Comentario Biblico San Jeronimo 01.pdf - Comunidad San Juan
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824 JEREMÍAS 19:39-40<br />
los «antepasados», justamente los primeros en sellar el pacto. Los incidentes<br />
ocurridos al pie del monte Sinaí (Ex 32) y en las llanuras de<br />
Moab (Nm 25) debían de estar en la mente de Jeremías, como estuvieron<br />
en el pensamiento de Oseas (9,10). El juicio es inevitable. El<br />
pueblo elegido será dispersado por un desastre, pues sus falsos dioses<br />
son incapaces de salvar a nadie (cf. 2,28), y el profeta se olvida hasta<br />
de interceder por su pueblo (cf. 7,16; 14,11).<br />
Volvamos ahora al problema ya aludido: ¿qué actitud mantuvo Jeremías<br />
con respecto a la reforma de Josías? Durante cierto tiempo se<br />
sostuvo la opinión de que Jeremías se opuso enérgicamente a esta renovación<br />
deuteronómica de la alianza (K. Marti, B. Duhm, C. Cornill,<br />
G. Hólscher, A. C. Welch, y más recientemente J. P. Hyatt, JNES 1<br />
[1942], 156-73). El más importante argumento aducido es el hecho de<br />
que cuando se realizó el descubrimiento del Libro de la Ley, la única<br />
en ser consultada fue Juldá, no Jeremías (2 Re 22,14). Se recuerda<br />
también la severidad con que el profeta criticó las instituciones religiosas<br />
del culto centralizado de Israel: los sacrificios y el templo. El signo<br />
evidente de esta oposición se encuentra en 8,8, pues el presente discurso<br />
(11,1-14) no es más que la obra de un deuteronomista deseoso de neutralizar<br />
esa actitud negativa, presentando a Jeremías como un ferviente<br />
defensor de la reforma (11,6). Pero si no se consultó al profeta a propósito<br />
del descubrimiento de la ley, hemos de recordar que todavía era<br />
muy joven, y ciertamente no el único profeta verdadero de Yahvé. Con<br />
respecto a su actitud ante el culto, hemos visto que no consiste en rechazarlo,<br />
sino en una crítica severa de las prácticas externas sin las<br />
correspondientes disposiciones interiores. Finalmente, este pasaje no<br />
puede ser rechazado como una interpolación, pues está en la línea de los<br />
discursos en prosa de Jeremías que han de ser considerados auténticos<br />
(—» 6-7, supra).<br />
40 La mayoría de los exegetas creen que Jeremías aprobó la reforma<br />
de Josías, si bien difieren en varios detalles que no es nuestra intención<br />
discutir. Baste indicar los claros indicios de esa actitud positiva.<br />
Hay dos figuras principales en relación con el descubrimiento de la ley<br />
y su nueva aplicación: el sacerdote Jilquías y el escriba Safan (2 Re 22).<br />
En las horas difíciles de la vida del profeta, las familias de ambos le<br />
prestaron su apoyo (26,22; 29,3; 39,14; 40,5). Además, si Jeremías hubiera<br />
condenado la reforma, sería incomprensible su elogio de Josías<br />
(22,15-16). Más aún, Jeremías alude directamente al Código Deuteronomista<br />
en algunas de sus acusaciones por la transgresión de la ley (por<br />
ejemplo, 3,1; cf. Dt 24,1-4; 34,8ss; Dt 15,12-18), y sus constantes<br />
ataques contra la idolatría, en especial contra el culto de los dioses astrales,<br />
corresponden con toda evidencia tanto a la letra del Dt como al<br />
espíritu de la reforma: no otro propósito tenía la centralización del<br />
culto. Finalmente, la interiorización de la religión, tan enérgicamente<br />
propugnada por Jeremías, ya entraba en las intenciones del Dt (6,4ss;<br />
10,12; 11,13, etc.; cf. Von Rad, OT Theology, 1, 223-31). Podrían<br />
