Comentario Biblico San Jeronimo 01.pdf - Comunidad San Juan
Comentario Biblico San Jeronimo 01.pdf - Comunidad San Juan
Comentario Biblico San Jeronimo 01.pdf - Comunidad San Juan
You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
528 1-2 REYES 10:37-38<br />
Ajab no sólo no tenían paralelo en toda Palestina, por su excelente construcción,<br />
sino que eran tan robustas que el poderoso ejército asirio necesitaría<br />
más de dos años para romperlas, por el nombre de Sémer: Debe<br />
de tratarse de una etimología popular; en el lugar hay rastros que indican<br />
su ocupación en tiempos anteriores a Omrí, y es muy probable que<br />
debiera su nombre al hecho de que la colina había sido siempre un<br />
puesto natural de vigilancia (hebr., samar, «vigilar»).<br />
Sobre los datos proporcionados por las excavaciones arqueológicas en Samaría,<br />
cf. Abel, GP 2, 443-46; J. W. Crowfoot y otros, The Buildings at Samaría (Londres,<br />
1942); The Objects from Samaría (Londres, 1957); L. Hartman, EDB<br />
2075-78; M. Maisler, JPOS 22 (1948), 117-33; E. O'Doherty, CBQ 15 (1953),<br />
24-29; G. S. Reisner y otros, Harvard Excavations at Samaría (Cambridge, 1924);<br />
G. E. Wright, BA 22 (1959), 67-78; BASOR 155 (1959), 13-29.<br />
27. su valor: D dice poco acerca de la bien ganada fama de Omrí en<br />
la esfera secular, pues su interés se dirige ante todo hacia lo religioso.<br />
Las pruebas, sin embargo, hablan bien claro no sólo de la edificación<br />
de Samaría como capital de primer orden, sino de la labor realizada por<br />
este soberano para detener el proceso de desintegración del reino y para<br />
fortalecer a la nación en el orden militar, político y económico. De hecho,<br />
durante muchas generaciones se conocería a Israel en los anales<br />
asirios como «el país de Omrí». Además, mantuvo buenas relaciones con<br />
Fenicia y Judá mediante una política de matrimonios entre las dinastías<br />
reales (1 Re 16,31; 2 Re 8,18); acertó a contener el poderío de Aram,<br />
que se iba alzando en el nordeste, y reconquistó la TransJordania, excepto<br />
Ammón, consiguiendo someter a vasallaje el territorio de Moab.<br />
También logró asentar una población de israelitas en el territorio al<br />
norte del Arnón (cf. 2 Re 3,4; ANET 320; Bright, Hist., 247-51;<br />
Albright, BP 63).<br />
38 j) AJAB, 869-850 (16,29-34; 22,39-40). Debido a que D insertó<br />
entre sus habituales fórmulas inicial y conclusiva (16,29-34 y 22,39-40)<br />
una serie de relatos procedentes del ciclo de Elias que hablan de Ajab,<br />
este monarca nos es mucho mejor conocido que Omrí, su distinguido<br />
padre. 31. Jezabel: Las medidas tomadas por Omrí para casar a su hijo<br />
Ajab con Jezabel vinieron a sellar una alianza con Fenicia que habría<br />
de traer amargas consecuencias para Israel en el terreno religioso. Hija<br />
de Ittobaal, rey sidonio de Tiro (887-856), que antes había sido sacerdote<br />
en el templo de Baal de Tiro, Jezabel encabezó una cruzada cuyo<br />
objetivo era la conquista de Israel para el culto de Baal (cf. 1 Re 18,4;<br />
19,1-2; 2 Re 9,22; Bright, Hist., 252-54). 33. cipo sagrado: Este poste<br />
sagrado (hebr., "aserah), hecho de madera (Jos 6,26; Ex 34,16), simbolizaba<br />
la divinidad femenina en el culto baálico, así como la estela de<br />
piedra (hebr., massebáh) era el símbolo de la divinidad masculina (cf. De<br />
Vaux, IAT 378-80). 34. reconstruyó Jericó: D incluye este dato intrascendente<br />
de archivo, porque le ofrece una nueva ocasión de insistir en<br />
