Descargar libro - Manuel Requena
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enfermos, había ‘contagiado’ a sus amigos y compañeros de trabajo. Como otros jóvenes se<br />
dievierten y luchan por otras cosas, ellos habían descubierto el servicio humilde de todos los<br />
enfermos que inundaban ahora la playa.<br />
Por eso, cuando Tesifonte propuso a los otros tres jóvenes, jornaleros de Zebedeo como él y<br />
compañeros de barco, llevar a su hermano Samuel, delante del Maestro, lo aceptaron de<br />
inmediato. Como hacen los jóvenes con sus aventuras, sin pedir permiso a nadie, cargaron al<br />
muchacho y lo llevaron. Aquel líder anónimo, paradigma de la simple gente, fue, y sigue<br />
siendo, promotor de fe sencilla y operante para el hombre de hoy. Nada más sabemos de él por<br />
documentos históricamente fehacientes, pero los cuatro, actuando juntos, merecieron uno de los<br />
más brillantes resultados del Evangelio de S. Marcos, y el elogio de su fe que hizo el mismo<br />
Jesús ante toda la gente.<br />
Jesús, al ver la fe de ellos,(de los cuatro amigos) dijo al paralítico: "Hijo, tus pecados te son<br />
perdonados".(Mc, 2,5)<br />
Casi como una nota a pie da página, me gusta pensar que Tesifonte, algún tiempo después,<br />
compañero de Santiago el de Zebedeo, su jefe en la pesca, recorriendo caminos y mares, llegó<br />
hasta el sur de España, y tras zozobrar en el Cabo del Ágata, (cabo de Gata), se estableció en<br />
una sierra parecida a su tierra natal. Hoy se llama Berja (Almería), y es su patrono. Fue uno<br />
de los llamados siete “varones apostólicos”.<br />
* * *<br />
Toda la escena del paralítico, incluyendo el enorme esfuerzo hasta poner delante de Jesús al<br />
pequeño disminuido, es una de las más tiernas del Evangelio de S. Marcos. De hecho cuenta<br />
el evangelista que Jesús usó dos signos exclusivos en este encuentro, únicos en todo el<br />
segundo Evangelio. Cuando en su recursivo atrevimiento, los cuatro jóvenes abrieron el<br />
techo encima de donde estaba el Maestro taumaturgo y traumatólogo, para descolgar por el<br />
hueco al lisiado, poniéndolo delante sin hacer ni caso de las miradas y las voces de los<br />
presentes, -y en especial de María la pescadera, la suegra de Pedro, y dueña de la casa, a la<br />
que habían reventado el techo nuevo- Jesús se conmovió “viendo la fe de ellos”, y haciendo<br />
causa común con los jóvenes, no a ellos, sino al paralítico, lo llamó “hijo”, antes de perdonarle<br />
los pecados, y curarlo después.<br />
A los cuatro amigos no les dijo nada. Los miró, y dio buen fin a su trabajo. Bendijo<br />
públicamente el esfuerzo de su fe, como había hecho antes, el día de la pesca grande del lago,<br />
con la fe de unos humildes pescadores, y los dejó confirmados en sus decisiones.<br />
Algo les diría Jesús después en privado a los discípulos y a los mismos muchachos, porque es<br />
de las pocas veces en todo el Evangelio en que Marcos nos cuenta que la fe de unos, produce<br />
el milagro de la curación de otro. Normalmente era la fe del propio enfermo la que requería<br />
Jesús para su curación, -(Mc 5,34 Él dijo a la mujer: "Hija, tu fe te ha curado; vete en paz, libre ya<br />
de tu enfermedad". ….10,52 Jesús le dijo: "Anda, tu fe te ha curado". Inmediatamente recobró la vista,<br />
y seguía a Jesús en el camino. Etc)- pero aquí lo que Jesús resalta es la fe de ellos, de los cuatro<br />
hombres que lo portaban, de otros que no eran los enfermos, sino que amaban al enfermo y<br />
creían en Jesús.<br />
Este pasaje del joven paralítico Samuel, contiene el bálsamo de la comunión de Jesús con gente<br />
que no pretenden ser protagonistas de nada especial, sino que sus propios motivos e inventos,