Descargar libro - Manuel Requena
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sufriera todo eso para entrar en su gloria?".Y empezando por Moisés y todos los profetas, les<br />
interpretó lo que sobre Él hay en todas las Escrituras. Llegaron a la aldea donde iban, y él<br />
aparentó ir más lejos; pero ellos le insistieron, diciendo: "Quédate con nosotros, porque es tarde<br />
y ya ha declinado el día". Y entró para quedarse con ellos. Se puso a la mesa con ellos, tomó el<br />
pan, lo bendijo, lo partió y se lo dio. Entonces los ojos de los caminantes se abrieron y lo<br />
reconocieron; pero Él desapareció. (Lc 24,17-31) Allí quedó solo Shemá Israel, que siguió su<br />
camino sin saber lo que había pasado, recitando su oración-mantra sin parar: "Señor Jesús,<br />
ahora que estás vivo, ten piedad de mí. ¡Quédate en mí!"<br />
Marcos lo cuenta así:<br />
16,12 Después de esto se apareció dentro de otra figura a dos de ellos en el camino, cuando iban al<br />
campo.<br />
(Meta` de` tau^ta dusiÁn eµc auµtw›n peripatou^sin eµfanerw½qh eµn e´te@r‰ morfv^ poreuome@noij eiTj aµgro@n<br />
Post haec autem duóbus ex his ambulántibus osténsus est in ália effígie eúntibus in villam;<br />
Shemá el piadoso del nombre y del camino, supo en su carne lo que después se llamaría vivir y<br />
actuar “en la persona de Cristo”, ‘in persona Cristi’, la esencia de nuestro sacerdocio. A ello fue<br />
ordenado cuando pasó repitiendo sin cesar su nombre, por el monte calvario, y por la puerta<br />
abierta del sepulcro, el día de su Pascua. Quedó así hecho una sola cosa con aquel que<br />
nombraba sin cesar. El misterio después fue desvelado por S. Pablo: “….y serán una sola carne.<br />
Yo lo aplico a Cristo y a su Iglesia”.<br />
16.-UN HOMBRE JOVEN, RICO, RELIGIOSO<br />
¿Y cobarde ante el amor?<br />
Nicolás era natural de Antioquía, en la actual Turquía, y allí fue educado en su primera<br />
infancia. Aquella magnifica ciudad, llamada Reina de Oriente, sobre el camino entre las culturas<br />
e imperios de Oriente y Occidente, y del comercio mundial, por muchos siglos fue una de las<br />
principales ciudades del imperio romano con una población de medio millón de habitantes. Allí<br />
nació Nicolás, el joven rico ya desde su nacimiento, de padres judíos, comerciantes, bien<br />
situados tras la diáspora. Y allí vivió hasta cumplir los quince años en que lo enviaron a las<br />
escuelas bíblicas de Jerusalén.<br />
Nicolás coincidió con Jesús y su grupo en el camino. El joven antioqueño venía de realizar un<br />
negocio importante en Cesarea de Filipo, y cuando se acercaba al cruce de caminos en el norte<br />
del lago Kinneret en Galilea, vio aquel gentío inusual en la ribera. Preguntó y se enteró de que<br />
un nuevo profeta, con palabras y hechos poderosos, se estaba manifestando a la gente humilde<br />
de Israel. Más por curiosidad que por necesidad de conversión o de salud, pues se creía –y a su<br />
modo lo era- un cumplidor exacto de la ley, sano de cuerpo y de alma, con esa alegría que<br />
produce el sentirse bien situado entre su pueblo, se fue tras el Profeta en medio de la gente del<br />
camino, y lo encontró sentado en un montículo al otro lado del lago. La gente iba llegando y<br />
sentándose en la hierba, dispuesta a escuchar. Lo primero que llamó la atención de Nicolás, fue<br />
la cantidad de enfermos llevados por la gente hacia el hombre de Dios. Cojos, lisiados, enfermos<br />
mentales, iban llegando y acomodándose como podían. Lo segundo que llamó su atención fue<br />
la voz de aquel hombre. Más de cien metros antes de llegar a donde estaba Él, ya se le<br />
escuchaba perfectamente y con claridad. Pero no solo tenía volumen, sino ese timbre especial<br />
del que dice verdad y la propone sin atropellar a nadie. A Nicolás le costó sentarse en pleno<br />
suelo porque sus alforjas, que llevaba escondidas bajo su manto rojo, estaban bien repletas con<br />
el anticipo de ganancias que traía de Cesarea. Cuando pudo hacerlo sin llamar la atención, lo