DAROS, W. R. Filosofía de una teoría curricular - William R. Daros
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contexto <strong>de</strong> <strong>una</strong> <strong>teoría</strong> educativa, este criterio práctico para distinguir a la<br />
ciencia empírica <strong>de</strong> la metafísica, no es el único relevante. Los que estamos<br />
en la docencia, sabemos que todo hombre vive con <strong>de</strong>seos y creencias, <strong>de</strong><br />
las cuales muchas son irrefutables, pero son también las que suelen dar<br />
sentido a la vida humana.<br />
Importa que la ciencia, siendo un producto <strong>de</strong>l proce<strong>de</strong>r humano, no<br />
sea un saber sin conciencia <strong>de</strong> las consecuencias humanas <strong>de</strong> ese proce<strong>de</strong>r.<br />
En consecuencia, la persona educada es aquella -ya <strong>de</strong>s<strong>de</strong> los tiempos <strong>de</strong><br />
Aristóteles- que pue<strong>de</strong> opinar sobre los principios con los que se rige, individual<br />
o socialmente, y que afectan su vida. El científico (sea físico, economista,<br />
biólogo...) no es un tecnócrata que <strong>de</strong>ci<strong>de</strong> sobre los fines <strong>de</strong> la vida<br />
individual, social y política <strong>de</strong> los individuos. En <strong>una</strong> sociedad humana, los<br />
que la componemos somos socios con conocimiento y libertad, y responsables<br />
solidarios <strong>de</strong> nuestros actos.<br />
En la raíz <strong>de</strong>l conocimiento se anida también el inicio <strong>de</strong> la vida moral<br />
y social. La justicia, base <strong>de</strong> toda otra virtud, no es sino el conocimiento<br />
por parte <strong>de</strong> la inteligencia y el reconocimiento libre por parte <strong>de</strong> la voluntad,<br />
<strong>de</strong> modo que es justo el acto <strong>de</strong>l hombre que no niega lo que conoce,<br />
sino que lo reconoce en lo que y por lo que es, en la medida en que honestamente<br />
lo conoce. Si mentimos al investigar y comunicar nuestras investigaciones,<br />
y distorsionamos las observaciones intencionalmente, no solo<br />
comentemos un error, sino a<strong>de</strong>más un acto moralmente injusto. En el mismo<br />
lenguaje, ya <strong>una</strong> exigencia moral, sin la cual la sociedad no es posible<br />
292 .<br />
Más aun, el actuar <strong>de</strong>l hombre social requiere -por parte <strong>de</strong> la voluntad<br />
<strong>de</strong> los individuos- <strong>de</strong> la justicia en sus diversas dimensiones: a) De la<br />
justicia particular en cuanto regla conmutativa <strong>de</strong> las acciones entre los<br />
individuos; b) <strong>de</strong> la justicia general en cuanto regula las acciones <strong>de</strong> cada<br />
individuo en su aporte al bien común; c) y la justicia distributiva o social en<br />
cuanto regula las relaciones <strong>de</strong> la sociedad (a través <strong>de</strong> quienes la representan<br />
en el gobierno) hacia cada uno <strong>de</strong> sus miembros, buscando <strong>una</strong> equitativa<br />
distribución <strong>de</strong> los beneficios y cargas públicas.<br />
24. El aprendizaje que se ha cristalizado en el método científico -capaz<br />
<strong>de</strong> criticarse a sí mismo- supone la libertad individual, expresada en la creatividad,<br />
y la responsabilidad social en los que apren<strong>de</strong>n y que se manifiesta<br />
mediante la crítica intersubjetiva. Esta concepción <strong>de</strong>l aprendizaje, <strong>de</strong> base<br />
epistemológica, se opone por lo mismo tanto a un creacionismo puro, sin<br />
referencias a pautas sociales, como a un aprendizaje que solo valora los<br />
292 Cfr. HABERMAS, J. Ciencia y técnica como “i<strong>de</strong>ología”. Madrid, Tecnos, 1992, p. 69.<br />
APEL, K.- O. Globalización y la necesidad <strong>de</strong> <strong>una</strong> ética universal en European Journal of Social<br />
Theory, 2000, nº 3/2. APEL, K.-O. Ética discursiva en INVENIO, 2001, nº 6, pp. 15-36.<br />
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