09.05.2013 Views

Descargar libro - Manuel Requena

Descargar libro - Manuel Requena

Descargar libro - Manuel Requena

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

Él respondió: -"Desde muy niño; y muchas veces lo tira al fuego y al agua para matarlo. Si puedes<br />

hacer algo, apiádate de nosotros. Ayúdanos".<br />

Jesús le dijo:<br />

-"¡Que es eso de ‘si puedes...!’ Todo es posible para el que cree".<br />

Entonces al padre del muchacho le saltaron las lágrimas y exclamó:-"Yo creo. Pero suple tú lo que<br />

le falta a mi fe". Jesús, al ver que acudía más gente, increpó al espíritu inmundo diciendo:<br />

-"Espíritu mudo y sordo, yo te lo ordeno: Sal del muchacho y nunca más vuelvas a entrar<br />

en él".<br />

Y el espíritu, dando gritos y haciendo que el muchacho se retorciera violentamente, salió de él,<br />

dejándolo como muerto, tanto que muchos decían que estaba muerto. Pero Jesús lo agarró de la<br />

mano, lo levantó, y el muchacho se mantuvo en pie. (Mc 9,14-27)<br />

* * *<br />

Algunas incongruencias en la trama lógica del texto, denuncian el estilo de Marcos, siempre<br />

anónimo, sin demasiados detalles, a no ser los de la admiración profunda que producía Jesús<br />

entre la gente, y aquellos que ponen de manifiesto su predilección por los pobres, por las<br />

personas sencillas y sufrientes a las que dirige especialmente su relato, aunque las palabras de<br />

Jesús sean a veces duras para ellos. Se requiere un estado de conciencia de aceptación del<br />

sufrimiento, de aceptación del misterio del dolor, y la entrega total a los cuidados personales de<br />

un enfermo querido, para entender bien este episodio.<br />

Cuando Jesús bajaba de la altura del monte Tabor, con los efectos de la transfiguración, -la<br />

prometida metamorfosis de la humanidad-, aún brillando en su rostro, y con el susto y el<br />

asombro en la cara de los tres discípulos que le acompañaron, el grupo asomó casi de improviso<br />

al lugar del gentío. Aunque Jesús de dirige directamente a los otros discípulos que habían<br />

quedado en la falda del monte y les pregunta de qué discutían con los fariseos maestros de la<br />

ley, ellos no contestaron nada. Fue “uno de entre la gente”, Josías, un humilde obrero, quien<br />

contestó y le contó lo que estaba pasando con él y con su hijo. La fuerza de petición de un padre<br />

por la salud de su hijo, avalada de los mil sufrimientos y zozobras diarias que ilustraban sus<br />

vidas, es una realidad que Jesús asume en su epifanía al mundo, por el camino que acabaría<br />

muy pronto en una pascua, de muerte y de resurrección. El Dios hecho hombre, va a asumir en<br />

su técnica del camino, la vida y el sufrimiento diario de unos padres, unos más entre la gente,<br />

que solo se sentían distintos por su total dedicación al cuidado de su único hijo, encadenado por<br />

el misterio del mal. Para ellos era una posesión diabólica, aunque seguramente nosotros lo<br />

llamaríamos epilepsia.<br />

La conversación que nos relata Marcos se inicia en el plural de la pregunta que Jesús hace a la<br />

gente y a los discípulos, sigue después en singular, de tú a tú entre el padre del epiléptico y<br />

Jesús, y enseguida pasa de nuevo al plural que nos transmite una situación universal del<br />

sufrimiento y la impotencia humana. En casi todas las traducciones del evangelio que conozco,<br />

este pasaje se titula “El endemoniado epiléptico”, “El muchacho endemoniado”, “Jesús cura a<br />

un endemoniado”, “Jesús cura a un epiléptico” o algo parecido. Pero en realidad el muchacho<br />

que se dice ‘endemoniado’, no es el protagonista de la escena con Jesús, aunque está claro que<br />

fue el protagonista del amor y cuidado de sus padres durante muchos años. El auténtico<br />

protagonista del encuentro con Jesús es el padre del que se dice endemoniado. ‘Uno del pueblo’,<br />

uno entre la gente. En la escena, según la cuentan los tres evangelistas que la tratan, el<br />

muchacho aparece mudo, y hasta que se marcha sano, de su boca lo único que salió fueron<br />

espumarajos y gritos. El que habla, el que suplica, al que se le regaña por su falta de fe, y el que

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!