Comentario Biblico San Jeronimo 01.pdf - Comunidad San Juan
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114 GÉNESIS 2:104-106<br />
pero más elaborado. No es probable que la frase «el Señor será mi Dios»<br />
inicie la apódosis, sino que más bien forma parte de la condición, es decir:<br />
«... y si el Señor muestra ser mi Dios...» (la presencia de «Yahvé» aquí<br />
y en el v. 20 es debida al redactor). La obligación de Jacob será ofrecer<br />
el diezmo (explicación del origen de una costumbre posterior; cf. Am 4,4).<br />
J. Delorme, A propos du songe de Jacob, en A la rencontre de Dieu (Hom A. Gelin;<br />
Le Puy, 1961), 47-54; C. A. Keíler, Über einige altteUatnentüche Heiligtumslegende,<br />
1, C. Die Legende von Bethel: ZAW 67 (1955), 162-68.<br />
104 F) Matrimonios de Jacob (29,1-30) (J, E?). Aquí se presentan<br />
dos escenas: la primera es la llegada de Jacob a la casa de Labán y el reconocimiento<br />
de Jacob por parte de su pariente (1-14); la segunda relata<br />
los casamientos de Jacob con Lía y Raquel (15-30). La primera se atribuye<br />
a J: el estilo y el vocabulario nos recuerdan el relato análogo de J sobre la<br />
aventura de Isaac en Aram-Naharáyim (cf. v. 25). La atribución de la<br />
segunda a E es mucho menos segura: la afirmación del v. 16 parece suponer<br />
un relato que no se hubiera referido previamente a Raquel. Es casi<br />
cierto que ambas tradiciones conservaban la noticia de los matrimonios<br />
(la presencia de E en los capítulos 29 y 31 exigiría un relato E); el redactor<br />
ha seleccionado de cada uno aquellas partes que mejor se ajustaban a<br />
su propósito. Aunque no se alude a Dios en todo el relato, el contexto<br />
sirve de teología. Dios se vale de los acontecimientos ordinarios para cumplir<br />
su voluntad. Los matrimonios de Jacob, bastante naturales en sí mismos,<br />
serán la condición necesaria para el cumplimiento de las promesas<br />
divinas.<br />
105 a) (29,1-14). 1. El «país de los orientales» es una alusión general<br />
a las tribus nómadas que viven al este de Canaán (cf. 25,6). Dado que<br />
esta designación de la tierra natal de Labán no es corriente en J, algunos<br />
atribuyen el versículo a E (Clamer, op. cit., 368-69). 2-3. Los pozos suelen<br />
ser lugares de reunión entre los grupos seminómadas. Estos versículos<br />
indican que el pozo era utilizado por grupos distintos y que se observaban<br />
ciertas formalidades en su uso. 4-6. El término «hermanos» ('abay) se<br />
emplea en un sentido amplio para designar a los parientes, o incluso a los<br />
amigos, como es frecuente en la Biblia. Raquel (ráhél, «cordera») es presentada<br />
aquí como hija de Labán y nieta de Najor (cf. el comentario a<br />
24,15). 7-8. La sugerencia de Jacob se debe quizá a su deseo de estar a<br />
solas con Raquel, pero los pastores han de observar las formalidades.<br />
9-10. La acción de Jacob, un rasgo de galantería, sugiere su extraordinaria<br />
fuerza física (quizá una preparación para 32,25-29). 11-14. La reunión<br />
familiar es muy semejante a la de 24,22-33. Jacob es «pariente» Cah;<br />
cf. la nota al v. 4) del padre de Raquel, es decir, sobrino. La expresión<br />
«carne mía y hueso mío» indica un estrecho parentesco (cf. 2,23).<br />
106 b) (29,15-30). 15. La situación de Jacob como pariente de Labán<br />
no caía dentro de las costumbres que regían el pago de los obreros: no<br />
era esclavo ni tampoco un asalariado (Von Rad, op. cit., 285). Según otra<br />
opinión, las dos frases deberían traducirse como preguntas: «¿Eres mi<br />
2:106-107 GÉNESIS 115<br />
