Comentario Biblico San Jeronimo 01.pdf - Comunidad San Juan
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58 INTRODUCCIÓN AL PENTATEUCO 1:25<br />
miento religioso extraordinario, en un determinado momento del pasado,<br />
que afectara radicalmente a la concepción que Israel tenía de sí y de sus<br />
relaciones con Dios. Se puede suponer también, al menos con gran probabilidad,<br />
la existencia de un jefe religioso que orientara hacia el significado<br />
de los hechos, haciéndolos concretos y aplicables a la vida de sus<br />
contemporáneos. Moisés desempeña este papel en la historia del Éxodo<br />
y de la marcha por el desierto, y ningún resultado de la crítica literaria o<br />
histórica ha venido a negar ese papel fundamental. Moisés es una figura<br />
perfectamente comprensible del siglo xm. Su acción supervísora, según se<br />
presenta en el Pentateuco, da sentido a la actividad unificada de los hebreos<br />
liberados de entonces y al desarrollo homogéneo de las tradiciones<br />
en épocas posteriores. Sin Moisés, o alguien semejante a él, estos hechos<br />
habrían quedado sin una adecuada explicación. Por tanto, Moisés se halla<br />
en la entraña del Pentateuco y, de acuerdo con la convicción corriente en<br />
la antigüedad, puede ser considerado como su autor.<br />
25 Esta convicción, corriente en la antigüedad, fue analizada ya por<br />
Lagrange en 1897, en una conferencia del Congreso Católico de Friburgo<br />
(cf. Lagrange, RB 7 [1898], 10-32). El mundo moderno tiene un concepto<br />
rígido de la inviolabilidad de un autor; de ahí su repugnancia a<br />
admitir sucesivas y extensas redacciones del material durante un largo<br />
período de tiempo, especialmente en el caso de la palabra inspirada. Pero<br />
tal concepto no lo compartían los pueblos del Próximo Oriente antiguo,<br />
que practicaban un régimen comunitario en el pensamiento y en la palabra<br />
escrita. La consciente labor redaccional que fue llevada a cabo incluso en<br />
un período tardío se advierte comparando el TM con el de los LXX (Lagrange,<br />
op. cit., 14-18). Por otra parte, la fórmula «Dios dijo a Moisés»<br />
(que se aplica íncidentalmente, con relativa escasez y en pasajes determinados)<br />
es una ficción literaria que se justifica por la necesidad de poner<br />
el aspecto cambiante de la ley en armonía con su aspecto eterno. Este es<br />
la divina autoridad que habla inmediata o mediatamente por medio de<br />
Moisés, el primer legislador. Así, pues, esa fórmula subraya el elemento<br />
estable de la ley; las leyes deben ser transmitidas «perpetuamente» (Lagrange,<br />
op. cit., 20-21). El empleo de fórmulas semejantes en otros escritos<br />
seudoepigráficos del AT confirma esta explicación (Lagrange, op. cit.,<br />
22-23).<br />
Finalmente, Lagrange respondía a la objeción fundada en la tradición<br />
cristiana acerca de Moisés distinguiendo entre su actividad histórica y<br />
literaria. La primera, que es claramente la principal, se refiere a su actividad<br />
como legislador de Israel y al mosaísmo como nervio de la historia<br />
israelita. En cambio, la actividad literaria de Moisés surge como una resultancia<br />
de la histórica. Sería, pues, erróneo concluir que Moisés escribió el<br />
Pentateuco porque Israel no admite una explicación adecuada sin él (Lagrange,<br />
op. cit., 24-27). En resumen, la tradición histórica es completamente<br />
válida, mientras que la tradición literaria está condicionada. Este<br />
punto de vista coincide fundamentalmente con el expresado en la «Respuesta<br />
de la Comisión Bíblica al Cardenal Suhard» en 1948 {—> Declaraciones<br />
de la Iglesia, 72:31).<br />
2<br />
GÉNESIS<br />
EUGENE H. MALY<br />
BIBLIOGRAFÍA<br />
1 _ Muchos de los antiguos comentarios, como los de H. Gunkel, P. Procksch,<br />
J. Skinner, E. Ryle y S. R. Driver, son todavía útiles; aquí mencionamos tan sólo las<br />
obras generales más recientes. J. Chaine, Le Livre de la Genése (LD 3; París, 1948);<br />
A. Clamer, La Genése (La Sainte Bible, Pirot-Clamer; París, 1953); R. de Vaux, La<br />
Genése (BJ; París, 1951); P. Heinisch, Das Buch Génesis (Bonn, 1930); H. Junker,<br />
Génesis (Wurzburgo, 1949); E. A. Speiser, Génesis (AB; Nueva York, 1964);<br />
B. Vawter, A Path Tbrough Génesis (Nueva York, 1956); G. von Rad, Génesis<br />
(tr. J. H. Marks; Filadelfia, 1961); L. A. Schokel, Génesis, en Pentateuco (LISA;<br />
Madrid, 1969).<br />
INTRODUCCIÓN<br />
2 I. Composición. Los criterios para distinguir las diversas tradiciones<br />
son particularmente claros en Gn, lo cual ayuda a explicar por qué<br />
el análisis literario de este libro fue el punto de partida para la hipótesis<br />
documentaría sobre la composición del Pentateuco. Por tanto, lo dicho<br />
sobre esa composición podemos aplicarlo, con las oportunas matizaciones,<br />
a la composición de Gn. Generalmente se acepta que tres de las tradiciones<br />
(J, E y P) están representadas en este libro (cf. la decidida afirmación<br />
ile otra fuente en O. Eissfeldt, IDB 2, 368-74). En la historia primitiva<br />
(caps. 1-11) están representadas únicamente las tradiciones J y P. Es obvio<br />
que, entre las dos, J proporciona el marco narrativo de esta sección, cosa<br />
que sucede en el resto del libro. Por otra parte, P introduce en los relatos<br />
un elemento cronológico, lo cual permite pensar que, al menos en Gn,<br />
esta tradición presupone los relatos de J y E. No es posible saber con certeza<br />
si E contenía algunos relatos prepatriarcales. En todo caso, su historia<br />
prepatriareal se nos ha conservado en forma abreviada, puesto que su<br />
íusión con J se hizo en beneficio de ésta; el valor de E no reside en haber<br />
aportado un relato seguido, sino en sus perspectivas teológicas.<br />
I.a prehistoria del material conservado por las tres tradiciones es su-