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Comentario Biblico San Jeronimo 01.pdf - Comunidad San Juan

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56 INTRODUCCIÓN AL PENTATEUCO 1:21-23<br />

relativamente tardía y aparece frecuentemente en Dt: «Porque vosotros<br />

sois un pueblo sagrado para el Señor, vuestro Dios; él os ha elegido de<br />

entre todas las naciones sobre la faz de la tierra para ser un pueblo peculiarmente<br />

suyo» (Dt 7,6). Pero la noción está ya implicada en los pasajes<br />

anteriores donde se afirma claramente la iniciativa divina (por ejemplo,<br />

Ex 3,7-10). La libre elección de Israel por parte de Dios era el objetivo<br />

y el cumplimiento de las promesas hechas a los patriarcas.<br />

21 Pero las mismas promesas patriarcales iban acompañadas necesariamente<br />

de un acto de elección. Abrahán fue elegido por Dios no por<br />

razones naturales, sino para ser el instrumento del plan divino. Su historia<br />

comienza con un acto absoluto de la iniciativa divina (Gn 12,l-2s). Los<br />

siguientes herederos de la promesa, Isaac y Jacob, tampoco pueden encontrar<br />

ninguna razón natural para su elección. De una manera más sutil, los<br />

primeros capítulos del Gn descubren este proceso divino, que se traduce<br />

en la eliminación de aquellos que no tomarán parte activa en el cumplimiento<br />

del plan divino. Esto resulta especialmente claro en las genealogías,<br />

que enumeran a todos los descendientes, pero al final centran su<br />

atención en los individuos que son objeto de la elección divina.<br />

22 La elección iba casi invariablemente acompañada de la alianza,<br />

que expresaba las relaciones resultantes de la elección y garantizaba su<br />

validez. Las alianzas eran un elemento normal en el ordenamiento social<br />

del Próximo Oriente antiguo. Por medio de ellas el hombre definía la<br />

naturaleza de las relaciones existentes entre él y la otra parte afectada por<br />

la alianza. Ejemplos del AT son el pacto de amistad entre David y Jonatán<br />

(1 Sm 23,18) y el tratado de paz entre Abrahán y Abimelec(Gn 21,22-33);<br />

ambos eran alianzas entre iguales. Ejemplos de alianzas entre superior e<br />

inferior han salido a luz en época muy reciente con el descubrimiento<br />

de la literatura hitita, que habla de un tratado especial establecido entre<br />

el emperador hitita y sus reyes vasallos de los territorios vecinos. Esta<br />

literatura ha servido de ayuda para comprender mejor las formas de alianza<br />

del AT (cf. D. J. McCarthy, CBQ 27 [1965], 217-40).<br />

Las alianzas entre Dios y el hombre en el Pentateuco implican necesariamente,<br />

como la misma elección, una iniciativa divina; las partes que<br />

intervienen en la alianza no son iguales. Si bien todas las tradiciones hablan<br />

de alianzas, P es la que ha dividido sistemáticamente la historia en<br />

cuatro períodos, cada uno marcado por su alianza distintiva. La primera,<br />

sólo implícita en Gn l,26-2,4a, es con Adán. La segunda, incondicional,<br />

con Noé (Gn 9,8-17). La tercera, también incondicional, con Abrahán<br />

(Gn 17). La última es la alianza del Sinaí entre Dios y su pueblo (Ex 19,<br />

1-5). Esta alianza, que es considerada como razón de todas las anteriores,<br />

es el punto culminante no sólo del Pentateuco, sino de todo el AT.<br />

23 La Ley, el cuarto de los hilos unificadores, procura a Israel instrucción<br />

sobre la manera de conducirse con Yahvé. Aunque formulada<br />

en épocas diversas de la historia de Israel en respuesta a unas condiciones<br />