añadirse otras muchas observaciones de este mismo género, todas las<br />
19:40-42 JEREMÍAS 825<br />
cuales vendrían a demostrar que Jeremías estaba de acuerdo con la política<br />
religiosa de Josías. Pero actualmente algunos críticos pretenden<br />
llevar sus averiguaciones más lejos, y sostienen que Jeremías retiró la<br />
aprobación que había dado en principio al comprobar que la reforma<br />
no había conseguido realmente su objetivo, sobre todo cuando resurgieron<br />
la idolatría y los cultos supersticiosos bajo Yoyaquim. La hipótesis<br />
es plausible, pero habremos de tener en cuenta, en todo caso, que<br />
la repulsa del profeta no afectaría a la reforma en sí ni a su fundamento,<br />
el Dt, sino más bien al giro erróneo que luego se imprimió a esta ley<br />
y a la reforma (Skinner, op. cit., 96ss; Pfeiffer, Introd., 493-95;<br />
H. H. Rowley, Hom. T. H. Robinson [Edimburgo, 1946], 157-74;<br />
A. Robert, RSR 31-32 [1943-1944], 5-16; H. Cazelles, RSR 38 [1951],<br />
5-36; Weiser, ATD 20-21, lOOss; Gelin, BJ [ed. francesa en fascículos],<br />
76; Rudolph, op. cit., 71ss).<br />
Esta última opinión ciertamente está de acuerdo con cuanto sabemos<br />
acerca de todo el mensaje de Jeremías. Sería muy sorprendente verle<br />
oponerse a una iniciativa del rey que trataba, precisamente, de llevar a<br />
cabo una renovación. Probablemente nunca sabremos el papel que desempeñó<br />
el profeta en esta reforma. Hacer de él un afanoso misionero<br />
de ésta es pura imaginación. Una aprobación por parte de Jeremías serviría<br />
también para explicar el hecho de que no tengamos prácticamente<br />
ningún oráculo que pueda fecharse entre la reforma y la muerte de Josías<br />
(622-609). Sin embargo, cuando este nuevo intento se desvaneció, el<br />
profeta volvió a hablar. Difícilmente se encontraría un mejor contexto<br />
histórico para el discurso sobre el templo y para éste que nos ocupa.<br />
41 n) Logia fuera de lugar (11,15-17). 15. Este versículo, oscuro<br />
en el TM, ha sido mejor conservado en los LXX (cf. Rudolph, op. cit.).<br />
Un culto superficial no tiene valor salvífico. 16. En este oráculo de condenación<br />
Judá es comparado a un magnífico olivo (cf. Os 14,7) que<br />
será abrasado. 17. Este versículo en prosa es un comentario posterior<br />
al v. 16.<br />
42 ni) La conjura contra Jeremías (11,18-12,6). Jeremías descubre<br />
gracias a una revelación divina que se trama una conjura contra su vida,<br />
instigada por sus allegados y familiares. El choque experimentado por<br />
el profeta impulsa a éste a reflexionar sobre su misión y el sentido de<br />
la existencia humana. El texto ha sufrido algunas violencias que han<br />
sido corregidas de diferentes maneras. La transposición de 12,6 después<br />
de 11,18 parece suficiente para que toda la narración siga un orden<br />
lógico. 19. como cordero llevado al matadero: Esta imagen de la inocencia<br />
total y de la confianza sencilla inspiró al autor de los cantos del<br />
Siervo de Yahvé (Is 53,7). El final del versículo indica con toda claridad<br />
que la conjura se propone dar muerte al profeta. 20. escudriñador de la<br />
mente y el corazón: Una traducción literal diría «de los ríñones y del<br />
corazón». La expresión vuelve a aparecer en contextos similares (17,10;<br />
20,12); aparte de estos casos, sólo se encuentra en Sal 7,10; 26,2, que<br />
atribuimos a Jeremías. Los «ríñones» (k e láyot) se suponía que eran la<br />
sede de las reflexiones y afectos íntimos (Sal 16,7; 73,21; 139,13; Prov