Comentario Biblico San Jeronimo 01.pdf - Comunidad San Juan
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82 GÉNESIS 2:43-44<br />
requiere la bendición divina para su prosecución, lo mismo que la requirió<br />
la primera (cf. 1,28). 2-4. Lo que antes habría sido anormal resulta ahora<br />
normal. El hombre ejerce su realeza no en paz, sino con temor. El dar<br />
muerte a los animales y comer su carne forma parte de la nueva era. Sin<br />
embargo, a causa de la concepción semítica de la sangre como sede de la<br />
vida, P considera las normas israelitas posteriores que prohiben tomar<br />
sangre como alimento (cf. Lv 17,10-14; Dt 12,23) como ley obligatoria<br />
para todos los hombres (cf. Act 15,29). 5-7. El v. 5, que afirma la autoridad<br />
última de Dios, es una introducción necesaria al antiguo müsal del<br />
v. 6, en el que se afirma escuetamente el derecho y la obligación del<br />
hombre a ejecutar una sentencia; dada la conexión de ambos versículos,<br />
es claro que se considera como una autoridad delegada. El v. 7 forma una<br />
inclusión con el v. 1 y destaca la teología positiva del pasaje. 8-10. En<br />
cumplimiento de su promesa (cf. 6,18; nótese la imprevista presentación<br />
que hace P), Dios establece una alianza con Noé, la primera mencionada<br />
explícitamente. Para P, las alianzas marcan la sucesión de las épocas del<br />
mundo. Esta alianza con Noé no requiere nada por parte del hombre (es<br />
unilateral), se extiende a toda la creación (vv. 9-10) y su signo es un<br />
fenómeno natural (vv. 13-16). En cambio, la alianza con Abrahán presupone<br />
el compromiso personal del patriarca con Dios, se extiende sólo a<br />
sus descendientes y su signo es la circuncisión (Gn 17). La alianza con<br />
Israel requiere una continua lealtad (Ex 24,7-8), se restringe a la nación<br />
y su signo es la observancia del sábado (Ex 31,16-17). Para P, por tanto,<br />
el significado de la historia está determinado en gran parte por una teología<br />
de la alianza que describe las cambiantes y cada vez más íntimas<br />
relaciones del hombre con Dios. 11. El contenido de la alianza es la misericordiosa<br />
permisión divina de continuar la historia. Nunca habrá otro<br />
diluvio que tenga el significado teológico de indicar el fin de una época<br />
del mundo. 12-17. El signo visible de esta alianza, para el hombre y para<br />
Dios, es el arco iris. Entre los antiguos, este fenómeno natural era considerado<br />
como un arco divino que empleaban los dioses para infligir castigos<br />
al hombre. Su aparición en el firmamento significaba el apaciguamiento<br />
divino. P tomó esta vieja concepción y le dio un nuevo significado en el<br />
contexto de su teología. Los antropomorfismos (cf. v. 15, Dios «se acuerda»;<br />
v. 16, Dios «ve y recuerda») son desacostumbrados en P y revelan<br />
profundas convicciones.<br />
44 J) Los hijos de Noé (9,18-27) (J). Un relato primitivo, que explicaba<br />
el origen de la vid y del vino, fue tomado posteriormente para explicar<br />
una situación histórica existente en Palestina: la pacífica dominación<br />
de los cananeos por los semitas inmigrantes (Sem), quienes llegaron acompañados<br />
por otros pueblos del Asia Menor (Jafet). En su forma actual y<br />
definitiva, el relato recibe una orientación más universal gracias a la<br />
introducción de Cam (vv. 18 y 22), quien aparece como padre de Canaán.<br />
De este modo sirve de prefacio a la genealogía del capítulo 10. Para J, el<br />
relato explica también la privilegiada situación de Sem, padre del pueblo<br />
escogido, y el continuo desorden moral. Las incoherencias de esta labor<br />