el cumplimiento de las profecías (sobre la predicción, cf. Jos 6,26). Jericó<br />
estaba en ruinas y sin muros desde tiempos de la conquista por<br />
10:39-40 1-2 REYES 529<br />
Josué (Jue 3,13; 2 Sm 10,5) hasta que fue reedificada por Jiel, que<br />
probablemente emprendería esta obra bajo los auspicios de Ajab y con<br />
la idea de completar las defensas de Israel frente a Moab (cf. 22,39).<br />
su primogénito: Es difícil aclarar si el autor se refiere a un sacrificio de<br />
fundación, práctica cananea que exigía la muerte de un niño (cf. 2 Re<br />
3,27) y que pudo estar vigente durante cierto tiempo en Israel, por influencia<br />
fenicia de Jezabel, o si se trata de una interpretación popular<br />
que consideraba la muerte natural de los hijos de Jiel como una maldición<br />
contra él por reconstruir Jericó (cf. De Vaux, IAT 560; M-G,<br />
Rings, 288-89).<br />
39 Q Ciclo de Elias (1 Re 17,1-2 Re 1,18). El ciclo de Elias, tal<br />
como ha llegado a nosotros, tiene los rasgos de un conjunto misceláneo.<br />
Además de las narraciones tomadas de un ciclo sobre Elias (caps. 17-19,<br />
21 y 2 Re 1), el deuteronomista —o quizá otro compilador más antiguo—<br />
ha incorporado una serie de relatos de profecía y cumplimiento<br />
que giran en torno a las guerras de Ajab contra los árameos: uno referente<br />
a Ajab y varios profetas innominados (cap. 20) y otro sobre Miqueas<br />
y Ajab (22,1-38). Estos relatos, con excepción de los más populares<br />
(1 Re 20,35-43; 2 Re 1,1-18) son primitivos y tienen valor histórico.<br />
Los relatos centrados en los reinados de Josafat y Ocozías (22,<br />
41-53) están tomados de los Hechos de los Reyes de Judá. La súbita<br />
aparición de Elias, la abrupta terminación en 19,18 con la inserción de<br />
la noticia referente a la vocación de Elíseo (19,19-21) y el lugar asignado<br />
al incidente de Nabot (cap. 21, que en los LXX sigue al 19) son<br />
otros tantos indicios de que el autor D, aparte de la extensión que pudiera<br />
tener su fuente original, no trató de dar una biografía de Elias.<br />
Todos estos relatos, tanto los referentes a Elias y Miqueas como los que<br />
hablan de unos profetas innominados, vienen a reforzar la autoridad de<br />
la palabra profética o a demostrar que es infalible en su cumplimiento.<br />
En todo caso, a través de estas diferentes historias, D trata de encontrar<br />
una base de apoyo para su tesis fundamental sobre el cumplimiento<br />
infalible de la palabra de Dios (—> 5, supra; cf. R-F 1, 433-50).<br />
40 a) ELIAS, AJAB Y LOS TRES AÑOS DE SEQUÍA (17,1-18,46). 1. ni<br />
rocío ni lluvia: La gran sequía fue recordada por mucho tiempo, y<br />
consignada en los anales de Tiro, según testimonio de Menandro de<br />
Efeso al escribir sobre Ittobaal, rey de aquella ciudad (cf. Josefo, Ant.,<br />
8.13, 2; Noth, Hist., 221%). 3. torrente Kerit: Probablemente se trata<br />
del Wadi Yabis, al norte de Tisbe de Galaad; lo mismo que Sarepta de<br />
Sidón caía fuera del territorio bajo jurisdicción de Ajab (v. 9). 8-16. Este<br />
relato de profecía y cumplimiento tiene su predicción en el v. 14, y el<br />
cumplimiento, en el v. 16. En Le 4,24 se alude a este episodio. 9. Sarepta:<br />
La moderna Sarafend, a unos 14 kilómetros al sur de Sidón, cerca de la<br />
costa.<br />
17-24. El relato de la resurrección del hijo de una viuda tiene por objeto,<br />
como tantos otros relatos de milagros relacionados con los profetas<br />
(cf. las «florecillas» de Elíseo en 2 Re 2,1-8,29; 20,1-11), realzar la fama<br />
de éstos y, en consecuencia, la autoridad de sus palabras, tesis de gran<br />
34