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Descargar libro - Manuel Requena

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oreja derecha, el pulgar de la mano derecha y el dedo gordo del pie derecho del que se está purificando<br />

.Echará luego aceite en la palma de su mano izquierda, mojará el índice de la mano derecha en el aceite<br />

que tiene en la palma de su mano izquierda y hará con él siete aspersiones delante del Señor. Con aceite<br />

del que le queda en la palma de la mano izquierda le untará el lóbulo de la oreja derecha, el pulgar de la<br />

mano derecha y el dedo gordo del pie derecho en el mismo lugar en que puso la sangre del sacrificio de<br />

reparación .El aceite que le queda en la palma de la mano lo verterá sobre la cabeza del que se está<br />

purificando, haciendo sobre él el rito de absolución delante del Señor.De los dos pichones o de las dos<br />

tórtolas, según hayan sido sus posibilidades, ofrecerá el uno como sacrificio por el pecado y el otro en<br />

holocausto, acompañado de ofrenda. El sacerdote hará sobre él el rito de absolución delante del Señor.<br />

Ésta es la ley para la purificación del leproso que no puede presentar las víctimas ordinarias".<br />

+++++++* * *<br />

Solo leerlo, cansa. Cumplirlo era un martirio insoportable.<br />

En medio de todo aquel ambiente de enfermedad - pecado, de suciedad e impotencia<br />

terapéutica, de complejísimas normas para la purificación ritual y religiosa en el improbable<br />

caso de curarse, el pobre leproso, era un ser realmente desplazado de la sociedad. Su<br />

marginación legal no le permitía trato alguno con sus semejantes, que debían cuidarse muy<br />

mucho de acercarse a él, y más aún de tocarlo.<br />

Ese fue el contexto en que Jesús se encontró con Simón, el joven leproso natural de Betania, hijo<br />

de una de las familias más ricas de Jerusalén. Era amigo de Lázaro y de Marta, y algo más que<br />

admirador de su hermana María, a los que Jesús también amaba. Simón vivía muy cerca de<br />

aquella casa donde el Maestro se hospedaba con frecuencia en Betania. Su madre había<br />

quedado viuda joven, y Simón se cuidaba, desde que era un muchacho, de las fincas, ganados y<br />

negocios de la familia, hasta que le diagnosticaron la terrible enfermedad. La síntesis de su<br />

historia, y en especial el encuentro con Jesús, su curación y su acción de gracias, así lo cuenta<br />

Marcos:<br />

Se acercó a él un leproso, se puso de rodillas y le dijo: "Si quieres, puedes limpiarme".<br />

Él, compadecido, extendió la mano, lo tocó y le dijo: "Quiero, queda limpio".<br />

Y al instante quedó limpio de su lepra.<br />

Luego lo despidió, advirtiéndole severamente:<br />

"Mira, no se lo digas a nadie; pero anda, muéstrate al sacerdote y presenta la ofrenda que ordenó<br />

Moisés para que les conste tu curación".<br />

Mas él, salió al camino y comenzó a divulgar con entusiasmo lo ocurrido, de manera que ya no<br />

podía Jesús entrar públicamente en ciudad alguna, sino que andaba fuera de poblado, en lugares<br />

solitarios, y acudían a él de todas partes<br />

(Mc 1,40-45).<br />

* * *<br />

Otras cosas de la historia de ese hombre, y de la gente que con él estaba pudieron ser así:<br />

Maldito de todos y hasta de sí mismo, impuro, desgreñado y mugriento, con la enorme capucha<br />

de su manto calada por encima de los ojos, casi hasta el bigote arralado y largo, con el que se<br />

tapaba lo que quedaba de lo que había sido su boca, se escondía en el manto hecho jirones por el<br />

uso constante día y noche, e iba gritando con apenas un hilo de voz ¡¡Impuro, impuro¡¡ Si solo

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