- redaccional son todavía evidentes. 18-19. Estos versículos introductorios<br />
2:45-46 GÉNESIS 83<br />
conectan el relato del diluvio con la descripción posterior de la población<br />
de la tierra. 20-23. Noé es Ys ha'adámáh (hombre de la tierra [TM, v. 20]).<br />
La teología de J está orientada hacia la tierra (cf. 2,5.7; 3,17-19); el renovado<br />
cultivo del suelo es una condición necesaria para la vida humana.<br />
Se da un juicio moral no sobre la acción de Noé, sino sobre la de Cam<br />
(Canaán). Se pone de relieve la piedad filial de Sem y Jafet. 24-27. En<br />
la mentalidad semita, las maldiciones y las bendiciones no son simples<br />
deseos, sino «palabras» eficaces que participan del poder de quien las pronuncia.<br />
Canaán es el «hijo menor» de la historia primitiva (v. 24). La<br />
maldición indica que será esclavo de los semitas y jafetitas invasores (es<br />
decir, dominado por ellos). La bendición de Sem es transformada por J<br />
en una bendición de Dios, Yahvé, a Sem, un deliberado anacronismo (en<br />
contraste con «Elohím» en el v. 27, donde el Dios de Jafet no es identificado<br />
con Yahvé) para subrayar la unidad de la historia de la salvación.<br />
Entre los antiguos, el poder de un pueblo depende del poder de su dios.<br />
Así, pues, Sem es bendecido efectivamente. Un juego de palabras explica<br />
el destino de Jafet: Dios «extenderá» (yapt) a Jafet (l e yepet). El tendrá<br />
parte en la tierra (?) de Sem (de Israel). No es seguro el significado preciso<br />
intentado por J. 28-29. Una inserción tomada de P resume la genealogía<br />
del capítulo 5 (cf. 5,32) e introduce la del capítulo 10.<br />
45 K) Los pueblos de la tierra (10,1-32) (P y J). Esta genealogía es<br />
Iundamentalmente de P (vv. 1-7.20.22-23.31-32) con inserciones de J.<br />
Las claras contradicciones muestran que tales genealogías no indicaban<br />
unas relaciones estrictamente étnicas, sino unas relaciones históricas y<br />
geográficas que podían cambiar. Esta lista, compuesta durante el período<br />
monárquico de Israel, refleja una compleja situación histórica. En el aspecto<br />
teológico, considera la población de la tierra como resultado de la<br />
bendición divina (cf. 9,1); es una nueva creación: la de las naciones de<br />
la tierra. La trascendencia de P se evidencia en su énfasis en la acción<br />
divina (cf. 9,1 y el contraste con 11,1-9, donde J explica la población<br />
de la tierra de una manera más centrada en el hombre) y en su notable<br />
restricción con respecto a Israel: aquí no se distingue en absoluto el<br />
«Israel» preabrahámico (cf. Von Rad, op. cit., 140-42).<br />
46 a) (10,1-12). 1. Encontramos la fórmula estereotipada de P<br />
(cf. 5,1). Aquí los «descendientes» son en su mayor parte grupos nacionales.<br />
Los nombres no son identificables (cf. BP1 1, 30ss, por lo que se<br />
rclierc a los detalles). 2-5. La mayor parte de los jafetitas están localizados<br />
en Asia Menor y en las islas del Mediterráneo. Las posibles identificaciones<br />
incluyen: Gomer, cimerios; Magog, Lidia; Madai, medos; Yaván,<br />
(¡recia (propiamente, Jonia); Túbal y Mések, residentes en la región del<br />
muí' Negro; Askanaz, Escitia; Elisa, Chipre; Tarsis, Tartesos (en la Espuria<br />
meridional); Kittim, chipriotas, y Dodanim, pueblo de Rodas.<br />
6-7. Los cainitas pueblan las regiones meridionales. Las posibles identifii<br />
aciones incluyen: Kus, Etiopía; Misráyim, Egipto, y Put, Libia. Nótese<br />
i|iif Canaán es asociado a Cam, aunque los cananeos son étnicamente<br />
u-milus. Los «hijos» de Kus son pueblos del sudoeste y noroeste de Aralnii.<br />
8-12. La genealogía de P proporcionó las piezas fundamentales, a las