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Descargar libro - Manuel Requena

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Los de junto al camino son aquellos en los que se siembra la palabra, pero que, apenas la han<br />

oído, va Satanás y arrebata la palabra sembrada en ellos.2<br />

Los sembrados en el pedregal son aquellos que oyen la palabra y la aceptan con alegría; pero<br />

nos tienen raíces, son inconstantes y, en cuanto les sobreviene, a causa de la palabra, una<br />

tribulación o persecución, inmediatamente se vienen abajo.<br />

Los que reciben la semilla entre zarzas son los que oyen la palabra; pero en ellos brotan las<br />

preocupaciones del mundo, el engaño de las riquezas y demás ambiciones, y ahogan la palabra<br />

haciéndola infructuosa.<br />

Los que reciben la semilla en tierra buena son aquellos que oyen la palabra, la aceptan y dan<br />

fruto, el treinta, el sesenta o el ciento por uno". (Mc 4,13-20)<br />

La gente de Dios que escucha y da fruto, como la tierra buena. Fuera de esa escucha fecunda<br />

que hace germinar la palabra, es peligroso adentrarse en el misterio del Espíritu, porque la<br />

fuerza del soplo de la vida, puede hacer zozobrar la travesía y hundir nuestra barca de<br />

proyectos y de sueños. S. Marcos nos expone esta tesis preciosa en 4,35-41<br />

Y dejando a la gente, llevaron a Jesús con ellos en la barca tal como se encontraba; y le<br />

acompañaban otras barcas.(Mc 4,36)<br />

Hay una división de la gente sencilla cuando los discípulos se llevan a Jesús con ellos, dejando a<br />

la gente de a pie sola en la playa. Se fue Jesús con los discípulos y con la gente que tenía barcas,<br />

con la gente que podía hacer la travesía en sus propias barcas, y que pensaban llegar antes a la<br />

otra orilla atravesando el lago. Pero el riesgo del peligro evidente de encontrarse con una<br />

tempestad al atravesar el lago se hizo realidad. La gente de las barcas que llevaban a Jesús,<br />

dejando a la otra gente pobre en tierra, se sintió morir. Y el Maestro dormido, sin darle<br />

importancia al peligro cierto de hundimiento, mientras la gente en la playa, la de tierra, la que<br />

no tenía barcas, sino solo sus pies, sus enfermos y su hambre, lo buscaba.<br />

Los de las barcas llegaron a la orilla de Gaddara. Después de ver calmado en un segundo,<br />

obedientes a la Voz imperativa, la tempestad y el viento, los tripulantes se sintieron seguros y<br />

‘especiales’ por haber visto aquello, y quizás, dentro de su miedo, orgullosos porque no habían<br />

sido como los de tierra. De todas formas, al alejarse de la gente sencilla de tierra, y adentrarse en<br />

lo profundo del mar, el susto se lo llevaron. Por poco se hunden….. ¿Sería por dejar sola en la<br />

orilla, a la gente sencilla de a pie que no tenía barcas? ¿O sería porque tenían que aprender que<br />

embarcarse con Jesús en su aventura, conlleva riesgos y sustos?<br />

No fue solo el susto en al lago, sino que al desembarcar, les esperaba una sorpresa que ha<br />

quedado reflejada en Mc 5,1-20 y sus paralelos. Es el encuentro con un personaje muy especial,<br />

que conoceremos más de cerca en el capítulo 7, y al que todos los traductores conocen y<br />

describen simplemente por el “endemoniado de Gerasa”.<br />

Lo que le interesa resaltar a Marcos, es que la gente iba quedando cada vez más admirada y más<br />

aglutinada en el entorno físico de Jesús. Y la travesía de ida y vuelta del lago, sin otro sentido<br />

aparente que el de enfrentarse a una legión de diablos que reinaban en el hombre fuerte que

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