Comentario Biblico San Jeronimo 01.pdf - Comunidad San Juan
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832 JEREMÍAS 19:51<br />
Este aislarse de los malhechores inspiraría más tarde a dos salmistas<br />
(Sal 1,1-2; 26,4-5). 18. arroyo mentiroso: Durante el verano se secan<br />
muchos ríos de Palestina. La imagen simboliza aquí, lo mismo que en<br />
Job 6,16-21, una tremenda decepción. De modo semejante, las «cisternas<br />
rotas» significaban las alianzas inútiles (2,13). Jeremías, pues, acusa<br />
audazmente a Yahvé de haberle engañado (cf. 20,7). La crisis ha llegado<br />
a su punto culminante. 19-21. Ahora Yahvé renueva y confirma la misión<br />
del profeta, en los mismos términos de la primera vez (1,18-19),<br />
pero en esta ocasión ya no es como un don gratuito, pues Jeremías no<br />
volverá a recuperar su condición de enviado hasta que se convierta también<br />
él, es decir, hasta que haya recuperado la confianza en su misma<br />
misión rechazando aquellos pensamientos rebeldes.<br />
51 ni) El celibato de Jeremías (16,1-13.16-18). La palabra profética<br />
se transmite no sólo a través de acciones simbólicas, sino también por<br />
medio de acontecimientos que ocurren en la vida misma del profeta:<br />
el matrimonio desafortunado de Oseas (Os 1-3), la familia de Isaías<br />
(Is 7-8), la muerte de la esposa de Ezequiel (Ez 24,15-27) y, en este<br />
caso, el celibato de Jeremías. En el antiguo Próximo Oriente, y, por<br />
tanto, también en Israel, una numerosa descendencia se consideraba<br />
como una bendición de Dios (Gn 22,17; Sal 127,3-4, etc.). La esterilidad,<br />
por el contrario, era una terrible maldición (Gn 30,1; 1 Sm 1,<br />
6-8, etc.). La virginidad llegaba a ser motivo de duelo (Jue 11,37). El<br />
celibato era incluso objeto de maldición en un antiguo proverbio sumerio<br />
(cf. W. G. Lambert, BASOR 169 [1963], 63-64). Por todas estas<br />
razones, teniendo en cuenta además su gran sensibilidad para el gozo<br />
y el amor, el celibato de Jeremías no pudo haber sido elegido personalmente<br />
por él, sino impuesto por su Señor. 3-4. Se da aquí la clave para<br />
explicar este estado singular del profeta. Jeremías no tiene familia, pero<br />
los hijos nacidos de otros desaparecerán, y violentamente. La privación<br />
de sepultura, típica maldición oriental, es reafirmada en los mismos<br />
términos de antes (cf. 7,33; 8,2; 9,21; 14,12; 15,3). 5-7. Su comportamiento<br />
de solitario le impide incluso tomar parte en las reuniones de<br />
duelo por los difuntos, pues Yahvé ha anulado los lazos fundados en la<br />
alianza •—paz, amor, piedad, tantas veces simbolizados por la misma<br />
vida matrimonial— y Jeremías no tiene experiencia de estas alegrías.<br />
6. arañarse... raparse: Las incisiones, las cabezas y barbas rapadas eran<br />
signos de duelo (41,5; 47,5; 48,37; Is 15,2ss; 22,12; Miq 1,16; Ez 7,<br />
18, etc.). Como estas costumbres habían sido prohibidas anteriormente<br />
(Dt 14,1; Lv 19,27-28; 21,5), sospechamos que eran de origen pagano<br />
y contenían algún significado supersticioso (cf. Lagrange, op. cit., 320ss).<br />
7. partir el pan... copa de consolación: Se han explicado diversamente<br />
estos banquetes funerarios, si es que se ofrecían al muerto o eran celebrados<br />
con ocasión de la muerte (cf. Os 9,4; Ez 24,17.22; Dt 26,14).<br />
Tobías habla claramente de alimentos ofrecidos a los muertos (Tob 4,<br />
17), y las excavaciones realizadas en tumbas prueban que realmente era<br />
costumbre hacer estas ofrendas; de ahí se deduce que había una creencia<br />
