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Comentario Biblico San Jeronimo 01.pdf - Comunidad San Juan

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366 JOSUE 7:21<br />

(Por lo que se refiere al tema y la bibliografía de las excavaciones de<br />

Jericó, cf. J. Kelso en IDB 2, 835-39).<br />

La conquista va precedida de una teofanía. Aunque parece mejor<br />

considerar 5,13-6,5 como una unidad literaria, los comentaristas no están<br />

de acuerdo sobre la conexión que existe entre «el jefe del ejército del<br />

Señor» (5,13-15) y las órdenes dadas por el Señor a Josué (6,1-5). Para<br />

algunos, 5,13-15 es un fragmento de una tradición independiente. Dado<br />

que Guilgal está territorialmente relacionado con Jericó (4,13.19), quizá<br />

este fragmento ha sido asociado a las otras tradiciones sobre Guilgal<br />

simplemente para mostrar que su condición de centro cultual estaba<br />

justificada por una teofanía. El viaje de un ángel desde Guilgal a Bokim<br />

(Jue 2,1-5) sugiere un traslado del arca; según eso, también esta visión<br />

de un ángel debería asociarse quizá a la presencia del arca en Guilgal.<br />

Sin embargo, el hecho de que en esta tradición se mencione Jericó y no<br />

Guilgal debilita notablemente la probabilidad de que esta teofanía sea<br />

la razón del carácter sagrado de Guilgal. Otros afirman que la teofanía<br />

estaba asociada originariamente a un santuario existente en Jericó<br />

—como lo probaría la misma expresión «en Jericó», 5,13— y que ha<br />

sido unida artificialmente al relato de la conquista de Jericó, aun cuando<br />

en su origen suponía que la ciudad estaba ya bajo dominio israelita.<br />

Sin embargo, no es preciso restringir tanto el significado de la preposición<br />

b (en), especialmente dado que Jericó era una ciudad-estado con<br />

un territorio que se extendía más allá de sus murallas. Además, la presencia<br />

de un santuario israelita dentro de las ruinas de Jericó que conmemorase<br />

una teofanía después de la conquista es una hipótesis sumamente<br />

débil.<br />

También es muy difícil de explicar la naturaleza fragmentaria de esta<br />

tradición. La presentación que hace de sí el ángel parece exigir una explicación<br />

del objetivo de su visita, pero la explicación ha sido omitida<br />

y sustituida por una expresión estereotipada que indica la santidad del<br />

lugar (cf. Ex 3,5). De todos modos, si se ha omitido algo en el mensaje<br />

del ángel antes de la pregunta de Josué, entonces esta pregunta carece<br />

de sentido. Además, el hecho de que el ángel ordene a Josué que se<br />

quite las sandalias no ha de considerarse como una conclusión sustitutiva,<br />

porque una orden semejante dada a Moisés es simplemente la introducción<br />

a un mensaje divino (Ex 3,5-10). Por tanto, es preferible<br />

entender 6,2-5 como el mensaje del ángel, el cual aparece aquí más abiertamente<br />

identificado con Yahvé mismo (cf. Gn 22,10-18; 31,11-16).<br />

La teofanía tiene lugar en las cercanías de Jericó, donde los israelitas,<br />

al parecer, han puesto sitio a la ciudad. No obstante, los habitantes<br />

de Jericó están a salvo dentro de sus sólidas murallas (6,1). Si alguna<br />

vez los israelitas iban a necesitar ayuda divina, era entonces, y la ayuda<br />

llega (5,14; nótese también la promesa, en Ex 23,23, de que un ángel<br />

ayudaría en la conquista de Canaán, tradición relacionada quizá con el<br />

texto presente). Cuando Josué se quita las sandalias (5,15), hay tiempo<br />

suficiente para que el autor advierta que, humanamente hablando, no<br />

caben esperanzas para la causa israelita (6,1). Aunque 6,1 podría servir<br />

7:22 JOSUE 367<br />

mejor de introducción a la teofanía, el autor lo ha reservado hasta ahora<br />

para poner más efectivamente de relieve el poder divino expresado en<br />

el versículo siguiente: «He entregado en tus manos a Jericó y a su rey».<br />

22 La interpretación de las instrucciones divinas y su ejecución en<br />

la batalla de Jericó han sido una fuente constante de problemas y desacuerdo<br />

entre los comentaristas. Algunos estiman que el texto actual es<br />

una combinación de dos tradiciones. Una, de origen más popular, hablaba<br />

de una marcha diaria en torno a la ciudad durante siete días, realizada<br />

en absoluto silencio hasta que, finalmente, Josué dio el grito de<br />

guerra. La otra hablaba de una marcha en la que los sacerdotes y el<br />

arca desempeñaban un destacado papel: el arca dio siete vueltas a la<br />

ciudad en un mismo día, y las murallas se derrumbaron cuando los sacerdotes<br />

tocaron sus trompetas. Cuando se hizo la combinación de ambos<br />

relatos, se los armonizó hasta cierto punto, pero subsisten varias incongruencias.<br />

Sin embargo, esta teoría de las dos fuentes choca con<br />

serias dificultades cuando intentamos reconstruir los textos originales;<br />

la más seria es que el hecho central de la historia, el derrumbamiento<br />

de las murallas y la consiguiente captura, sólo se narra una vez (6,20).<br />

Más bien se trata de una sola tradición que ha sufrido adiciones y modificaciones<br />

hasta el punto de que ahora resulta imposible descubrir con<br />

certeza una forma original de la narración.<br />

No obstante, es posible establecer algunos principios que nos capaciten<br />

para entender parcialmente el desarrollo de esa tradición y nos<br />

libren de una reconstrucción caprichosa de la forma original. En primer<br />

lugar, dado que esta tradición no se remonta hasta la batalla efectiva<br />

de Jericó, sino que procede de un período algo posterior a la ocupación<br />

de Canaán, no es preciso eliminar como adiciones tardías todas las referencias<br />

a los sacerdotes y al arca. De hecho, los intentos efectuados en<br />

tal sentido no pasan de ser meras suposiciones. El carácter ritual de la<br />

marcha sugeriría, al menos, la presencia del arca. En segundo lugar, la<br />

misma estructura del texto es una ineludible fuente de duda en toda<br />

explicación del mismo. Las imprecisas alusiones cronológicas hacen imposible<br />

determinar con exactitud qué personas realizan las acciones. Además,<br />

la tradición presenta cierta tensión debida a los esfuerzos por ensalzar<br />

la posición de los sacerdotes y de Josué, a costa de la coherencia<br />

y de una cronología clara. Por último, las incongruencias de la tradición<br />

no pueden atribuirse con certeza a una pluralidad de fuentes. Un sorprendente<br />

paralelo es la victoria de Gedeón sobre los madianitas (Jue<br />

7,15-22). En esta tradición más bien simple no hay pruebas seguras de<br />

una pluralidad de fuentes, y, sin embargo, no queda claro cómo y con<br />

qué orden fueron ejecutados los ritos por los soldados. Sin embargo,<br />

aun cuando no podamos reconstruir una cronología exacta de la batalla<br />

de Jericó, no pierde para nosotros su validez el principio de tal reconstrucción,<br />

ya que todavía podemos discernir, con cierta probabilidad, en<br />

la tradición un creciente énfasis en las intervenciones de Josué y de los<br />

sacerdotes sobre el fondo siempre presente del poder divino.

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