podido resistirme a hacerlo. Mi amor por el cuerpo de Jesús, me han hecho descubrir, que<br />

quizás aquel jumento fue el ser vivo, de carne y hueso, que estuvo más cerca de su cuerpo entre<br />

todos los seres del mundo. Todo el que haya cabalgado sobre un burro a pelo, o solo con una<br />

manta, sin albarda dura, sabrá lo que digo. Se establece una empatía casi inmediata entre la<br />

bestia y tú, que te hace descubrir si se somete o no, si está nervioso o tranquilo, y supongo que<br />

también será al revés, y que el jinete transmite algo de su estado de conciencia a la cabalgadura.<br />

El bamboleo suave de sus lomos cuando va al paso, produce una sensación de unidad entre el<br />

hombre y la bestia que es muy difícil de sentir en ningún otro medio de transporte. Aunque<br />

algunos imagineros hayan presentado la escena con Jesús sentado sobre el burro de medio lado<br />

como montaban las mujeres, yo creo que iba a horcajadas, sin estribo ni albarda ni agarradero<br />

alguno, sino trabado con sus largas piernas, una por cada lado de la panza del burro, que<br />

quedaba casi entera rodeada, podría decirse que ‘apiernada’. La intimidad entre Jesús y aquel<br />

pequeño asno, sinceramente me ha dado algunas veces la explicación de muchas cosas de mi<br />

vida, y de la vida de la Iglesia. Seguramente será cierta aquella comparanza de los antiguos<br />

padres del desierto, los monjes, que describían la vida espiritual como una monta artística sobre<br />

el hombre, de alguno de esos seres angélicos que son jinetes del espíritu. Al hombre lo monta el<br />

Espíritu de Dios, los ángeles, o los diablos, que lo llevan a las virtudes o a los vicios, a la paz o a<br />

la guerra, fustigando sus pasiones naturales con el amor o con el odio. El borriquillo de Marcos,<br />

en el centro del alboroto circundante, en aquel estruendo de la gente gritando y echándole<br />

delante del hocico telas y ropas, flores y ramas, no sintió en ese momento orgullo alguno sino<br />

solo miedo; más aún al sentir por primera vez sobre sus lomos el peso de un hombre, de un<br />

hombre grande, que aposentaba en la cruz de su joven espinazo las partes más íntimas. Entre<br />

ambos solo silencio y tacto en suave bamboleo, calor del miedo, y tal vez angustia de ambos<br />

cuerpos, del Mesías y del burrito, que aflorando en sudor empapaba a la bestia, y daba una<br />

cálida seguridad al jinete que, a pesar de las apariencias, se sabía cumpliendo un oráculo divino<br />

sobre su persona, ya cercana a la muerte:<br />

Decid a la hija de Sión: Mira que tu rey viene a ti humilde y montado en un asno, en un pollino,<br />

hijo de animal de yugo.(Mt 21,5; Is.62,11)<br />

Salta de júbilo, hija de Sión; alégrate, hija de Jerusalén, porque tu rey viene a ti: justo y victorioso,<br />

humilde y montado en un asno, joven cría de una asna

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