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Comentario Biblico San Jeronimo 01.pdf - Comunidad San Juan

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368 JOSUE 7:23-24<br />

23 a) LA TEOFANÍA (5,13-6,5). 14. el ejército del Señor: Es el ejército<br />

de los ángeles (Sal 103,20-21), el que contemplaron en una visión<br />

Jacob (Gn 32,1-2) y Elíseo (2 Re 6,17). 6,4. siete sacerdotes llevarán<br />

siete trompetas jubilares: Esta referencia puede ser una explanación de<br />

la tradición hecha con vistas a subrayar la intervención de los sacerdotes<br />

y el carácter sagrado del número siete (cuatro veces en el v. 4).<br />

5. Este versículo es el punto central de la tradición y se repite casi a la<br />

letra cuando las murallas se derrumban de hecho (6,60). El toque convenido<br />

del cuerno jubilar forma ciertamente parte de la tradición originaria,<br />

pues no se da ninguna otra señal para el fuerte griterío. Sin embargo,<br />

no queda claro quién da esa señal. Es posible que la mención de<br />

los sacerdotes en el v. 4 sea secundaria y que quizá Josué, solo o con<br />

un grupo de soldados, apareciera originariamente dando la señal con la<br />

trompeta (como en el caso de Gedeón, Jue 7,18). El toque del cuerno<br />

o trompeta y el griterío son típicos de los antiguos ritos de la guerra<br />

santa (Jue 7,20; Nm 9,8-9); por medio de ellos Dios sembraba el terror<br />

entre los enemigos. El hecho de que el toque de trompeta fuera una<br />

señal ha llevado a algunos a pensar que las trompetas permanecieron<br />

en silencio hasta ese momento en una forma anterior de la tradición; es<br />

una posibilidad, el muro de la ciudad: Se ha dicho que esto es una<br />

expresión metafórica para designar la «guarnición de la ciudad» y que,<br />

por tanto, «el muro se derrumbó» significa realmente que «los soldados<br />

quedaron impotentes». Tal solución parece forzada. Pretende evitar unos<br />

problemas históricos y cronológicos que no existen una vez que se ha<br />

entendido el origen etiológico del relato. Está claro también, por el texto<br />

hebreo de 6,1, que Jericó aparece como una ciudad amurallada, y el<br />

sentido de este versículo es que el verdadero obstáculo para las fuerzas<br />

israelitas lo constituían los muros más que los soldados.<br />

24 b) LA BATALLA DE JERICÓ (6,6-27). 6-11. La preocupación principal<br />

de estos versículos parece ser el orden correcto que debe seguirse<br />

en la procesión; esta preocupación por los detalles rituales ha originado<br />

indudablemente una considerable ampliación de la tradición originaria,<br />

debido a la influencia de los sacerdotes de Guilgal. Estos versículos, a<br />

pesar de que contienen muchas dificultades, forman una unidad que<br />

resume las órdenes de Josué (vv. 6-7) y explica minuciosamente cómo<br />

deben ponerse en práctica (vv. 8-11); incluso el vocabulario favorece<br />

esa unidad. Josué ordena: Pasad Cbr) y dad la vuelta (sbb) a la ciudad<br />

(v. 7); el comienzo del v. 8 debe traducirse: «Y el pueblo actuó de<br />

acuerdo con las órdenes de Josué». Sigue la explicación: El pueblo (¿o<br />

los sacerdotes?) pasó (v. 8)...; el arca dio la vuelta a la ciudad (v. 11).<br />

