Descargar libro - Manuel Requena
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Me ha incitado a ponerlo por escrito el extraordinario suceso que para mí ha supuesto el<br />
descubrimiento de personas concretas, que están como escondidas en el ambiente del Evangelio<br />
de S. Marcos, y que, aunque tantas veces leído, habían logrado pasar desapercibidas para mí, al<br />
quedar sus pequeñas luces personales perdidas entre las luminarias de las figuras centrales de<br />
Jesús de Nazaret y sus apóstoles. Pero he tenido la suerte de conocerlas. Son como los extras de<br />
una película, más perfectos cuanto más desapercibidos en sí mismos, aunque absolutamente<br />
necesarios para la puesta en escena del guión central, que es la manifestación o epifanía del<br />
reino de Dios entre nosotros.<br />
Empecé este <strong>libro</strong> un día de privilegio, de ruptura de planes propios, sustituidos por los planes<br />
ilusionantes de un hermano mío que, sabiéndolo él o no, fueron como una epifanía de la fuerza<br />
y belleza de Dios en los encantos de la naturaleza. Me “secuestró” de mi casa y me llevó a una<br />
suya en la Sierra Nevada, en el barranco de Poqueira. Allí, sentado ante la cara sur del Veleta,<br />
comencé a escribir este <strong>libro</strong> como se inicia una aventura de conocimiento, que reproduzco tal<br />
como brotó, sin más corrección que la que tú, lector amigo hagas. Es la cara sur del Evangelio.<br />
Al norte siempre está la parte más visible y más notoria, llena de nieves perpetuas que dan su<br />
nombre a la sierra, la que siempre se visita y se ve en las postales, pero al sureste está la parte<br />
escondida, la Alpujarra, necesaria para sostener en su lucimiento la cara conocida de las pistas<br />
de esquí y el desarrollo turístico. Ese contraste de Sierra Nevada entre su cara Norte y su cara<br />
Sur, me sugirió una lectura del Evangelio, no solo desde la proclamación más esplendente y<br />
conocida que es Jesús de Nazaret, sino desde los enormes barrancos de la cara sur, donde<br />
descansa en rincones preciosos, la gente que vivió el misterio de altura de su presencia, a su<br />
modo y manera.<br />
La respuesta al reto se me hizo fácil ante el estímulo recibido por el descubrimiento, como he<br />
dicho, de gentes sencillas que fueron traducción de amor, en la experiencia personal del<br />
misterio. Y empecé la aventura de leer en claves o códigos de mi vida, la noticia que llegó como<br />
nueva, aunque la hubiera oído antes miles de veces, trayéndome ahora retazos de otras vidas<br />
que estuvieron en aquella altura histórica de la presencia en carne de Jesús de Nazaret, y que<br />
quedaron como los barrancos de la cara sur de Sierra Nevada, de los que no se conocen ni sus<br />
nombres, pero que tienen sus rastros de presencia impresos, como parte de la epifanía del<br />
paisaje total que es la Sierra.<br />
Descubrir rastros de otros tiempos, de gentes que tocaron con su manos, vieron con sus ojos,<br />
oyeron con sus oídos, y gustaron la Vida, cuando la Vida quiso ser tocada, vista, oída y<br />
gustada, en relatos escritos hace casi dos mil años, manifestándose y haciendo “epifanía de<br />
Dios”, con el rostro de un hombre cualquiera, uno de tantos, es el sentido de este <strong>libro</strong>.<br />
Entusiasmado así, con la diversidad que tiene la naturaleza manifestándose en mil formas y<br />
luces, colores, olores, tactos y gustos, emprendo la aventura de buscar y traducir, aunque solo<br />
sea como un dedal de agua tomado de un océano, la diversidad maravillosa de “la gente” que<br />
rodeó a Jesús de Nazaret, y que se manifiesta en personas de Evangelio, en gente sencilla y<br />
cercana, como de una misma familia, que es la gente concreta del Evangelio de S. Marcos.<br />
***<br />
Para responder con hechos a la esperanza que brota de todo encuentro con el otro en el mundo