Descargar libro - Manuel Requena
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vivía entre los sepulcros del desierto, hace llegar la fuerza que se manifestaba en su persona, a<br />
uno de los puntos más altos del relato evangélico de Marcos. Aunque luego volveremos a este<br />
texto para conocer a las personas concretas que intervienen, ahora al menos leámoslo desde la<br />
óptica de la “gente”<br />
Cuando Jesús regresó en barca a la otra orilla, se reunió con él mucha gente, y se quedó junto al<br />
lago.<br />
Se fue con Jairo el arquisinagogo, y lo seguía mucha gente, que lo apretujaba.<br />
Una mujer que tenía flujo de sangre, al oír hablar de Jesús, se acercó él por detrás entre la<br />
gente y le tocó el manto, Jesús, al sentir que había salido de él aquella fuerza, se volvió a la<br />
gente y dijo: "¿Quién me ha tocado?".<br />
Sus discípulos le contestaron: "Ves que la multitud de gente te apretuja, ¿y dices que quién te<br />
ha tocado?".(Mc 5,21-31)<br />
De la “gente”`, como una tierra dispuesta a recibir semilla, van brotando al contacto con el<br />
Verbo presente de Dios, como de un jardín cuando da sus brotes en la primavera, personas<br />
concretas, magníficas, con circunstancias personales escalofriantes, y reacciones ante Jesús que<br />
son el paradigma de las relaciones que individualmente se pueden tener con el Verbo de Dios<br />
en todos los tiempos. El mismo Jesús como hombre, nace de esa gente que supo decir sí a la<br />
Palabra, y cuando llega su hora, se manifiesta entre la gente que necesita la Palabra, que<br />
necesita salud, que necesita seguridad, que necesita conocer y seguir la vida con un sentido de<br />
auténtico ‘entusiasmo’, con un sentido auténtico de Dios.<br />
Quizás el mayor motivo de asombro para aquella multitud, que llegó en algún momento casi al<br />
escándalo, sin duda lo sería también para nosotros si nos atreviéramos a ponernos delante del<br />
misterio, presente todavía en nuestro mundo. Ese motivo de asombro fue descubrir que toda<br />
aquella riqueza impresionante salía de su propio seno de gente sencilla. El que se manifestaba<br />
como Señor de la naturaleza entera del hombre, como Salvador, Libertador del hombre, con el<br />
título para ellos espeluznante de proclamarse “Hijo del Dios Vivo”, era alguien que había<br />
nacido entre ellos, que estaba viviendo en medio de ellos, como uno más de ellos.<br />
El sábado se puso a enseñar en la sinagoga, y la gente, al oírlo, decía asombrada: "¿De dónde<br />
le viene a éste todo esto? ¿Cómo tiene tal sabiduría y hace tantos milagros? ¿No es éste el<br />
carpintero, el hijo de María y el hermano de Santiago, de José, de Judas y de Simón? ¿Y sus<br />
hermanas no viven con nosotros?". Y se escandalizaban de él. (Mc 6,2-3)<br />
Conoceremos a muchas de esas personas en la segunda parte de este <strong>libro</strong>, pero para<br />
entenderlas, debemos fijarnos bien en la fuerza que salía de aquel hombre extraordinario,<br />
manifestada en su doctrina y su conducta, cada vez más provocada por la ‘gente’ del pueblo,<br />
por la gente, por los que sufrían su propia enfermedad, o la de los suyos. Aunque de modo<br />
profético la venida del Mesías estuviese ya contemplada esencialmente en la historia sagrada de<br />
un pueblo y en sus <strong>libro</strong>s escritos, la actuación de Jesús no se ciñe al seguimiento estricto de<br />
unos programas predeterminados, o en unos modos de gestión conocidos y esperados por el<br />
pueblo. El único sentido auténtico de su vida y obra, es ser desde lo eterno y hacia lo eterno, del<br />
Padre y hacia el Padre. La reacción de la gente a su presencia provocativa, con fe o