en que la vida seguía después de la muerte, y en una forma parecida<br />
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a la actual (cf. De Vaux, IAT 94-101). 8-9. También deben evitarse las<br />
reuniones por motivos alegres. La «voz del esposo y la voz de la esposa»<br />
quizá aludan a cánticos nupciales con ocasión de las bodas (cf. 7,34;<br />
25,10; 33,11). El Cantar de los Cantares quizá sea una colección de<br />
tales cánticos. 10-13. Ahora sabemos por qué debe adoptar esta actitud<br />
el profeta: porque el pueblo de Dios se ha pasado a la idolatría. 13. servir<br />
a dioses extraños: Es la condenación al destierro. Antes de que la<br />
idea del monoteísmo fuera algo ya adquirido, se creía que Yahvé vivía<br />
únicamente en Palestina (cf. 1 Re 5,17); en consecuencia, si el fiel abandona<br />
su país, no tiene más remedio que servir a otros dioses, los del<br />
nuevo país en que se encuentra (1 Sm 26,19). Jeremías compartía aún<br />
esta creencia. 16-18. El castigo consistirá en una invasión, significada<br />
por cazadores y pescadores, profanando mi tierra... herencia: Si nuestra<br />
exégesis del v. 13 es correcta, sólo a Yahvé podría darse culto en Palestina,<br />
por lo cual Dios llama a ésta su tierra, su herencia.<br />
52 iv) «Disjecta membra» (16,14-15.19-21; 17,1-18). En esta parte<br />
del libro se han recogido algunos breves oráculos, o simples fragmentos<br />
de otros más largos. No sabemos bien por qué razón se hizo.<br />
a) Regreso del destierro (16,14-15). Este pasaje reproduce 23,<br />
7-8 con pequeñas diferencias. Se insertó aquí, probablemente, para suavizar<br />
el tono amenazador del anterior oráculo.<br />
3) Conversión de los paganos (16,19-21). Esta perícopa recuerda<br />
el poema sobre la vanidad de los ídolos (10,1-16) y el oráculo sobre la<br />
salvación de las naciones extranjeras (12,14-17), que hemos considerado<br />
como adiciones posteriores al libro. De hecho, refleja las mismas ideas<br />
que el Dt-Is, del que está muy cerca (cf. 40,20; 42,8; 45,14-25, etc.).<br />
Encontramos en ella idéntica negación de la existencia de los otros dioses<br />
y el tema de la conversión de las naciones. La invocación de Yahvé<br />
—fuerza, vigor y refugio— que encontramos al principio puede haber<br />
sido tomada de algún himno de acción de gracias (cf. 2 Sm 22,2-3 = Sal<br />
18,2-3; Sal 28,1.7-8; 59,10.17-18, etc.).<br />
y) Culpas de Judá (17,1-4). Este oráculo sobre la idolatría es<br />
semejante a 16,16-18. El pasaje falta en los LXX, y los vv. 3-4 se repiten<br />
fuera de contexto en 15,13-14. 1. punzón de hierro: La expresión<br />
está atestiguada por Job 19,24, y alude a una inscripción indeleble.<br />
tabletas de sus corazones: Esta imagen, tomada de la técnica de la escritura<br />
(cf. R. J. Williams, IDB 4, 915-21), reaparece en Prov 3,3; 7,3,<br />
y otra vez en Jr con una variante (31,33). Pecado y virtud consisten en<br />
algo más que en una discrepancia o una conformidad exterior con determinadas<br />
normas; son, por el contrario, auténtica expresión de lo que<br />
contiene el corazón del hombre. Mediante esta frase, Jeremías condena<br />
la realidad permanente y profunda del pecado, que en otras partes es<br />
comparado con las manchas del leopardo y la tez del etíope (13,23).<br />
2b-3a. Esta adición en prosa aclara qué altares son los que el profeta<br />
ataca, es decir, todo el ajuar cultual de los lugares altos. El oráculo<br />
concluye con una nueva amenaza de destierro y debe fecharse, por tanto,<br />
antes de 597.<br />
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