históricas cambiantes, la Ley siempre fue considerada como dimanante<br />

de la alianza del Sinaí, como estipulaciones del Señor divino, y por eso<br />

estas estipulaciones fueron puestas siempre en relación con la alianza.<br />

1:24 INTRODUCCIÓN AL PENTATEUCO 57<br />

Así, pues, la promesa, la elección, la alianza y la Ley hacen del Pentateuco<br />

una unidad coherente. Pero esta unidad se ordena a algo más. El<br />

concepto que Israel tenía de su Dios era tal, que no podía considerar su<br />

propia elección como objetivo final de toda la actividad divina. La promesa<br />

hecha a los patriarcas había de cumplirse aún en gran medida. Sin duda,<br />

las tribus que peregrinaron tantos años en el desierto pensaban en la futura<br />

conquista y posesión de la tierra prometida como realización de ese<br />

objetivo, pero la realidad de la conquista resultó diferente. La historia<br />

de Josué no es el cumplimiento de la esperanza contenida en el Pentateuco<br />

sino en el sentido de que este libro es la conclusión literaria del<br />

mismo Pentateuco. De hecho, la historia sucesiva muestra que la esperanza<br />

nunca se cumplió por completo en la vida de Israel; el Pentateuco<br />

permanece siempre abierto, lo cual permitirá a Cristo decir que él ha venido<br />

a cumplirlo, no a destruirlo (Mt 5,17).<br />

24 V. El Pentateuco y Moisés. Las cuatro tradiciones que, como<br />

hemos visto, vinieron a formar el Pentateuco canónico recibieron su forma<br />

definitiva en distintas etapas, que van desde el siglo x al vi. Por tanto,<br />

la más antigua de ellas es muy posterior a Moisés, que vivió en el siglo xm,<br />

a quien tradicionalmente se ha atribuido el Pentateuco. El problema que<br />

esto plantea no puede resolverse simplemente negando los resultados ciertos<br />

de la crítica literaria e histórica. Por el contrario, la solución implica<br />

un análisis más matizado por lo que se refiere al origen del contenido de<br />

las tradiciones y al concepto de autor tal como lo entendían los israelitas<br />

y los primeros cristianos.<br />

Ya hemos indicado que el material contenido en las cuatro tradiciones<br />

no fue creado por autores tardíos. Ellos dependían, en gran medida, de<br />

unas tradiciones orales y escritas muy anteriores a su época. La investigación<br />

moderna ha subrayado la fidelidad de la transmisión oral en aquellos<br />

pueblos (es una de las aportaciones de la escuela de Upsala). Gracias a<br />

distintos estudios, especialmente arqueológicos, sabemos que el material<br />

histórico y jurídico es mucho más antiguo que los períodos de su formación<br />

última. Los autores, o editores, tardíos se preocupaban más bien por<br />

interpretar la historia antigua a la luz de la situación contemporánea y por<br />

adaptar las leyes antiguas a las nuevas condiciones sociales. Así, la historia<br />

de los patriarcas y de los hebreos en Egipto y en el desierto, según se refiere<br />

en el Pentateuco, se ha revelado notablemente de acuerdo con lo que<br />

sabemos por otras ciencias acerca de las condiciones sociales, políticas e<br />

históricas de aquellos tiempos. Ningún autor tardío pudo inventar esa<br />

historia. Además, las dos tradiciones más estrictamente históricas en su<br />

contenido, J y E, suponen una tradición común anterior a ellas. Y lo mismo<br />

debe decirse, mutatis mutandis, de las secciones legales. A pesar de las<br />

diferencias de formulación, todos los códigos se apoyan en los mismos<br />

principios jurídicos, fundados en las mismas convicciones religiosas y<br />

destinados a regular en el fondo el mismo culto y la misma vida religiosa,<br />

'lodos remontan unánimemente su origen y razón de ser a los acontecimientos<br />

del Sinaí.<br />

Estos descubrimientos hacen suponer la realidad de algún acontecí-

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