09.05.2013 Views

Descargar libro - Manuel Requena

Descargar libro - Manuel Requena

Descargar libro - Manuel Requena

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

ealmente de Dios. Y fue precisamente José, el que, al ir desapareciendo de escena los maestros<br />

de la ley avergonzados de sus propias impertinencias, quedó en primera fila, y emplazado a<br />

preguntar algo a Jesús que lo pusiera en entredicho ante al pueblo. Y José se atrevió. Su rabia y<br />

su vergüenza ajena le salieron en forma de pregunta concreta. En medio del silencio expectante<br />

de todos le preguntó a Jesús por el primer mandamiento de la Ley, por la esencia de los<br />

mandamientos. Quiso ponerlo a prueba, y fue él el probado. Me figuro cual sería la sorpresa del<br />

maestro de la ley, cuando oyó de boca del propio legislador la promulgación de la esencia de la<br />

Ley. La reacción de endorfinas de José, sería superior a la del propio Moisés en la cumbre del<br />

Oreb. ¡Dios enseñando directamente al hombre la esencia de la Ley: El amor!<br />

Inmediatamente coincidieron, al menos en la expresión del mandamiento, y entre ellos se<br />

manifestó un 'filing' ya existente, como si se conocieran y comprendieran desde hacía mucho<br />

tiempo, como si se esperasen después de una antigua promesa de encuentro mutuo. Sin saber<br />

cómo, José de Arimatea se acordó de otra ocasión, única en su vida, en la que sintió que estaba<br />

ante el legislador original, y sintió ganas de amar a aquel que estaba cerca, incluso más que a sí<br />

mismo, quizás como a Dios. De esa ocasión, hacía ya mas de veinte años, y ocurrió en el mismo<br />

templo donde estaban ahora. Un niño perdido en el barullo de una fiesta de Pascua, le preguntó<br />

a él lo mismo que él preguntaba ahora a Jesús: “¿Cual es para ti el primer mandamiento de la<br />

Ley?” Recordó de pronto que la conversación con aquel niño de doce años le produjo en el alma<br />

un efecto semejante al que sentía ahora: La comprensión intuitiva del sentido auténtico de la<br />

Ley entera. Desde el encuentro con aquel niño, que se llamaba también Jesús, había estado<br />

buscando la forma de sentir la seguridad de que el amor como esencia de la Ley había de<br />

triunfar algún día. Ahora se sitió cerca de la solución, al ser confirmado en que su inquietud no<br />

estaba lejos del Reino de Dios. Podría decirse que estaba tan cerca, que se estaba quemando.<br />

Aquel maestro de la Ley que había sido enseñado hacía veinte años por un niño, se acercó a<br />

Jesús ya predispuesto, con cariño, para aprender y no para criticarlo. Lo que no se esperaba<br />

seguro, fue aquella avalancha de amor que se le vino encima. Jesús fue la manifestación perfecta<br />

de la virtud de Dios: 'Lo-digo-y-lo-hago'- O 'lo-que-digo-se-hace', 'lo que digo se cumple'. Con<br />

esa perspectiva, ¡qué vendaval de amor se le vino encima a José, cuando Jesús pronunció,<br />

cumpliendo en ese momento el mandamiento supremo del amor que lo iba a llevar hasta la<br />

muerte! Sin saberlo, el escriba rico José, se convirtió de pronto en el prójimo que Jesús estaba<br />

amando, en su "próximo". Y repitió el mandato con tono de voz y piedad nuevo. Sin duda se<br />

amaron los dos, y ambos aprobaron la síntesis de los mandamientos, no tanto por decirla, sino<br />

por cumplirla. 'No estás lejos del reino de Dios', le dijo Jesús. Y lo dejó tocado de por vida, y<br />

para la Vida. Y funcionó la gracia, y superó a la Ley, y se hizo Dios presente en el corazón de un<br />

hombre, y José de Arimatea comenzó a gustar la salvación prometida a Israel. Aquel hombre<br />

sencillo, que venía de Nazaret de Galilea, que económicamente no era nadie, vestido con una<br />

simple túnica talar de una sola pieza, blanca, sin filacteria ni adorno alguno, y al que todos<br />

llamaban ya Maestro, -y algunos incluso el Mesías-, le cuestionó todas sus creencias. Lo había<br />

oído discutir en el templo con todos los estamentos religiosos sobre la resurrección de los<br />

muertos, sobre la legitimidad de los tributos a Roma y al César, sobre el verdadero culto a Dios,<br />

sobe el auténtico mandamiento del amor.... pero sobre todo lo había visto actuar. Lo había visto<br />

comer en casa de pecadores reconocidos, y aunque sus compañeros escribas y maestros de la ley<br />

se lo habían reprochado, Él no les había echado en cara que también ellos comían con los<br />

mismos 'pecadores', pero no para cambiarlos de vida, sino para hacer negocios con ellos. Quizás<br />

por eso se atrevió a abordarlo personalmente. Le pareció lo único auténtico que había oído en<br />

muchos años. Lo hizo José delante de todos, en el Templo, y justamente después de que el<br />

Nazareno les diera un vapuleo a los fariseos, herodianos y saduceos. José valientemente se

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!