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Descargar libro - Manuel Requena

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Para hacerlos más cercanos aún a nosotros como personas, y sentirnos así miembros de aquella<br />

familia en Galilea, donde hunde sus raíces nuestra fe, en lo que sea imaginario de este relato los<br />

llamaré en principio, hasta que se revele el nombre que les dio Jesús, a uno, -al sordo<br />

tartamudo-, como su propio relator, -"Juan Marcos"-, y al otro -el ciego de Betsaida- con nombre<br />

propio que nos revela otro lugar del Evangelio. Se llamaba Cleofás.<br />

B) EL CIEGO DE BETSAIDA.<br />

Llegaron a Betsaida,<br />

le trajeron un ciego<br />

y le suplican que lo toque.<br />

Jesús, cogiendo al ciego de la mano,<br />

lo sacó fuera de la aldea,<br />

le untó su saliva en los ojos,<br />

le impuso las manos<br />

y le preguntó:-- "¿Ves algo?".<br />

Había empezado a ver, y dijo:<br />

--"Veo hombres”,<br />

y los veo como si fueran árboles, pero que andan".<br />

Luego, le puso otra vez las manos sobre los ojos,<br />

comenzó a ver con claridad;<br />

quedó curado,<br />

recobró la vista,<br />

lo veía todo perfectamente desde lejos.<br />

Jesús le mandó a su casa, diciéndole:<br />

-- "No entres siquiera en la aldea". (Betsaida)<br />

(Mc 8, 22-26)<br />

11.- JUAN MARCOS<br />

EL HOMBRE QUE NO OÍA, NI CASI SE ENTENDÍA LO QUE HABLABA<br />

Toda la esencia de Jesús fue, y será siempre, ser Palabra de un Dios que cuando llega al hombre,<br />

‘necesita’, porque Él así lo quiso cuando se lo inventó, de una lengua sin trabas que lo proclame,<br />

y de un oído sin tapón alguno que lo escuche. Si pudiéramos decirlo así, Dios se hizo adicto al<br />

corazón de un hombre abierto entero a su verdad, para escucharla y para transmitirla a otros<br />

hombres que son el pueblo de Dios.<br />

El pobre Juan Marcos había perdido el habla y el oído, o quizás no los había usado nunca como<br />

el resto de los hombres. De alguna forma, y para el mundo, tenía también el corazón cerrado,<br />

tan sordo como su oído y tan mudo como su garganta. Según lo cuenta Marcos, su privación no<br />

fue de nacimiento, porque 'podía hablar un poco', y en aquel tiempo no existían logopedas.<br />

Simplemente nos dice que no oía, pero podía hablar un poco. Aquel medio sordo y medio<br />

mudo llamado Juan Marcos, por los detalles que nos da el evangelio, con un diagnóstico de hoy,<br />

simplemente era autista. Encerrado en sí mismo, inteligente, sensible, pero con problemas de<br />

relación, que lo hacían parecer sordo, porque no contestaba a nada de lo que se le decía, y<br />

cuando hablaba, lo hacía a su modo y manera. Sea como fuere, se comunicaba algo con sus<br />

cercanos.

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