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del Mesías de Dios, el Salvador o “saluador”, el que da la salud, estaba por fin cerca.
Aunque ciertamente el fenómeno “gente” contiene en sí toda la amalgama de los sentimientos
que pueden tener los hombres individuales que lo constituyen, y el abanico de todas las
capacidades y discapacidades, en algunos pasajes aparece muy claro que esa ‘gente’, con toda
su riqueza y su pobreza, es la destinataria final de toda la obra de Dios.
* * *
Cuando una teoría religiosa o ascética, moral o legal, le da la espalda a la gente sencilla, y se
hace patrimonio solo de los supuestos “escogidos”, justo en ese momento empieza el camino de
su decadencia y muerte. Ese es el sentido del siguiente encuentro entre Jesús y la gente que nos
cuenta Marcos:
Llamó de nuevo a la gente y les dijo:
-"Oídme todos y entended bien: Nada que entra de fuera puede manchar al hombre; lo que sale de
dentro es lo que puede manchar al hombre”.
Cuando dejó a la gente y entró en casa, los discípulos le dijeron que les explicara la parábola.
(Mc 7,14-17
A la gente concreta de la región de Galilea, les expuso su enseñanza universal, “para el hombre”
de todos los tiempos, que es la base de la religiosidad del corazón. “Lo que sale de dentro del
hombre”, es casi un término del Evangelio del conocimiento o `gnosis' que es el de S. Juan,
preocupado siempre por la fuente interior de vida del hombre, por su núcleo personal de vida
donde se unen su cielo y su tierra, y al que llama el Maestro el "corazón del hombre". De esas
entrañas de conocimiento pueden salir ríos de vida limpia, o turbios arroyos de impureza, que
embarran la vida. No sabemos lo que entendería la gente, pero desde luego los discípulos, no
entendieron mucho y tuvieron que preguntar el significado de aquella imagen cuando llegaron
a la casa. Del corazón del hombre brota la alabanza de Dios, pero también los malos
pensamientos, fornicaciones, robos, homicidios, adulterios, codicias, perversidades, fraude,
libertinaje, injuria, envidia, soberbia e insensatez. Y desde luego la relación que nos da Marcos,
no es un `númerus clausus', no es una lista cerrada de las posibilidades del corazón humano,
del corazón de la gente, que es el nuestro. A ese mundo de ríos y arroyos, es al que fluye la
"fuente que salta hasta la vida eterna". La gente que tuvo contacto con Jesús, entendió que
estaba en la génesis de su verdadera identidad de hombres, que allí se producía salud porque
allí estaba el "saluador". Quizás no entendieron todos que la auténtica salud se producía en el
corazón, pero la presencia de Jesús en su tiempo de hombre fue completa, y no solo produjo
salud del corazón, o en el espíritu, sino también en el cuerpo, en las enfermedades de la carne, y
para la gente aquello era suficiente por lo pronto.
Jesús hubiera querido que su seguimiento y aceptación no fuera en apariencia ni a medias, sino
en la integridad de la persona, y por eso llamó a la gente a su seguimiento desde su genoma de
carne, para poder llegar a donde Él iba, por el camino que sigue su rastro hasta el Padre, con un
mandato universal y claro, que no tiene disimulo ni engaño:
Llamó a la gente y a sus discípulos y les dijo:
- "El que quiera venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame. (Mc 8,34)