Este pasaje aclara los planes de Josué y no es todavía el comienzo del<br />

asalto efectivo; el v. 12 confirma esta opinión, pues la expresión «Josué<br />

se levantó de mañana» se suele emplear al comienzo de una empresa<br />

(3,1; 7,16; 8,10). Si esta interpretación es correcta, entonces «el segundo<br />

día» (v. 14) es una inserción hecha una vez que los vv. 6-11 se<br />

entendieron como una descripción de lo acaecido el primer día.<br />

Pero estos versículos contienen otras oscuridades. Según el hebreo<br />

7:24-25 JOSUE 369<br />

del v. 7, deberíamos leer: «Y dieron al pueblo orden de pasar», entendiendo<br />

quizá que son los sacerdotes quienes dan la orden, y no Josué.<br />

Las palabras iniciales del v. 8 (antes traducido) podrían ser entonces<br />

un intento de insistir en que fue Josué quien dio la orden. El hebreo<br />

tampoco deja en claro la función de los siete sacerdotes en el v. 8;<br />

quizá no son los sacerdotes, sino el pueblo el que debía pasar y tocar<br />

las trompetas. El hebreo del v. 9, aunque difícil, puede significar que<br />

quienes tocaban eran las tropas escogidas, mientras que el sentido más<br />

natural del hebreo atribuye también el toque continuo de las trompetas<br />

a la vanguardia y no a los sacerdotes. Parece, pues, que todo el grupo<br />

toca las trompetas, lo mismo que hizo todo el grupo de los soldados de<br />

Gedeón (Jue 7,20). Este desarrollo de la tradición puede explicar perfectamente<br />

el problema más difícil: el papel de Josué en el v. 10. Algunos<br />

estiman que este versículo es un residuo de la tradición original, que<br />

hablaba de una procesión efectuada durante siete días en medio de un<br />

enervante silencio hasta que llegó la orden de dar el grito de batalla y<br />

atacar. Pero tal interpretación choca con serias dificultades. No puede<br />

deducirse claramente de este versículo que el silencio fue absoluto antes<br />

de que Josué diera la orden, tan absoluto que ni siquiera sonaron las<br />

trompetas. Además, y esto es más serio todavía, parece imposible situar<br />

este versículo en el mismo plano de antigüedad que los vv. 5 y 20, los<br />

cuales contienen el núcleo de la tradición y afirman claramente que la<br />

señal para el griterío fue el toque de las trompetas y no la voz de Josué.<br />

Al parecer, debemos poner el v. 10 en un plano posterior de la tradición.<br />

Pero una vez que los vv. 6-11 presentan el toque de las trompetas<br />

como un rasgo continuo de la procesión, se hace necesario adoptar una<br />

nueva señal para el griterío; por eso el v. 10 explica que Josué dará la<br />

señal, con lo cual modifica un tanto ilógicamente lo previsto en los<br />

vv. 5 y 20.<br />

25 15-16. La marcha del relato resulta aquí más sencilla, pero el<br />

v. 16 parece mantener en pie el problema de una señal dada por los<br />

sacerdotes y por Josué. Se ha intentado, sobre la base de la gramática<br />

hebrea (ausencia del wau apodoseos delante de taq^ü), eliminar como<br />

secundaria la mención de los sacerdotes que tocan las trompetas. Pero<br />

no hay motivo para hacer tal cosa, porque en el estrato antiguo del v. 5<br />

(aunque no en el v. 20) aparece una construcción semejante. 17-19. Es<br />

seguro que Josué no hablaría tanto al dar la señal para el grito de batalla;<br />

el compilador inserta aquí un material relativo al precedente relato<br />

de Rajab (v. 17) y al siguiente relato etiológico de Akán (vv. 18-19;<br />

cf. 7,1.21). 17. anatema: Se trata del herem. El punto culminante de los<br />

ritos de la guerra santa era el aniquilamiento de los conquistados, que<br />

se efectuaba en distintos grados según las batallas. Esta destrucción total<br />

era considerada como una consagración de las víctimas a Dios. Si bien<br />

era una práctica antigua, es difícil determinar en qué medida se practicaba<br />

de hecho, pues las tradiciones de Jue sobre la guerra santa, que<br />

son más antiguas, aluden raras veces a ella (De Vaux, IAT 349). 20. El<br />

texto hebreo comienza con las palabras: «El pueblo clamó», frase que<br />

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