hermano? ¿Vas a servirme de balde?». Esto implica que Jacob no es hermano<br />
suyo y, por tanto, no le sirve gratuitamente. Jacob, pues, pierde su<br />
estatuto en la familia y se convierte en mercenario; Labán le repudia<br />
(cf. D. Daube y R. Yaron, JSemS 1 [1956], 60-62). 16-17. Lía (l?áh,<br />
quizá «vaca») tiene los ojos débiles o claros, cosa no atractiva para los<br />
orientales. 18-19. Sobre el mohar, o «precio de la novia», que debía pagar<br />
el novio, cf. De Vaux, IAT 58-61. Siete años de servicio es un precio<br />
bastante alto, que indica la intensidad del amor de Jacob. La aceptación<br />
de Labán está motivada, al parecer, por el deseo, corriente en el Próximo<br />
Oriente antiguo, de que su hija se case con un pariente; sin embargo, su<br />
comportamiento posterior delatará otros motivos. 20-21. De nuevo se<br />
insiste en el intenso amor de Jacob. Pasados los siete años, reclama su<br />
derecho. 22-23. La costumbre de mantener a la novia cubierta con un<br />
velo (cf. 24,65) explicaría suficientemente que Jacob no reconociera a<br />
Lía; a ello contribuiría la fiesta. El autor vio probablemente el engaño<br />
de Labán como un pago por el parecido engaño de Jacob en 27,1-29.<br />
24. Este versículo interrumpe el relato y es considerado como una adición<br />
(quizá de P) para preparar a 30,9ss. 25-28. La explicación que da Labán<br />
de su conducta es razonable, pero debería haber informado a Jacob de tal<br />
costumbre. Las fiestas nupciales duran una semana (cf. Jue 14,10-17).<br />
29. Como el v. 24, este versículo es una adición. 30. En Lv 18,18 se prohibe<br />
el matrimonio de dos hermanas; esta ley posterior era desconocida en<br />
la época patriarcal. Ezequiel (cap. 23) presenta a Judá e Israel como dos<br />
hermanas desposadas con Yahvé, imagen que se elabora en Jr 3,6-10;<br />
los profetas conocían la práctica antigua.<br />
107 G) Hijos de Jacob (29,31-30,24) (J y E). Esta sección es también<br />
un conglomerado de J y E, pero, a diferencia de la precedente, las dos<br />
tradiciones están fundidas, no meramente yuxtapuestas. El comentario<br />
indicará la atribución de los versículos. El nacimiento de los once hijos<br />
y una hija es presentado en una serie de incidentes que motivan los nombres<br />
impuestos a los niños. Las etimologías, como de costumbre, son populares;<br />
pero, a diferencia de otras del Gn (por ejemplo, 25,25-26), no se<br />
refieren a las tribus que descendieron luego de esos hijos, sino más bien<br />
n las situaciones individuales que se narran. Estos once hijos, con Benjamín<br />
(cf. 35,16-18), proporcionan la conexión entre los patriarcas y las<br />
doce tribus de Israel. Tal insistencia en el número doce, persistente en<br />
lodos los relatos de las tribus, refleja el período en que las doce tribus<br />
I orinaban la anfictionía sagrada fundada en su común fidelidad a Yahvé<br />
(cf. Noth, Hist., 91-110). La insistencia, evidentemente menor, en el número<br />
seis (el grupo de Lía; cf. también 25,2) puede ser reflejo de una<br />
ii 11 tenor coalición de seis tribus a la que se unieron luego otras hasta f orinar<br />
el grupo de doce. En todo caso, el hecho de mantener rigurosamente<br />
rl número doce a pesar de la absorción de algunas tribus menores en otras<br />
nmyorcs, a pesar de la sustitución de una por otra y de ciertas eventualiihules<br />
históricas indica que ese número era sacrosanto (cf. Bright, Hist,<br />
161 ss). Aunque el presente pasaje refleja, dentro de su complejidad, esta<br />
N i i unción histórica posterior, los nombres no son por necesidad puramente